Relatos de Muerte con Sabor a Vida

Tres segundos (primera parte)

1

Se necesitan tres segundos para despertar interés por una persona.

La vio pasar levantando tras de sí una leve brisa perdiéndose en un mar de personas deambulando fascinadas entre galerías. Intento seguirla perdiéndose en un laberintico corredor lleno de frases y escritos, la “Casa de la Literatura Peruana” lo embullo en sus entrañas.

Subió unos relucientes escalones de caoba pulida, pequeños resquicios de una lima opulenta, deteniéndose en la planta alta frente a la exposición central del museo. Una sala completa con la vida y obra del célebre Mario Vargas Llosa.

Una frase llenaba en plenitud una pared, era imposible no leerla.

“escribir no es un pasatiempo, sino un deporte. Es una servidumbre que hace de sus víctimas unos esclavos”

— es mi frase favorita

Una voz chillona pero que el encontraba melodiosa rompió el silencio.

— esa frase guarda una gran verdad oculta para la mayoría de las personas, pero aun así Llosa es uno de los autores que más aborrezco, escribir acerca de cómo sedujo a su tía y se casó con su prima no tiene nada de celebre.

La dama rio levemente sin desprender los ojos del escrito. Busco una respuesta ingeniosa y al no encontrarla estiro el brazo golpeándolo en el hombro derecho.

— no dejare que insultes a mi autor preferido, tendré que criticar un poco a ese tal Carlos Ruiz Zafón, un melancólico catalán al cual admiras tanto, no es ni la millonésima parte de escritor que Vargas Llosa.

Fingió dolor por el golpe quejándose mientras giraba la cabeza. Pudo contemplarla con tranquilidad, en un mundo agitado.

Sus cabellos claros caían en cascada por la espalda bordeando un rostro un poco afilado pero de facciones delicadas, algunas pecas adornaban la pequeña nariz resaltando en una piel blanca casi pálida, sus ojos te dejaban con palabras inefables atoradas en la garganta para describir su profundidad, bajando la mirada por las gráciles curvas apenas definidas en su delgado cuerpo.

— a…. a pasado tiempo desde la última vez que te vi, no has cambiado nada Flavia

— Tu sí que has cambiado Carlos, te has vuelto más feo— rio mientras lo abrazaba — que gusto volverte a ver.

Rondaron las demás galerías casi sin interés, dirigiéndose a la salida. El frio viento de las calles nocturnas de lima los obligo a cobijarse en el “bar Cordano” continuando con su charla.

Ambos se habían conocido en un centro de preparación preuniversitaria hace algunos años, congeniaron rápidamente al tener aspiraciones profesionales parecidas. Querían ser ingenieros, no tenían demasiado claro el por qué, pero lo querían a toda costa.

Después de arduas sesiones de clase y estudio salían a comer algo causando un alboroto en las calles por las bromas que se jugaban. Los desconocidos apreciaban a una pareja de enamorados sin embargo solo eran buenos amigos cada uno en una relación diferente.

Carlos salía con Leslie, una chica de su ciudad natal con la que llevaba una relación desde el colegio. Flavia acepto las pretensiones de su vecino el cual la había galanteado por años.

Los pensamientos románticos no pasaron desapercibidos entre ellos, dándose un fugaz beso una tibia noche de verano pasados de copas, no se hablaron por algunos días reestableciendo su amistad con una regla. Tenían prohibido enamorarse.

La ruptura total de su amistad llego meses después de aquel beso. Flavia paraba taciturna la mayoría del tiempo dejando de lado sus afiladas bromas por suspiros de duda y cansancio, Carlos la observaba en silencio. Los días fríos del cambio de estación apagaron paulatinamente la chispa de vida en Flavia, su amigo no pudo morderse las palabras por más tiempo liberando la pregunta que apretujaba hace días. “¿qué te pasa?”

— “tengo muchas dudas acerca de qué hacer con mi futuro”— miraba el piso como buscando respuestas, su voz era débil, sin emoción, sin pasión. Fijo sus enormes ojos en los de Carlos— ¿Por qué quieres ser ingeniero?

— Porque mi padre y mis tíos lo son, al igual que tu padre— respondió casi automáticamente.

— ¿solo por eso? No es suficiente, dime algo más profundo, necesito estar convencida para estudiar ingeniería ¡por favor! Estos días han sido un tormento de dudas y charlas agobiantes por parte de mis padres.

Un marullo de ideas trabó sus palabras ¿Por qué estudiar ingeniería? Claro que se lo había preguntado en más de una ocasión respondiendo igual que ahora, no obstante Flavia tenía razón, no era suficiente para dedicar tu vida entera a esa profesión. Guardo silencio.

— ya veo, tú tampoco lo sabes. Pero gracias, ya sé que debo hacer.

Se despidió dándole la espalda acercándose al taxi más cercano. Un roído auto gris pasó frente a él llevándosela mientras permanecía callado.

La mañana siguiente Flavia no fue a clases, al transcurrir la semana Carlos descubrió por fuentes externas el abandono de su amiga por la carrera de ingeniería Industrial preparándose en otro centro especializado en el ámbito de humanidades. Primero ardió una fuerte ira en su interior eran apenas unas semanas cuando habían planeado una visita a la Universidad Nacional Agraria la Molina, casa de estudios enfocado en ingeniería con aspectos agrícolas, ahora ella lo abandonaba. Entristeció algunas semanas enfocándose plenamente en sus estudios ingresando a la carrera y universidad tan anhelada al poco tiempo.



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En el texto hay: desamor, amor, esperanza y conflictos

Editado: 11.12.2021

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