Relatos de Ciencia Ficción Vol. I

UNA PRUEBA ACCIDENTADA

Osvaldo era un joven bien plantado de unos veinte años, y el primero de su promoción de la academia espacial marciana. Sus rasgos físicos, así como su constitución era del agrado de la mayoría del personal femenino de la base de Júpiter, cosa que a su vez le había enemistado con parte del masculino que envidiaba su éxito al respecto. Pese a eso consiguió hacer un amigo, con el que solía pasar el rato en el bar de la estación militar.

  • ¿ Supongo que estarás al corriente del nuevo prototipo de hipermotor?, dicen que puede alcanzar velocidades inimaginables al ser alimentado su motor con un nuevo combustible ultra secreto –le dijo Jhon.

  • No es que precisamente mantengan en secreto esa nave en el hangar, la podemos ver al regresar de nuestras patrullas rutinarias –respondió Osvaldo.


 

Ambos bebieron un sorbo de sus bebidas, mientras observaban a la variopinta clientela del local. Pese a ser una estación militar, la licencia del bar era civil y se encontraba en un anexo de las instalaciones ajenas a las militares, por lo que no era extraño ver a comerciantes que regresaban de alguna colonia exterior y se detenían para tomar algo.

  • No se si es algo acertado este tipo de práctica en las estaciones alejadas de la Tierra, podría infiltrarse alguien no deseado que se hiciese pasar por un mercader colonial –comentó Jhon al observar lo que miraba.

  • Ya se levantó una mampara metálica entre esa parte del hangar y la militar, no creo que haya motivos para preocuparnos a ese respecto... Además de que se reforzó la seguridad en estas partes de la estación.

La opinión sobre esa cuestión se encontraba dividida entre el personal militar, aunque tampoco podían hacer gran cosa los que demandaban que eso se suprimiese para volver a prohibir a las naves civiles atracar. Era algo que ya se había convertido en habitual, al no venir nada mal a las fuerzas armadas ese ingreso extra o el hecho de que agradaba a los comerciantes por lo que estos desarrollaban simpatía por las mismas.

  • Aún pese a eso, no deja de ser un riesgo. Y es lo que opinamos muchos al respecto sobre esa cuestión, podrían tener su propia estación en órbita -opinó su amigo.

Varias mujeres pasaron en ese momento y miraron a la pareja de pilotos con una sonrisa picarona, ambos hombres se la devolvieron, algo que que por lo visto fue de su agrado.

  • No creo que pudiera llegar a ser tu amigo, Osvaldo. Si no fuese porque soy quizás el único igual de atractivo que tú –dijo antes de beber otro sorbo de su vaso.

También era guapo y con una buena constitución como su amigo.

Unos soldados de la policía militar entraron en el bar y se aproximaron a su mesa.

  • Señores, deberán acompañarnos inmediatamente.

  • ¿ Hay algún problema? –pregunto Jhon.

  • Tan solo nos han dado órdenes de venir a buscarlos, no sabemos nada más –respondió el policía al cargo.

Tras pagar sus bebidas, siguieron al grupo de policías hasta la oficina del comandante de la estación y el que estaba al cargo notificó a través del visor de la puerta que habían cumplido con sus órdenes.

  • Que pasen y ustedes pueden seguir con su patrulla –escucharon ambos a través del micrófono.

La puerta se abrió ante ellos pudiendo ver al comandante sentado en su mesa, que les indico que entrasen.

  • Espero que me perdonen por esta forma algo ruda de haberlos hecho llamar, no era aconsejable hacerlo por el sistema de megafonía del bar –explicó al ofrecerles la oportunidad de sentarse con un gesto de sus manos.

Tomaron asiento en las sillas frente a su mesa y les paso una carpeta a cada uno, que al abrir ya mostraba en primera página la imagen de aquel prototipo de nave sobre la que habían conversando antes.

  • Han sido escogidos para hacer el viaje de prueba de ese vehículo, al ser los mejores pilotos de la estación. Además de que en su caso Jhon, es un ingeniero bastante competente y es conveniente la presencia de alguien con esas capacidades en esta ocasión.

Los hombres ojearon la documentación que les habían proporcionado, no tardó el joven ingeniero en quedar sorprendido al leer las especificaciones técnicas del vehículo en cuestión.

  • Señor, ¿ no han cometido errores al redactar la parte técnica? –pregunto sorprendido.

  • En absoluto, como verá bien explicado en el expediente. Partirán mañana a las 7 de la mañana, pueden retirarse y recuerden que el contenido de esas carpetas es material clasificado.

  • No se preocupe por eso señor, seremos discretos. Agradecemos que nos haya facilitado dicha información –agradeció Jhon.

  • No se merecen, supongo que dada la naturaleza del combustible que emplea la nave... no se les escaparía que sería una misión arriesgada, y era algo que consideraba oportuno que ambos debían conocer.

Osvaldo que no había llegado a la parte técnica en su primera ojeada a los documentos, volvió a revisarlos y quedó igual de sorprendido que su amigo al leer de qué se trataba.

Ya en la intimidad de la estancia que compartían en la estación, ambos se sentaron en sus camas a hablar del tema.

  • ¡Hidrógeno metálico líquido!, extraído de la última capa del planeta que tenemos debajo. Aún no termino de creerme esa parte de este expediente –dijo Jhon.

  • Pues ya somos dos, es de ciencia ficción incluso el método utilizado para su extracción.

  • Algo que se podría definir como un haz transportador, que lo deposita en un depósito que lo mantiene estable gracias a un potente sistema de climatización que mantiene su presión.




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