Relatos Cortos

La Emperatriz y el Súbdito del sol

“Dos almas que están destinar a ser una, nunca se detienen y de esa manera se juntan” Así comienza la leyenda del Reino del Sol. En un remoto y apartado lugar secreto. La Emperatriz del Sol, una figura joven de rasgos frescos que nunca envejecía, manejaba a sus descendientes que nacían de esferas de luz, muchachas o muchachos para convertirse en Súbditos del Sol. Cuándo una esfera rebasaba el punto máximo de extinguirse, se designada otra esfera y la apartada sin luz, podía elegir qué camino quería transitar. Convertirse en algún ser mágico o simplemente desaparecer, para retroceder a renacer y esperar su turno en la cadena, para convertirse en brillo, en resplandor y recrearse nuevamente en sol. La emperatriz señalaba al súbdito o súbdita que más resplandecía y sucesivamente segundo a segundo de esferas nacientes marcaba su trayecto. Pero un día, sus ojos se posaron en un súbdito en particular, un adonis radiante que abrumaba bondad. Él al toparse con la mirada celestial de la Emperatriz, quedo asombrado ante sus ojos verdes esplendorosos. Por ambas partes se sintieron atraídos, sin saber porque ese sentimiento. Ella disimulo esa emoción que no deducía, ordenándole como mandato empezar su camino a convertirse en sol. La esfera que ahora ocupaba el lugar, su energía y su luz se agotaban rápidamente. Él Súbdito sin decir palabra afirmó sobreseído por el dictamen y esperó su momento al estrellato alejándose a la abadía, a la espera de las órdenes encomendadas. La Emperatriz del Sol no pudo contenerse y cuando no había nadie de su entorno, se adentró al extenso camino para alcanzar la abadía, pero un gran detalle lo impedía, el Reino de la Luna. Sin importarle agilizo el paso, y su alrededor se transformó en oscuridad, acompañadas de pequeñas luces parpadeantes que aportaban escasa luz y en la senda se topó con el Emperador de la Luna.

-Mi querida Emperatriz, ¿adónde se dirige? Por ley no puede abandonar su Reino y adentrarse en la abadía, no puede mezclarse, debe mantener su postura.

-Perdone Emperador, no pasara nuevamente.

Declaró ella, y reanudó el paso a su Reino, afligida y dolida por no poder descubrir al Súbdito que tanto la intrigó, quería descubrir qué era ese sentimiento por él. Espero tres días, no podía sacarse de la cabeza a ese joven lleno de luz y bondad y en silencio con precaución, se adentró camino a la abadía, de la nada surgió el Emperador de la Luna.

-¿Adónde se dirige mi Emperatriz del Sol?- él lo preguntó en un tono simpático-

-Discúlpeme Emperador, a ningún sitio, solamente quería admirar las lejanías fuera de mi Reino- dijo ella asustada y de inmediato retomó su postura serena-

-Muy bien, ya admiro, ahora regrese a su Reino- le ordenó su majestad Luna-

Las esferas seguían su curso en presencia de la Emperatriz, se transformaban en hombres y mujeres predispuestas a perseverar en la abadía el destino que les tocaba o en qué tiempo tomarían su lugar para convertirse en sol. La Emperatriz del Sol, los etiquetaba y se dio cuenta que faltaba poco tiempo para que el Súbdito, que no lograba sacar de su cabeza, se marchará y no regresará por siglos. Una melancolía abrumadora y una lágrima, como nunca antes, resbaló por su mejilla. Al estar en soledad y con malestar se adentró camino a llegar a la abadía, precisaba respuestas. Necesitaba averiguar si a él le sucedía lo mismo. Y se chocó con el Emperador Luna, ella no le tuvo temor y lo enfrentó sin decir palabra, pero de igual a igual.

-¿Qué es lo ocurre mi Emperatriz? ¿Por qué nuevamente abandona su Reino?

-Quiero que por favor se aparte de mi camino. No sé porque necesito hallar respuestas con un Súbdito del sol, él se encuentra a la espera de su destino en la abadía, mi incertidumbre solamente él puede quitármela. Que me responda si es mutuo el sentimiento de desesperación al no verlo y el ahogo exasperado de estar juntos. Sé que rompo las reglas, pero queda poco tiempo y no lo veré por siglos, eso me da tristeza absoluta. Tampoco sé que es esta consternación y la necesidad de que sienta lo mismo.

-Todos los días desde que sus ojos se posaron en ti, asumo la responsabilidad de impedirle tu encuentro. Te regresaba a tu Reino y de inmediato me dirigía a él, para que no tropiecen y que no pueden cruzarse. ¡Hasta me enfrento, el muy ingrato, para que le permita avanzar!- bromeó el Emperador Luna- Lo único que los separa, soy yo y ya no lo haré.

Él se apartó, y la Emperatriz del Sol lo reconoció. El Súbdito del Sol la esperaba con una sonrisa a unos pocos metros. La ausencia de almas se desvanecía, se aproximaron y se besaron, en un beso único de amor eterno.

-“Dos almas que están destinadas a ser una, nunca se detienen y de esa manera se juntan”- dijo en un suspiro satisfecho el Emperador Luna-

La Emperatriz lo inspecciono desorientada y no supo que manifestar, por las palabras escuchadas.

-Aunque no lo creas, nosotros poseemos un alma. Todos en los diversos mundos la poseen, pero no se les explica el significado. El alma nos regala el sentimiento del amor. Eso es lo que sientes por este Súbdito y te informo que él siente con más intensidad, lo mismo por ti.

Se anuló al súbdito la partida para convertirse en sol. Su procedente tomó el lugar y se convirtieron en la Reina del Sol y el Rey del Sol, amándose por los siglos de los siglos.

68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f432d787a6b7664515677553446773d3d2d3931303136393731342e313631626537366362366230373934353337363933363234353338302e6a7067




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.