El río segregò con fuerza, se sentía frustrado y amargado. Siempre pensando en cómo ya no le quedaba fuerza de voluntad, al mecerse y avanzar siempre a un mismo destino. Unas lágrimas cayeron, las lágrimas no le preocupaban, nadie las notaria. Era referente a el elemento agua y las lágrimas no sé distinguían. El viento sopló con ímpetu, llegando a él. El inicio la conversación como de costumbre. El río no lo escuchaba, y el viento noto el cambio en su amigo, especialmente, en el andar, más sereno y tranquilo.
-¿Qué te sucede?-preguntó el viento-¿por qué estás triste?
-Porque siempre estoy en movimiento, marchando hacia el mismo lugar, fluyendo sin parar, en realidad, a ningún lugar. Solamente avanzo y avanzo sin parar, siendo una rama insulsa del elemento agua- se confesó con aflicción-
-Pero, no entiendo. Yo también estoy en continuo movimiento- expresó él, confundido ante la respuesta de su amigo y luego de una pausa prosiguió- al mecerme por todos lados, es mágico, en lugares me detengo y hablo con árboles centenarios, me cuentan historias fascinantes. Especialmente anécdotas de sus vidas, y vos estás siempre en movimiento, conociendo cosas nuevas a tu paso. Ellos están siempre en el mismo lugar. La tierra y la lluvia le aportan lo necesario. Y son felices. ¿Cuál es tu tristeza si siempre progresas a un lugar desconocido?
- Que algunas veces, me desbordo y lastimó a los humanos. Con la necedad de siempre, manejarme con ímpetu.
El viento quedó pensando. Y a continuación habló decidido...
-Yo también abanico con fuerzas algunas veces y destruyó hogares. Pero, no es culpa nuestra. Nosotros pertenecemos a la naturaleza, si el humano no la cuida. Es el método de defendernos. Yo creo que somos privilegiados de ser elementos pertenecientes al agua y al aire.
- La tierra y el fuego, ellos si son elementos con suerte. La tierra posee las maravillas del mundo y el fuego da abrigo, alimento a los humanos-replicó el río-
- Ese es el lado bueno, pero ellos la pasan mal en algunas ocasiones, para ellos es frustrante ¿sabes cómo deben sentirse el fuego y la tierra?
- No, nunca lo pensé.
- Te explicó, a la pobre tierra la contaminan, la desprecian la mayoría del tiempo. Al fuego lo usan en muchas causas de maldad terrenal, para daños grandes forestales. Ahí se unen la tierra y el fuego en un dolor colosal, llamándote a vos.
- ¿A mí?- consternado ante el final de la oración escuchada-
- Por supuesto, vos perteneces al elemento agua. Cuando la tierra y el fuego se deprimen, la lluvia renace con tal potencia, que ayuda a sus dos hermanos. Con cataratas de lágrimas que caen del cielo. Y yo también pagó las consecuencias, porque siendo viento, en los desastres forestales, para que no se extienda, me contengo y sufro mucho, al no poder avanzar. Yo creo que no te das cuenta de lo valioso que sos. Cómo brindas vida a los peces, como la gente se sienta a un costado a admirarte, a llenarse de vida. El agua purifica las heridas, se las lleva.
- No lo pensé de esa manera- lo comentó en un hilo de voz-
- No lo pensaste de esa manera, porque estas tan introducido en tu dolor, y percató envidia. Que no podes lograr admirar los momentos positivos que hay en ella. Te enfocas en los negativos. Y especialmente te enfocas en que te da miedo avanzar e ir a lugares desconocidos, que por motivo de miedo, no disfrutas y reniegas de avanzar.
El río enmudecido ante el relato de su amigo, el viento poseía la razón en todo lo dicho. El viento se alejó, y el río al fluir se sentía seguro y admiro cada acontecimiento a su paso.
Moraleja: por miedo a avanzar, nunca te rindas. La vida es solo un momento, disfruta y siente cada instante. Protege a la naturaleza que te brinda su esencia para que continúes, no la destruyas. Y admira cada acontecimiento minúsculo, sin envidia al prójimo, para que puedas entender lo que es respetar y admirar tu propia vida.