Su casa parecía la sucursal de la tienda donde compraba los muebles. Estaba hermosamente decorada para recibir a muchas personas, solo en el comedor principal podían sentarse veinte comensales y la vajilla y cubertería ameritaron un mueble para su almacenamiento. Sin embargo, nunca fue un hogar, nadie los visitó, la vajilla no se usó nunca, suponemos que el fantasma de la mujer vestida de negro que atraviesa la mesa no se los permite.