Relatos de Muerte con Sabor a Vida

Tres segundos (tercera parte)

3

Carlos

Se necesitan al menos tres segundos para pensar que decir y no dañar los frágiles sentimientos de las personas, en especial de las que amas.

Las noches se vuelven cortas cuando fluyen las ideas, se dice que los escritores son buenos oyentes de pecados y placeres presentándose en forma de musas que susurran las historias. Con la música de la laptop a todo volumen y el movimiento desbocado de sus dedos, Carlos plasma el dulce susurro de una musa, las horas se burlan despejando la noche con el brillo del amanecer.

Los ojos aquejan el esfuerzo nublándole la vista levemente, toma un baño de agua helada para despertar al cuerpo. Sonríe al dar los últimos retoques al relato en el cual trabaja desde hace algunos meses, satisfecho imprime el manuscrito.

“esta historia le encantara” piensa mientras se peina.

Camina deprisa entre tímidos rayos de sol hasta el paradero más cercano. Rodea la pequeña plazuela a paso lento contemplando como Flavia da vuelta las roídas páginas de un libro antiguo con sus delgados dedos, se acerca lentamente por detrás asustándola con un fuerte grito. Aminora los golpes mostrándole un pliegue de papeles.

Espera distraído en el celular riéndose levemente con los gestos y lágrimas de su enamorada, le entrega un pañuelo cuando deja el manuscrito sobre la banca.

— te odio, siempre me haces llorar con tus historias.

— ¿te gusto?

— me encanto, no me convenció el estilo pero mejoraste en la sintaxis y prosa, también elogiare lo bien argumentado y estructurado de la historia, le pongo un ocho en base a diez, nada mal…

Cogió su pequeña cabeza con ambas manos acercándola para robarle un beso.

— eres la crítica más ponzoñosa que conozco ¿Qué debo hacer para tener un diez?

— eso dependerá de lo que hagamos el día de hoy.

Rieron permaneciendo abrazados por las embestidas del frio viento ocasionado por el vaivén de los autos.

Flavia se pone de pie como un resorte, algo habitual en ella, lo coge de la mano para salir disparada del parque sin ningún rumbo. Cruzan la pista cuando la luz apenas cambia de color esquivando autos y autobuses refugiándose en un pequeño café de todos los insultos de amargados conductores, aun ríen cuando un joven se acerca a tomar sus pedidos, ordenan dos cafés y tres cruasanes. Carlos no termina de comer cuando Flavia lo saca del local a toda prisa.

—  El Uber que pedí está cerca, rápido tortuga.

Suben a un auto negro conducido por un hombre de la tercera edad de muy pocas palabras, Flavia también permanece callada. Carlos no soporta el silencio y la sonrisa malévola en los labios de su amada.

— ¿adónde vamos? — pregunta susurrándole en el oído.

— A mi casa. Mi mama leyó los mensajes de mi celular cuando estaba distraída y quiere conocerte, pero no tengas miedo papá llegara tarde a casa y no sabe nada de ti, y créeme que es lo mejor con lo celoso que es de seguro te mataría. Descuida cariño le caerás bien a mi mama

Antes de protestar bajaron cerca de una casa rodeado de un bonito jardín, Flavia le explicaría luego que el pasatiempo de su padre consistía en arreglarlo.

La madre de Flavia recibió a los invitados con un abrazo invitándolos a pasar a un comedor arreglado de forma victoriana. La señora se presentó como Luciana, apenas dejaba hablar a Carlos aun cuando lo bombardeaba con preguntas, tuvo que abandonarlos al recibir una llamada.

— le caíste bien a mi mamá, pero no es tan difícil, le caen mal las personas que hablan demasiado y no parpadean. Sí, es raro, que bueno que tú eres todo lo contrario, me encanta que sepas escuchar y parpadees normal. Somos una familia rara, mi papa es arquitecto y pasa todo su tiempo libre arreglando su jardín, en la mesa solo habla de flores y hiervas sin embargo aun cuando sus facciones siempre muestran una mueca molesta es muy romántico y detallista, planto jazmines bajo mi ventana para poder olerlas cada mañana y despierta a mi mamá con una rosa de diferente color. Amo a mi familia, tú ya eres parte de ella.

Con los ojos desencajados y una expresión de asombro no podía responder. La señora Luciana los interrumpió entrando a la sala con una sonrisa de oreja a oreja colocando un plato más sobre la mesa. Miro a Flavia.

— tengo excelentes noticias, tu papá salió antes del trabajo ya está por llegar.

No mentían al describir la hosca tez de su padre, se presentó con un fuerte apretón de manos lo que denotaba su autoridad sentándose al lado de su esposa.

El padre de Flavia se llamaba Rodrigo Altamirano Fernández era un hombre nacido y cuajado en el campo inclinándose a estudiar en la capital, hijo mayor de una familia de cinco hermanos varones, con la muerte de su padre él se encargó de la educación y alimentación de su familia teniendo el tiempo para sobresalir académicamente y ganar una beca en la UNI para estudiar arquitectura. Rápidamente se hizo un nombre entre las mejores constructoras del país teniendo como meta cercana abrir su propia empresa.

La comida transcurrió tranquilamente con preguntas lanzadas calculadamente, pareciera que sus padres llevaban tiempo preparándose. Atrajo la atención de Rodrigo al comentar cierto modo de riego que estaban experimentando en la universidad conversando fluidamente hasta terminar los platos principales, el postre atrajo preguntas más atrevidas como metas, proyecciones futuras y también las intenciones con su hija. Despejo su mente respondiendo con la verdad y el corazón, las respuestas parecieron gustar por los gestos de los anfitriones.

Al terminar de comer Flavia se excusó arrastrando a su novio, apenas pudo despedirse, sacándolo de la casa llevándolo al paradero más cercano.

— Esos dos me tendieron una trampa, no puedo creer que le calleras bien a mi padre, eso es de locos. Nunca pude tener una conversación tan larga con él, mi madre también te adora me dijo que eres bienvenido cuando quieras. Creo que ellos hubieran adorado un hijo como tú. Ahora muero de ganas por conocer a tu familia esta vez yo me los robare, me amaran y querrán adoptarme.



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En el texto hay: desamor, amor, esperanza y conflictos

Editado: 11.12.2021

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