" Dicen que que debes descansar en paz"
Anochecía ese 25 de diciembre. La calor era agotadora y las visitas familiares que venían a saludar estaban terminando.
El pan dulce casero en la mesa, el mantecol casi acabar, el turrón pegoteado qué algunos comen y la garrapiñada dura. Los pequeños platos hondos con algunas sobras de la ensalada de fruta y las botellas de sidra vacía, un poco de jugo en la jarra o en el vaso, más el hermoso adorno artesanal es lo único que quedan en la mesa.
En la sala solo quedaba mi madre con mi hermana que estaba de visita. Entre risas y un poco de música pasan una hermosa tarde.
Los recuerdos de la niñez son buenos compañeros en un día navideño. También lo son las lágrimas al recordar a los familiares que ya no están y que extrañamos, a veces secándolas cuándo contamos anécdotas divertidas y que solo le pertenecen a esas personas.
Cuando hablamos, desviamos levemente nuestras miradas hacia otro lado, para luego volver a mirar a la persona al lado o frente nuestro.
Fue así que mi madre volteo por un instante su vista a la puerta de la sala, la cual da al pasillo de afuera, así puedo ver una pequeña niña parada, pero luego de mirar a mi hermana, rápidamente volvió su vista a la niña que ya no estaba parado ahí.
Mi madre miraba atónita a mi hermana la cual era ajena a lo que había sucedido. Está luego de unos minutos le pregunto se había visto a la niña a lo que mi hermana negó con la cabeza.
Aún más ajena a lo que pasaba en la casa de mi madre, era yo. Me encontraba tranquila en mi casa, la cual está atrás de la de mi madre, cuando me levante de la cama y me pare delante del espejo quizás para peinarme pero aún no lo recuerdo.
Entonces la vi reflejada en el espejo para delante de la puerta de la cocina. En cabello oscuro y corto hasta los hombros, vestida con un vestido blanco impecable pero antiguo, sin color en su piel de porcelana y con una mirada solitaria fija en mí.
Por un momento pensé que era mi hija, pero a pesar de su parecido ella era muy alta, por lo qué rápidamente me volteé para darme cuenta que ya no estaba. En busca de la niña salí de mi casa hasta la madre dónde todavía hablaban de lo sucedido.
Allí las tres sentadas en silencio nos mirábamos al no saber quién era esa niña que había aparecido y del porque.
A veces mi madre dice: “ Cuántas personas antiguamente habrán muerto o han sido asesinadas cuando viajaban por estos lugares cuando aún no existía la ciudad y quizás aún no encuentran su descanso eterno”. Otras personas dicen que son espíritus del enemigo que vienen a tentarnos.
Pero yo solo quiero pensar que aquella niña de mirada triste es un pequeño angelito que vino a disfrutar del espíritu navideño aunque eso se lo dejo a su criterio.
Editado: 22.06.2024