Así me amanecía hace 4 años.
Con una bata de hospital, con mucho miedo, melancolía y ganas de tener ya a mi bebé en brazos.
Luciana tardo todavía 9 días en llegar a este mundo.
Mi paso por el hospital (gineco 4 del IMSS) fue todo menos lo que esperé.
Tenía ideas (infundadas) horribles sobre lo que sería el trato que recibiría en ese lugar. Enfermeras gritonas, médicos poco empáticos, partos terroríficos. Pero, nada fue así.
Durante mi estancia de casi dos semanas, encontré personas maravillosas.
Enfermer@s dedicadas que, con una sonrisa, con una caricia en el brazo, con una canalización paciente, con mucha entrega y vocación, hicieron de mi paso por el hospital algo inolvidable.
"Tranquila mamita, todo estará bien, ya casi. Échale ganas".
Doctor@s que me visitaban día a día, escuchando el corazón de Luciana, haciéndome tactos (por suerte no fueron muchos), revisando mis expedientes. Pero sobre todo, dándome esperanza, tranquilidad y calidez.
Yo jamás me sentí un número más para ell@s, sentí que me veían como una persona que están pasando por un momento difícil, y supieron sin duda darme contención y acompañamiento.
Mi querida Dra. Sandy Rojas. Ginecóloga que siempre estuvo ahí, que me dijo una frase que no olvidaré jamás.
Para nosotros, es un parto más, para ustedes es el mejor momento de sus vidas. Debe ser algo inolvidable y feliz.
Y yo contesté: " para usted doctora, yo soy un paciente más, para mí, usted es alguien que no olvidaré jamás".
Hoy, 4 años después puedo llamarla una amiga entrañable.
Amig@s que hice en el hospital: Lucía, Karen, Deyanira, Ceci, Gaby, Vero, Olivia, Angie, Adriana.. entre muchas otras. Mujeres que me demostraron el significado de empatía. No solo compartíamos cuarto, piso, a veces hasta cama (cuando era necesario un abrazo), noches en vela de pláticas y hasta apuestas de galletas (que mi mamá me contrabandeaba) en un juego que cha me había llevado; también compartimos miedos, inquietudes, momentos entrañables.
Cómo paciente, tu familia te dice "todo estará bien, échale ganas" y lo hacen con todo el amor; pero esas mujeres lo decían en serio, porque estaban sintiendo justo lo que yo sentía en momentos de espera.
Mucha gente me ha dicho que tuve suerte, por el buen trato que recibí. Yo creo que la suerte es algo que uno se forja.
Las personas a mi alrededor sabían mi nombre, me regalaban sonrisas y un trato amable porque eso es lo que recibieron de mi desde el primer momento.
Aún en una cama de hospital no perdía esa chispa. Bromeaba con l@s doctor@s, enfermer@s y camilleros.
Cómo no estaba conectada al suero (porque solo estaba en observación), me pasaba los días enteros de pasillo en pasillo, de cama en cama, compartiendo chistes, sonrisas, masajes y prestando un TvNotas que mi mamá me había llevado.
Dibujaba mandalas en mis ratos libres y cantaba bajito cuando me quería ganar la tristeza.
Nos despertabamos temprano todas ahí, desayunabamos y nos poníamos "guapas, un baño, una cepillada de cabello y la mejor sonrisa, esperando la hora de visita en donde nuestras familias iban a darnos un ratito de alegría y de apapachos.
Yo siempre me quedaba igual, salía mi mamá o cha por aquel pasillo y yo solo me iba a mi cama a llorar como una niña. Odiaba tener que verlos solo una hora en cada turno y me deshacía el corazón estar tantas horas sola.
Pero después de unos minutos de llanto, me limpiaba las lágrimas y salía nuevamente a los pasillos, entre las camas para chismorrear, para platicar.
Le di masaje en las piernas y espalda a mis compañeras en labor de parto (antes de dilatar a 5 porque ahí es cuando te bajan a toco), echaba porras a las que les decían que debían esperar unos días más.
Y así el tiempo me era útil y me sabía menos amargo.
Un día, durante la visita, estando con mi mamá escuché a una enfermera gritar "¡rápido! Camilla de urgencia".
Corrí al pasillo para ver salir a Gaby, en su camilla, con una doctora deteniendo sus piernas porque estaba a punto de parir ahí mismo.
Sentí tanta emoción que me solté a chillar y solo atiné a gritarle desde mi pasillo "suerte Gaby!!! ¡Pújale fuerte! Todo va a salir bien". Y salió bien. Una nena hermosa y muy sana.
Las noches entre luces tenues y quejidos de las que estaban en labor me hacían inquietarme, pero trataba de pensar positivo.
Un día en un ataque de ansiedad le llame a cha "sácame de aquí, quiero volver a mi casa". Platico conmigo y entre él, enfermeras y compañeras me dieron esa seguridad que necesitaba para entender que lo mejor era estar ahí.
Y así, entre risas, llantos, angustias y mucho amor llegó Luciana. Rodeada de seres maravillosos que hicieron de esos días de espera algo inolvidable.
Han pasado 4 años de eso, y lo recuerdo con mucho cariño... Tanto, que me muero por volver a vivirlo jajajaja
Ustedes, ¿Cómo vivieron esa espera? ¿Que tal fue el lugar donde fueron a luz?
Besos nocturnos,
Mrs. (Nostálgica) UnRight