5
Desplazándose entre sus dominios el cura transmitía su predica con fuerza y un fervor apasionado. Las personas hipnotizadas seguían sus pasos, el silencio de la sala solo era interrumpido por las acusaciones del padre.
— ¡EL DEMONIO DISFRAZADO ATACA CON FUERZA, PERO NO TEMAN HERMANOS YA ESTAMOS CERCA DE DARLE CASA. EL IMPURO NO TRIUNFARA EN ESTA CIUDAD!
Isabela miraba de reojo a su esposo, en los ojos de este se difuminaba un fanatismo obsesivo. Cuando el cura calló, Juan fue el primero en aplaudir y ponerse de pie. Sin notarlo, su esposa junto a su hijo se dirigían a la salida.
— esta noche daremos casa a ese demonio, sé que se esconde en una playa cercana. También se cómo hacerla salir. Estén listos hermanos, hoy es su prueba final ante los ojos de su creador.
El conjunto de hombre alrededor del padre rugía con fuerza. Apretando los puños Isabela se dirigía hacia la salida, en los ojos de su pequeño se reflejó su preocupación.
“no permitiré que le hagan daño, ahora yo conozco la verdad sobre ustedes”
Tomaron un taxi a la salida de la iglesia. Su casa quedaba a unas pocas cuadras, sin embargo Isabela dio otra dirección, su hijo la miro con sorpresa, sin protestar se acomodó en el asiento. Cabizbajo y apretándose los dedos balbuceaba algunas palabras.
— mama… yo… tengo algo…. que decirte…
— Lo sé, se todo sobre Auri. Ella está en peligro— Isabela suavizo su severa mirada, posando una mano sobre la cabeza de su pequeño, agrego— eres un niño maravilloso, vi como compartías tu comida con esa niña, pero esto ya es cosa de adultos.
— no comprendo ¡Auri es solo una niña inofensiva! todo lo que dice el cura es mentira…
— Y yo te creo— le interrumpió— no puedes entender a los adultos. Como dijo Auri, a medida que crecemos nos hacemos más incomprendidos.
— ¿Auri dijo eso?
— te sorprendería la sabiduría en sus palabras.
Llegaron a un conglomerado de edificios, tocaron en uno de los apartamentos hasta que una señora gorda y llena de maquillaje les abrió la puerta.
— te quedaras con tu tía por un par de días.
— Quiero ir contigo— protesto Adrián aferrándose a su madre— déjame ayudarte
— debo hacerlo sola— susurro— es un trabajo, para la más grande incomprendida.
Adrián derramo algunas lágrimas antes de separarse de su madre. Guiado por su tía se dirigió al interior del departamento.
“¿incomprendida? Ahora lo entiendo Auri, fui tan estúpida. No comprendía mis propios sentimientos, no comprendía la propia cruel realidad a mí alrededor. Deje de buscar mi razón de ser y me ajuste a una vida tradicional y acomodada, sin comprender que me volvía una esclava. ¡Incomprendida! El nombre me calzaba perfectamente”
Llego a casa a preparase. Le esperaba una larga noche.
6
Fue una noche de luna llena, el astro resplandecía como un sol moribundo. Algunos gatos salían de sus escondites escapando por los tejados, buscaban roedores con los cuales divertirse o solo estirar las patas.
Unos ojos amarillos acuchillaron la oscuridad, su pelaje negro se desplazaba por la noche formando parte de ella. El enorme gato negro volteaba la cabeza y al verla acercarse aceleraba su marcha, sin embargo no era capaz de perder a su perseguidor.
Salto desde un bote de basura pero fue capturado antes de caer al suelo, maulló y pataleo, sin embargo el suave tacto en su melena lo calmo. Auri, con el minino en brazos se dirigió hacia la enorme cruz recién colocada en la iglesia de la ciudad.
“Por qué un hombre debe estar tan triste, la tristeza y los pecados del mundo no se pueden curar con más tristeza. Necesito hacerlo sonreír”
Pensó mientras trepaba por el techo de la iglesia.
Una de las viejas tejas cedió ante su efímero peso y Auri rodo con el gato en brazos.
— lo siento mucho maestro de las tinieblas, dale un beso a las sombras de mi parte.
Dejo al gato sobre el suelo y este se escabullo entre los techos. Auri se limpió sus ropas antes de marcharse pero unas sombras cercanas llamaron su atención.
Un hombre joven con una enorme sotana blanca tenia a un niño sobre las piernas, le daba algunos dulces, sin embargo el niño parecía intranquilo. Auri se acercó raptando por el techo hasta ser capaz de oírlos.
El hombre con sotana metió una de sus manos entre los pantalones del niño, con la otra le tapó la boca, el pequeño se estremeció con lágrimas en los ojos, no obstante sus fuerzas resultaron insuficientes para zafarse.