La pequeña nave cruzaba el túnel hiperespacial con un piloto sintético a los mandos en una misión que encomendaban a los de su tipo, ni siquiera tenía nombre y respondía únicamente al término con el que salió de la fábrica... era GH-690, un androide programado para explorar mundos con posibilidades de ser miembros de la Liga Federal Galáctica. En esta ocasión, su objetivo es el tercer planeta de un remoto sistema solar en una de las espirales de la galaxia.
Era una misión rutinaria como las otras diez similares que ya había realizado, por lo que no se preveían más medidas de seguridad que un androide de su misma clase que se activaría en caso de emergencia para hacerse cargo de la nave.
Al no preverse que tuviera que hacer contacto, a excepción de que encontrara las condiciones adecuadas... su aspecto no era humanoide y tenía el aspecto estándar de un robot sin una capa externa de piel artificial que facilitase entablar las primeras relaciones con una nueva raza.
La especie humanoide del planeta que estudiaba ya había empezado a fabricar los vehículos espaciales que les permiten colonizar nuevos mundos cercanos al suyo, aunque debían de recurrir a la criogenización para llevar a esos colonos a sus respectivos planetas al aún carecer de motores hiperespaciales. En más de una ocasión, había resultado un éxito la incorporación de especies con ese nivel tecnológico en la Liga Federal Galáctica, por lo que era ya común enviar exploradores en esos casos que comprobaran sus posibilidades de integración.
Una señal acústica le indicó que se aproximaba al sistema solar de destino y salió del hiperespacio para maniobrar con los motores convencionales para colocarse sobre la eclíptica para evitar ser detectado por posibles sistemas de esa especie en caso de que ya dispusiera de ellos. No le llevó más de una hora alcanzar su destino a velocidad subluz, deteniendo la nave sobre el planeta que tenía que investigar. Con los sensores de largo alcance determinó la mejor forma de aproximarse al planeta sin ser detectado y lentamente fue descendiendo para colocarse en la zona oscura de su satélite rocoso, que era desde donde podía observar debidamente sin temor a ser localizado por ninguna nave o sistema de detección.
Desde su posición pudo observar la gigantesca nave en construcción en las instalaciones en órbita, que debería de llevar a los primeros colonos de esa raza a su nuevo mundo. No pudo negar que eran habilidosos y que suplían con ingenio sus limitaciones físicas o tecnológicas a la hora de verlos trabajar... Sus movimientos se veían muy limitados en el exterior por incómodos trajes espaciales que les obligaba a recurrir a multitud de elaboradas herramientas para hacer el más mínimo trabajo y eso constituía desde luego un punto a favor de ellos.
Aún no había tenido la oportunidad de verlos como eran físicamente, las sondas que notificaron a las autoridades galácticas de esos mundos no solían aproximarse en exceso por precaución… Dejando esa labor a los diferentes tipos de exploradores que enviaban en función del riesgo de la misión, la suya fue considerada de moderada peligrosidad por lo que fue encomendada a un androide especializado como el. En absoluto se esperaba que se viera obligado a hacer ese primer contacto en condiciones normales, en ese caso sería otro androide con un aspecto más amigable y menos robótico que pudiera asustarlos.
Al terminar de recopilar la información que le fue precisa desde ese punto de observación, dirigió la nave hacia el planeta al tener ya los datos necesarios para aproximarse con las debidas medidas de seguridad. Estaba programado para primero preservar la nave y después evitar todo contacto hasta tener la certeza absoluta de que podía hacerlo sin problemas, el era prescindible en caso de sufrir algún percance durante su misión e incluso se esperaba que llegase a auto cortocircuitar antes de que pudiese revelar nada en caso de caer en manos de los habitantes de esos planetas.
Ya en una órbita segura, se centró en seguir recopilando datos con los diversos sensores y cámaras de los que disponía la nave. Por fin le fue posible ver imágenes de la especie inteligente del planeta, eran de apariencia humanoide al igual que la mayoría de habitantes de ese tipo de mundos. Su piel era naranja y estaban divididos en dos sexos, que rápidamente eran identificables por sus características físicas externas... Las hembras mostraron un par de bultos en la parte del pecho de la que carecían los machos. Su experiencia ya le hizo esperar algo semejante antes incluso de recibirlas, aunque podrían variar el número de esos bultos en función de la diferente evolución ocurrida en cada mundo. Para él o la raza que lo fabricó eran un mero dato carente de relevancia, aunque para ese tipo de humanoides había notado que eran objeto de una evidente atracción por parte de los machos que le era imposible de comprender tampoco a sus creadores. A la vez recibía multitud de emisiones en diferentes lenguas de los diferentes puntos del planeta acompañados de imágenes en algunos casos, le era imposible traducirlos sin antes escucharlos al menos por una hora, cosa que dado la multitud que le llegaban no le era posible centrarse en alguno en particular. Aunque tampoco es que lo precisase en algunos casos... hablaban por sí solas al mostrar una violencia que hacía innecesario que siguiera investigando más ese mundo.
Un satélite armado con un sistema de defensa que inesperadamente entró en su órbita detectó su nave y abrió fuego con un láser contra ella, con la mala suerte que dio en un punto vulnerable empezando a fallar diferentes sistemas. Sin poder hacer nada por remediarlo, el vehículo espacial empezó a descender atraído por la gravedad del planeta. Lentamente fue penetrando en la atmósfera y no tardó en tener a su lado un par de aviones militares de diseño bastante básico que poniéndose a sus costados lo condujeron hasta una solitaria pista de aterrizaje, sus múltiples averías le impidieron aumentar la velocidad lo suficiente para dejarlos atrás.