Relatos de Ciencia Ficción Vol. I

EL PORTAL TELETRANSPORTADOR

Fernando era un científico especializado en el campo de la física que ocupaba un humilde puesto de empleo en los laboratorios Selpa, aunque su aspiración era ser el encargado en algún proyecto importante y no un mero ayudante de otras personas que eran las que realizaban esos grandes descubrimientos. Había sido un más que notable estudiante en la universidad, pero luego en el campo laboral no consiguió nunca que lo valoraron lo suficiente, siendo relegado siempre a puestos inferiores de los que creía merecer por gente que en alguna ocasión se benefició de alguna observación que hizo y que no dudaron en adjudicarse como suya.

 

Era un hombre de unos 40 años con el pelo negro y barba, su rostro era el de alguien ya algo cansado de la vida que le había tocado vivir. Ya que sus expectativas siempre estuvieron lejos de cumplirse y ahora ya no tenía esperanzas de que se reconociese el talento que en ocasiones había demostrado sobradamente, ayudando a solventar algún problema que otro en algunas investigaciones.

 

Hoy era viernes y cumplía con su trabajo, al igual que sus compañeros de forma rutinaria. En el descanso de la comida se reunió con su único amigo.

 

  • Alegra esa cara que es viernes, tendremos el fin de semana para descansar –le dijo Marcos.

 

  • Tú descansarás, yo me dedicaré a seguir con mi proyecto –replicó Fernando.

 

Su amigo que tenía el mismo color de cabello que él, y un rostro algo más juvenil al no haber cumplido aún los treinta, le miró con la misma expresión de perplejidad que ponía cuando se refería a su misterioso proyecto.

 

  • Nadie se cree lo de ese proyecto tuyo, ¿ cuando dejaras de ponerlo como excusa para salir con nosotros?. Podrías acompañarnos este sábado al bar al que suelo ir con los demás compañeros –ofreció el.

 

  • Me queda poco para terminarlo, puede que entonces no os lo toméis tan a risa... ¡Si realmente funciona como espero que haga!.

 

  • Si va a ser tan importante... podría haberte ayudado a haberlo terminado antes. ¡ Antes se hubiera reconocido tu mérito! –dijo en plan sarcástico su amigo.

 

Fernando que había terminado de comer y tenía necesidad de ir al lavabo se levantó ofendido, ante ese comentario.

 

  • Perdóname, quizás no debí de haber dicho eso –rectifico Marcos avergonzado.

 

  • Sé que esa es tanto tu opinión como la de muchos sobre mí, que soy alguien frustrado por no haber logrado mis objetivos en la vida... no os falta razón al respecto y espero que mi proyecto demuestre que estoy capacitado para desempeñar empleos mucho mejores –respondió molesto.

 

  • Te pido disculpas de nuevo y acepta mi ayuda este fin de semana si la necesitas, ¡ sabes que no fue con mala intención!. Fue una penosa forma de intentar hacerte ver lo que parece a ojos de los demás –volvió a disculparse Marcos.

 

Afortunadamente, se mantenían alejados del resto de compañeros en el jardín exterior de la empresa. Por lo que su conversación no llegó a oídos de los demás, que se giraron curiosos sin llegar a oír nada.

 

  • Se que no fue tu intención, pero sabes lo susceptible que soy al respecto. Ven a comer a mi casa este sábado y te enseñaré en que estoy trabajando, podrás incluso ver una demostración –dijo Fernando.

 

  • Con la condición de que me permitas ayudarte si es tan bueno como dices, ¿ hay trato? –dijo su amigo.

 

  • Ya lo veremos... no es que me guste en exceso trabajar en equipo en mi tiempo libre. Ahora será mejor que vaya al lavabo antes de que sea la hora de incorporarse al trabajo.

 

Se despidió de su amigo con la mano, para entrar en el edificio situado a algunos kilómetros en las afueras de la pequeña ciudad.

 

El resto de la jornada transcurrió con total normalidad y todos celebraron que llegase el fin de la jornada de trabajo, se montaron en sus respectivos vehículos y Fernando se despidió de su amigo tras recordarle que debía estar a la una en su casa.

 

Condujo hasta su casa situada en la periferia de la pequeña ciudad y aparco su coche en un espacio ya reservado para lo mismo al lado de su casa. La vivienda no tenía garaje propio cuando la compró, aunque aprovechó un espacio colindante al añadir cemento. Entró a través de la puerta trasera que se hallaba justo en esa zona por fin en la tranquilidad de su modesto hogar, tras otra semana más de duro trabajo.

 

  • Mañana ya podré ponerme a trabajar en mi proyecto desde que me despierte, ¡ no veo la hora de tenerlo ya terminado!. ¡ Le queda tan poco! –se dijo a sí mismo.

 

Lo empezó haría unos tres años y tan solo podía trabajar en él los fines de semana y vacaciones, no se atrevió a pedir ayuda a su amigo al temer que no lo tomara en serio... era muy ambicioso por lo que optó por trabajar en solitario en el. Ahora ya podía mostrarle al menos una demostración, aunque ya prefería terminar el solo sin la ayuda de nadie.

 

Fue a hacer la cena a la cocina, cogió lo primero que le apetece de la nevera y no se complicó en exceso. Quería acostarse temprano para poder trabajar desde bien temprano en la máquina que estaba construyendo en su sótano, si realmente funcionaba... sería el descubrimiento del siglo que le catapultará al éxito sin remedio.

 

Se sentó en el sofá a comer, mientras veía un programa de la televisión que sintonizo de pasada. Era de lo más insulso, aunque le distrajo el tiempo que tardo en terminar su cena y apagó el aparato al terminar de comer. Fregó en un momento lo que había utilizado, tras lo cual subió al piso superior para acostarse en su cama.




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