Relatos cortos de un cuervo colorido.

Sueño lúcido.

Me levanté de la cama sin muchas ganas, miré el suelo y tuve un extraño sentir, al levantar la mirada, me di cuenta de que las paredes de mi habitación estaban de un color verde, mis paredes son azules ¿por qué están verdes?, ¿acaso mi vista me fallaba? Me levanté con dudas, mi póster de Freddy Mercury está colocado en un lugar distinto, estoy seguro de que lo tenía por arriba de mi escritorio. La cortina estaba recogida y el sol intenso, tanto que podía ver cada rincón de aquella alcoba similar a la mía. Caminé hacia la puerta para comprobar si todo esto era un sueño o me pasé de copas ayer.

Los corredores se veían normales, pero el camino hacia la cocina parecía haberse invertido, los cuadros familiares de las paredes parecían los mismos, aunque mi cuadro de graduación de bachiller tenía algo distinto: la toga era roja, no negra, y en vez de un diploma, sostenía el póster de Tool que había perdido alguna vez en la casa anterior.

Mi madre y padre parecían no estar, tampoco Jeremiah, ni siquiera mi perro Júpiter estaba, su cama, pocillo de beber y de comida no se encontraban, «esto es un sueño. ¿De verdad es un sueño?» dudé, porque todo se sentía tan real, normalmente no soy conciente en mis sueños hasta que me despierto.

Pasé al lado de la cocina, en cambio, no volteé a mirarla, ya que por alguna extraña razón, sentía que si lo hacía, algo malo me ocurriría, como si hubiese un monstruo escondido esperando a que me pique la curiosidad y encajar sus dientes en mí, tal vez incluso matarme en este lugar que era casi una réplica de mi casa, ¡no debí verme Depredador antes de dormir por el fuerte mareo de tanto alcohol! Es cierto que no recuerdo mucho lo que vi, mis memorias del día anterior estaban un poco emborronadas, pero estoy seguro de que me vi esa película antes de caer como un tronco en… Un momento, estoy seguro de que vi esa película en la sala y que me estaba durmiendo en el sofá, no en la cama, a menos de que Jeremiah hiciera todo el esfuerzo por llevarme.

¿Qué seguía?, ¿que apareciera mi madre con botones en los ojos, preparando pollo horneado y darme la bienvenida a mi otra casa?

Volví a aquella habitación que parecía ser mía, esta vez el póster de Freddy Mercury estaba al revés y en vez de decir Queen, tenía el nombre de Tool, la cama estaba en el mismo lugar y me acosté, me di cuenta de que esta vez las paredes estaban amarillas, me relajé y cerré los ojos hasta quedarme dormido nuevamente.

Sentí que algo me lamía los pies, me quejé y abrí los ojos, la ventana estaba cubierta por la cortina, mis paredes volvieron a ser azules, el póster de Freddy Mercury estaba sobre el escritorio y mi lamedor de pies era nadie más que Júpiter.

―¡Hola, amigo! Menos mal que me levantaste.

―¡Y era hora! ―dijo mi hermano irrumpiendo en la habitación― Menos mal que hoy es domingo y no tienes que ir a la universidad, pero llegaste bien ebrio ayer, incluso te quedaste tarde viendo una película y diciendo tonterías.

―Vale, vale, me disculpo ―pronuncié con cierto cansancio mientras me levantaba y acariciaba la cabeza de Júpiter―. ¿Qué hay de desayunar?

―Será de almorzar, nos cansamos de intentar despertarte, si no fuera porque respirabas, pensaríamos que estabas muerto.

―Bien, voy a almorzar.

Jeremiah salió de mi habitación y tuve que salir acompañado de Júpiter, caminé por el pasillo, pasé por un lado de los cuadros hasta que me detuve y di varios pasos en retroceso para ver mi cuadro de graduación, «qué raro, por un momento creí verme sosteniendo mi póster perdido de Tool», me encogí de hombros y fui a donde se presentaba aquel delicioso aroma del almuerzo.



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En el texto hay: humor, de todo, lgbt

Editado: 27.02.2021

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