Relatos de los mensajeros

Turno de noche

La jornada del día terminó por ser un tanto más pesada de lo habitual, sinceramente no esperaba tales emociones en el día, sin embargo he llegado a mi hogar. Me vestí con mi pijama de siempre y el clima nocturno se presentaba con cierta calidez que no era necesario cubrirme completamente con las mantas, solo un cubrí sutilmente mi torso con éstas y cerré los ojos, ya era un poco tarde, después de todo, tocaba hacer lo mío.

Sin más mi conciencia se separó de mi cuerpo, abrí la ventana y salí volando, donde casi de manera inmediata sentí una cálida esencia de dos jóvenes hermanos, los cuales dormían añorando un buen sueño esta noche por lo que me materialicé en su habitación y pude verlos a ambos dormidos en camas separadas, lucían tan lindos debo decir, no esperé más y comencé a brotar mi tan característica estela de humo fino y brillante de suaves colores morados y dorados de mis manos, esparciendo ésta entre ambos, asegurando un buen sueño para estos, pero al darme vuelta supe que aún no era tiempo de irme, pues el tercer hermano, cuya esencia no sentí al momento, no llevaba tal añoranza que los otros, él al contrario, sentía angustia, miedo, no tuve de otra que inculcar una pesadilla dentro de él, llevando una densa estela de humo de un color negro como la misma oscuridad que rodeaba la habitación.

Esta siempre era una parte un poco difícil, puesto que aunque yo quisiera darle un buen sueño, los pensamientos negativos que él tuviese terminarían convirtiendo este en una pesadilla mil veces peor de la que he puesto en él, podría haber decidido no dejarle un sueño en general, pero eso dejaría que al dormir sintiera el vacío eterno, algo que sería incluso peor que darle un buen sueño por la fuerza. Le vigilaría la noche siguiente, pues si veía oportunidad de darle uno bueno, lo haría rápido, sin más, dejé el cuarto, yendo lejos.

Grandes deseos múltiples de tener dulces sueños sentí de un orfanato al volar por la ciudad, algo que claramente no podía ignorar, estando en el centro de la gran habitación en un parpadeo, donde pude ver rostros sonrientes esperando por una cálida noche. Creé mi brillante estela y con ella cubrí a todos aquellos con dichos deseos realizando un pequeño baile de diversión por la habitación al hacerlo, sin embargo, no podría decir que cubrí completamente el cuarto, pues como el tercer hermano de hace poco, un par de niños tenían malos pensamientos en ellos, tuve que darles pesadillas e irme, no teniendo la necesidad de quedarme más en el lugar.

Me dirigí aún más lejos, estaba realmente no queriendo tener un rumbo en especial, por lo que solo me guié por la corriente del aire, dejándome llevar por la calma del momento, pero aquella calma se convirtió en angustia al darme cuenta que había terminado en los lugares conocidos como "barrios bajos", pues en estos, cuando la noche caía y era tiempo de esperar dulces sueños, nadie en la zona los deseaba, solo tenían preocupaciones, miedos, podía incluso oír sollozos de quienes dormían en lagrimas, el ambiente era tan tenso que me hizo ponerme más nerviosa de lo usual, pero entre todo eso, una pequeña luz deseaba una buena noche, fui de inmediato para cumplirlo, una vez estando en frente de dicha luz, pude ver que provenía de una niña que estaba en cama, viendo su rostro enfermo entendí el porqué querer un buen sueño, pues esa noche, sería la última para ella.

Creé la estela brillante, sin embargo cuando lancé esta a la niña, su esencia de vida se había esfumado, ya era tarde, la presión del ambiente me rompió el corazón y estallé en un grito intenso suficientes pesadillas para toda la zona, así nadie tuviera que pasar tal dolor, pero dolía, me dolía el hecho de que aquella niña, antes de morir, solo viera el vacío.

Onári, la mensajera de los sueños



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En el texto hay: misterio, historiacorta, sobrenatural

Editado: 04.02.2019

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