Relatos cortos

VIII. Help me, please

(capítulo con contenido sexual)

Un silencio abrumador recorría las calles del condado de Perkins. Era de noche, y la gente solía cerrar las puertas de sus casas temprano a causa del frío de las noches, y eran pocos los que tenían el lujo de tener calefacción en sus casas.

Un joven, salía de de un bar, vestido en ropas viejas y andrajosas, y con un chal cubriéndole los hombros. En su mano derecha llevaba un botella de alcohol, que iba por más de la mitad.

A pesar de sus fachadas, era un chico atractivo. De cabellos dorados y grandes ojos azules. De cuerpo robusto y fornido.

El chico se llevó la botella a sus labios y se bebió el contenido que restaba en dos tragos. Ese mismo día era el aniversario de él y su novia, pensaba en comprarle algo lindo como regalo, pero rápidamente lo olvidó y gastó el dinero en dos botellas de alcohol.

Dos risas juguetonas irrumpieron en el silencio que había.

—¡No, tonto! él no se va a enterar. De seguro estará emborrachándose o tirándose alguna tía por ahí —aseguró, la voz de una chica. El joven de inmediato reconoció la voz de su novia.

—¿Estás segura que tu novio no se enterará?

—Ya te dije que no, Niall —repitió—. Sam no se enterará de nada, ¿o es que no confías en mí?

—Claro que confío en ti, Valerie.

Sonidos de desenfrenados besos se escucharon. Sam, había soltado la botella —que estaba destrozada a sus pies—, y tenía los puños apretados en sus costados, conteniendo el enojo.

Empezó a acercarse a zancadas de donde provenían las voces.

Sam, sorprendió a ambos con las cejas arqueadas, y una mueca burlona. Observó a Niall de pies a cabeza, y carcajeó al notar lo poco atractivo que era. ¿Por aquél pedazo de basura lo había engañado? Era verdad que Sam no poseía las mejores ropas, ni los mejores lujos, pero al menos él no dudaba de su atractivo y de lo que era capaz de hacer.

Valerie tenía la camisa levantada hasta los pechos y al parecer sus pantalones habían desaparecido, dejándola sólo en ropa interior. Y Niall tenía los pantalones desabrochados y chupones en su cuello. Parecía que estaban a punto de follar.

—¿Qué haces aquí? ¿no se suponía que debías estar en casa? —preguntó Sam, con aire despreocupado.

—¿Y tú no deberías estar preparándome una sorpresa por nuestro aniversario? —trató de evadir el tema. Valerie soltó una risilla nerviosa y miró a Niall en busca de ayuda.

—Hum, no. ¿Por qué debería? Ya parece que te estás divirtiendo mucho.

La observó con una mirada lasciva.

Sam, metió una de sus manos dentro de su pantalón. En su mano brilló el filo de un cuchillo.

Valerie abrió los ojos hasta más no poder, mientras retrocedía, asustada.

—Me pregunto cómo sabrá tu sangre —habló él en un susurro—. Es mejor que empiecen a correr, porque no dudaré ni un segundo en matarlos.

Niall, tomó la mano de Valerie y sin dudar empezaron a correr.

—¡Tienen 15 segundos para esconderse! —anunció Sam, en un bramido.

Las mejillas de Valerie estaban mojadas a causa de las lágrimas que sus ojos derramaban.

Niall miró hacia atrás buscando a Sam, pero no lo vio por ninguna parte.

Paró de correr y soltó un suspiro de alivio, pensando que lo habían perdido.

Pero se equivocaba.

Sam, salió desde las sombras, empuñando el cuchillo de manera perfecta, como si lo hubiera hecho tantas veces, que ya lo dominaba a la perfección.

El joven chico, sintió con aquel filoso objeto atravesaba su cuello, acabando con su vida de manera inmediata. La sangre salpicó en la cara de joven asesino, manchando sus perfectas  facciones.

Una carcajada retumbó desde sus cuerdas vocales.

La chica, cubrió su boca con ambas manos, sollozando asustada.

—¿¡Lo viste!? ¿¡viste lo sorprendido que estaba!?  —rió a carcajadas.

Torció la cabeza a su dirección y se relamió los labios, acercándose a ella.

Y de manera súbita se lanzó sobre ella. Valerie soltó un quejido de dolor, cuando su espalda chocó bruscamente contra el asfalto.

Sam, acarició la mejilla de la joven de forma cariñosa.

—¿Por qué engañarme con un inútil como ese?

Ella no respondió.

Levantó los brazos de la chica, y los llevó hacia su cabeza. Rompió su camisa con su cuchillo, dejando en descubierto sus pechos.

Valerie jadeó, sorprendida.

Llevó una de sus manos hacia su zona íntima, y la acarició levemente.

—¿No quieres una buena follada antes de que te mate? —preguntó, juguetón.

La joven, formó una mueca de enojo e indignación en su rostro.

—Estás enfermo —bramó, con enojo, escupiéndole en la cara.

Sam, se limpió con una sonrisa.



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En el texto hay: enfermo, relatoscortos, toxicos sadicos

Editado: 23.11.2019

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