Estaba en un cuarto oscuro, solo se podía ver una rejilla por la cual pasaba un hilo de luz. Intenté levantarme, pero tenía cadenas en mis manos y pies.
Sentí un escalofrío, algo subía por mis pies, no sabía que era, no podía ver. Sentí una presión en mi piel y mi cuerpo comenzó a sentir un calor inmenso, me quemaba, mi cuerpo se quedó inmóvil.
De repente, una luz se encendió y un hombre apareció, era grande, sus ojos eran rojos y parecían brillar, quería huir, pero por más que lo intentara mi cuerpo no respondía.
Se fue acercando a mí, mi cuerpo temblaba y me retorcía del dolor. Cuando me tocó un grito salió de mi boca y esos ojos rojos fueron lo último que vi.