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Las dos camionetas se estacionaron en frente de ella. Juan se acercó casi corriendo, cortando la brisa con su mano para estamparla en el rostro de Isabela. Un hilo de sangre resbalaba por su labio.
— ¿eso es todo? Hoy estas más cariñosos de lo acostumbrado.
— ¡DEVERIAS ESTAR EN CASA CUIDANDO DE NESTRO HIJO! ¿¡QUE HACES AQUÍ!?
Isabela espero tranquilamente la llegada del grupo de hombres. Los miro con odio y asco.
— he venido a detener a los verdaderos demonios
Los hombres se precipitaron con las serenas palabras de la mujer. Uno de ellos (el que todavía tenía un poco de conciencia) desenvaino su cuchillo.
— no puedes probar nada, estúpida perra— chillo con el arma en alto
— ¡acaso enloqueciste! — Respiro Juan profundamente— tienes cinco segundos para largarte.
Isabela se acercó quedando a un palmo de distancia.
— tú tienes cinco segundos para largarte y entregarte a la policía, querido.
La cachetada rugió como una ola de mar. Isabela se puso de pie con el labio totalmente destrozado.
— Ese golpe si me recuerda al verdadero tu
— hermano Juan, matemos a esa perra, acoso no tienes otra mucho más buena por ahí.
Hubo algunas risas y vítores. Juan desenvaino su cuchillo.
— no me hagas tener que usarlo.
— Pintas, robos, violaciones y la matanza de casi todos los perros de la ciudad, fueron muy cuidados al provocar miedo. Usaron el nombre de dios para cometer atrocidades y culpar de todo a una inocente niña, incluso la demonizaron. Todos ustedes no son más que borregos siguiendo a un pedazo de basura. Ustedes serán los que arderán en el infierno.
— tenemos la protección de un sacerdote, todo lo hicimos en nombre de dios. No sabes nada, atacamos a los negocios de los homosexuales, ellos no pueden vivir junto a nosotros, su sola existencia es una blasfemia contra dios. Las bestias tampoco pueden vivir a nuestro lado por eso las sacrificamos sin causarles dolor. No importa lo que hayas visto o interpretado, no te servirá de nada, nuestra cruzada será recompensada por el todopoderoso.
Juan dio algunos pasos con el arma, sus palabras tenían una base sólida. El padre ya los había absuelto de sus pecados. Todo estaba bien. Nada podía fallar.
— Todos ustedes están enfermos, y se les escapa algo fundamental…Si tengo pruebas.
Isabela alzo su móvil. Su esposo detuvo su marcha, con el rostro desencajado dejo caer el cuchillo.
Los demás hombres se precipitaron cuando Isabela pasó las imágenes. Todos se reconocieron en las imágenes degollando a los perros.
— Es imposible. Teníamos la zona vigilada, el perímetro estaba vacío, yo mismo me asegure de despejarla. Cómo pudiste…
— aprendí a ser escurridiza de una gran maestra, de esa a la que llaman demonio.
Arrodillándose para coger su arma, cabizbajo, Juan murmuraba mientras retorcía sus manos.
“las mismas manías que su hijo, haga lo que haga está perdido”
— Siempre lo arruinas todo— el susurro apenas se oyó— como pude enamorarme de una persona como tú. Eres el peor error que he cometido en esta vida.
El movimiento fue rápido, con el filo del arma apuntando a su cuerpo, Isabela apoyándose de su instinto apenas pudo evitar la envestida. Sin embargo sentía un tibio líquido recorriendo por su abdomen. Las embestidas siguieron.
“voy a morir, no quiero morir, no por las manos del hombre al que una vez ame”
— ¡alto o disparo! ¡Todos pongan las manos sobre la cabeza y tírense al suelo!
Súbitamente se encontraron rodeados de policías. Alumbrados por linternas y apuntados por pistolas, la mayoría se rindió pacíficamente, claro que algunos intentaron huir, Juan fue uno de ellos. Corría gritando su inocencia y justificaciones, una bala de goma en la cabeza lo cayó por el resto de la noche.
>> — está bien señora— el policía se acercó a la mujer que no paraba de llorar — ya todo ha terminado, el no podrá tocarla en mucho tiempo, fue muy inteligente de su parte contactarse con la central. Lamentamos llegar un poco tarde.
“llegaron justo a tiempo. Ya deja de llorar, ¿Por qué no puedo dejar de llorar? ¿Por qué es tan difícil dejar de amarlo?”
Isabela se secó los ojos, ayudada por el policía se puso de pie. Con asco miro al grupo de hombres abordar esposados las patrullas.