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Con paso firme salió de casa. El miedo susurro con fuerza sobre sus oídos cuando este vio a lo lejos a Flavia paseando con su inseparable amiga de camino a clases. Alberto cerró los puños y se acercó a ella. No dio tiempo a las chicas para evitarlo y comenzó a cantar junto a su guitarra. La gente de los alrededores detuvo su marcha para escuchar al extraño e intrépido músico. Con una canción escrita por el mismo quería expresar sus sentimientos a la chica a la cual había atesorado por tanto tiempo, esperaba que sus sentimientos llegaran a ella. Aunque sea como un suspiro.
Al terminar su interpretación se escucharon algunas palmas que rápidamente fueron ofuscadas por la risa estridente de Flavia y su amiga que rápidamente se fueron. Algunos chicos universitarios se le acercaron para darle ánimos pero el apenas si los escuchaba.
Llego al colegio y no entro a clases, se quedó escondido con su fiel guitarra. Tocaba algunas canciones de Nirvana, cuando la más odiosa y aguda voz de todo el mundo causo que sus bellos se erizaran.
— te encontré gusano
— ¿Cristian?, ¿Qué haces aquí?— pregunto Alberto poniéndose de pie.
Alberto era alto para su edad pero ni aun así se comparaba con el armatoste de músculos que era Cristian. Con su metro ochenta, casi ochenta kilos y aguda voz, era apodado como el gigante chillón. Este tomo desprevenido a Alberto y le arrebato la guitarra, la alzo en el aire y con fuerza la estrello contra el suelo. El crujido de la madera haciéndose añicos rompió algo dentro de Alberto. Este se lanzó contra Cristian, sin embargo sus esfuerzos fueron inútiles.
Entre risas se marchó, dejando tendido a Alberto en el suelo recogiendo los pedazos de la guitarra que prometió devolver. Una promesa que ya no podría cumplir.
Lo único que se salvó de la masacre fue la parte donde se leía la frase: “la vida es una canción con notas agridulces” ¿dulces? Se preguntó amargo. La vida no tiene nada de dulce. Se guardó el trozo de madera en el bolsillo y dejo el resto sobre el frio suelo. Con lágrimas en los ojos inyectados de sangre, comenzó su recorrido de vuelta a casa.
Justo antes de salir del colegio vio la silueta de Flavia y Cristian escondidos tras un muro. Ambos se besaban locamente. Alberto estaba a unos metros de ellos y no notaban su presencia.
— un idiota me canto una canción de camino a la escuela. ¡Enserio! ¿Quién hace eso en pleno siglo veinte uno? Que perdedor
Cristian se unió a sus risas.
— lo se querida, tu amiga me lo conto y ya me encargue de él. No volverá a fastidiarte nunca más.
Ambos comenzaron a reírse.
Alberto siguió su marcha con los puños fuertemente cerrados, de entre todos los lugares su casa era el sitio donde menos quería estar. Cabizbajo llego al primer bar que visito en su búsqueda. Con una sonrisa desquebrajada se sentó en la barra y pidió el pisco más fuerte. Había escuchado de algunos clientes que esa bebida te hacia olvidar las penas y si eso aminoraba su dolor quería probarla. El camarero le alcanzo la copa con aquel transparente brebaje.
— Los niños no deben de tomar estas cosas— replico una fuerte voz mientras una mano sujetaba su muñeca.
— ¿Quién eres tú?— replico Alberto asustado.
— sigues tan tímido y asustadizo como la primera vez que viniste a este lugar.
El extraño se arremango la chaqueta y dejo a entrever su tatuaje. Una frase tatuada en su piel. Alberto no se desidia si reír o llorar, solo sacó del bolsillo del pantalón el trozo de madera donde aún se podía leer la frase y lo puso junto al brazo de aquel extraño. Leyó con fuerza
La vida es una canción con notas agridulces
— así es muchacho, estuve siguiendo tus pasos de cerca. Yo fui el que dejo esa guitarra tirada en medio de la calle con esa frase. Lo hago con cada ciudad en donde toco, lo hago para ver cómo reacciona la gente y tú eres el primero que pensó en devolverla.
— ¿Qué significa?— mascullo Alberto fríamente.
— dijiste algo pequeño
— ¿¡Qué significa la frase!?
— ¿aún no la comprendes? Pensé que eras tonto pero no tanto, la vida no es fácil pequeño, nunca lo fue y nunca lo será pero al igual que una buena canción quiere ser escuchada. Con sus tonos dulces y agrios es bella, es bella por transmitir sentimientos y deseos imperfectos. TU FUIESTE EL UNICO QUE CONTINÚO BUSCANDO Y LUCHANDO. LA VIDA TE TUMBARA AL SUELO PERO DEPENDERA DE TI LEVANTARTE. Sé que te levantaras.