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Flavia
Una respuesta a una pregunta debe demorar menos de tres segundos para considerarse sincera.
— me gustas ¿saldrías conmigo?
Las mejillas de Flavia ardían en un rojo escarlata al formular la pregunta, conto mentalmente, uno, dos… brazos rodearon sus hombros transfiriéndole un agradable calor.
— Si— le susurro Carlos al oído— con lo insoportable que eres creo ser el único en aceptarte.
Un duro golpe en el flexo lo dejo sin aire apartándose de ella cayéndose de rodillas.
— tardaste demasiado en responder, estuviste al límite. Deberías estar agradecido al tener a una chica tan linda interesada en ti. Me aburrí de tu cobardía teniendo que ser yo la que se declare, tienes tres segundos para ponerte de pie o reconsiderare mis sentimientos.
Sonriente camino despacio hacia un jardín donde crecían flores de jazmín. Se acostó sobre el césped aun húmedo por el roció observando de reojo cómo se acercaba Carlos, cerró los ojos para suspirar mientras recordaba el transcurso de meses pasados.
Después del primer encuentro intercambiaron números whatsappeandose mañana y noche, tras algunos días se pusieron de acuerdo para encontrarse en un parque cercano un sábado por la tarde. La química entre ellos no había menguado en lo más mínimo, las horas fluían desbocadas mientras charlaban de diversos temas, solo con él podía explayarse libremente sin temor de ser juzgada, solo con él sentía tristeza cuando se despedían al ocaso de un sol moribundo.
Las citas frecuentaron viéndose interdiariamente, compartieron secretos y miedos, pasiones y sueños. Una tarde grisácea de vientos helados en la capital, arranco uno de los secretos más guardados del interior de Carlos, amaba escribir y le aburría levemente el mundo de los números y la ingeniería. Pregunto nuevamente
— ¿Por qué quieres ser ingeniero?
Contrariamente al silencio hablo lánguidamente.
—Por complacer a mi padre, tiene todas sus perspectivas puestas en mí al ser su único hijo varón. Muchas veces lo escuche decir que el arte no paga en este país muriendo de hambre y miseria, que los escritores son personas bohemias de mentes fantasiosas al filo de la locura. La idea del trabajo duro para mantener una familia está implantado en lo más profundo de su ser. ¿Te imaginas como se pondría al enterarse que el hijo que gano concursos de matemática y fue su ayudante de topografía desde niño le diría de la noche a la mañana que quiere ser escritor? Mi madre es un poco más flexible pero también comparte la filosofía de mi padre. Ella no pudo estudiar en una universidad por falta de apoyo y piensa que la ingeniería son las mejores carreras. No quiero decepcionarlos, no podría cargar con esa culpa.
Lo escucho atentamente, inconscientemente saco un pañuelo del bolsillo secando lágrimas fugadas de los ojos de Carlos
— ¿podría leer algunos de tus escritos?
Horrorizado agacho la cabeza, se discutía retorciéndose los dedos como escapar de la situación. Guardaba lo poco que escribía en una caja con cerrojo, ocultando la llave en otro cuarto, ni siquiera se lo había contado a Yanira (la hermana más cercana y de mayor confianza) una mano se posó en su muslo derecho escarapelándole el cuerpo.
— no me molestare si no quieres hacerlo, mi mayor sueño es convertirme en escritora para poder sacarme todo lo que llevo dentro y escaparme un poco de la agobiante realidad. Una vez el mismo Mario Vargas Llosa me dijo que la única manera de conocer a una persona era leyendo lo que escribe, por eso me gusta escribir, porque ni siquiera yo me conozco realmente. Si me muestras tan solo algo de lo que escribes entonces hare cualquier cosa que me pidas, excepto el sexo, eso queda descartado.
— nunca se te escapa nada— seco los rezagos de lágrimas con el pañuelo que desprendía un leve olor a jazmines devolviéndoselo a su dueña— Ernest Hemingway decía que odiaba leer lo que otros escribían porque si era malo era una pérdida de tiempo y lo odiaba más si era bueno porque no lo había escrito el. Creo que lo que escribo no es bueno, son locas ideas plasmadas en un papel para no explotar en mi cabeza ¿aun así te interesan leerlas?
— Si. Es lo que más quiero en el mundo, así que no te hagas de rogar y tráeme tu mejor historia. Tienes tres segundos para ponerte de pie y tres horas para volver, esperare más si es necesario.
— Pero ya está cerca la noche y estas en top, además mi casa…
— uno, dos…
Rápidamente se puso de pie colocándose la mochila al hombro.
— tu ganas, estaré aquí en un par de horas, pero no me culpes luego si te agripas.
— ya vete, te dije que esperare.
Demoro cuatro horas en regresar, corrió diez cuadras debido al tráfico tortuoso de las calles.
— más te vale que la historia este buena o te ganaras un golpe donde más le duele al hombre.
Carlos se desparramo en el asiento envuelto de sudor, extrajo de la mochila una casaca y un manuscrito de hojas amarillentas siendo arrebatadas de sus manos.