Nunca me gustó el silencio, pero desde que me mudé a ese edificio, le tomé miedo.
Era un lugar antiguo, en el centro de Montevideo.
De esos con ascensor de jaula, pisos de madera y puertas altas que siempre se quejan al abrirse.
Lo alquilé porque estaba barato, y porque me pareció acogedor.
Solo eso.
El dueño me dijo algo antes de irse:
—Si escuchás ruidos raros, no les respondas.
Pensé que bromeaba.
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La primera semana todo fue normal.
Un poco de humedad, olor a historia, vecinos tranquilos.
Hasta que una madrugada escuché un susurro.
Vení…
Me levanté, confundido.
La voz venía del baño.
Encendí la luz: nadie.
Solo el espejo empañado, aunque no había ni una gota de vapor.
Me acerqué.
Y, sin pensarlo, pregunté en voz baja:
—¿Hola?
El espejo pareció vibrar, y en el vidrio apareció, como dibujado con un dedo mojado, una palabra:
“Hola.”
Sentí un escalofrío.
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A la mañana siguiente se lo conté a Laura, una compañera del trabajo.
Se rió.
—Estás solo, te sugestionás. Pasame la dirección, así te llevo un sahumerio —bromeó.
Pero cuando se la dije, su sonrisa se borró.
—¿El edificio del 18 y Canelones? ¿Con el portón verde?
—Sí, ¿por?
—Mi tía vivía ahí. Dijo que escuchaba voces. Que alguien la llamaba desde las paredes.
No dije nada.
Pero esa noche no pude dormir.
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A las tres y veinte exactas, el ruido volvió.
Primero fueron pasos, luego un golpe seco.
Y después, otra vez, esa voz.
—Andrés…
Me quedé helado.
Nadie en el edificio sabía mi nombre.
—¿Quién sos? —pregunté.
Silencio.
Y luego, el sonido de un llanto, tan real, tan humano, que sentí la necesidad de consolarla.
—¿Necesitás ayuda?
La voz respondió, entre sollozos:
—Quiero salir.
Golpes. Tres, seguidos, desde adentro del muro.
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Fui al pasillo.
Golpeé la pared.
—¿Dónde estás?
—Atrás.
El tono cambió. Ya no sonaba triste, sonaba… ansioso.
—¿Cómo te llamás? —pregunté.
—Ela.
Esa misma noche, en el ascensor, una vecina anciana me miró fijo y dijo sin que yo le hablara:
—No le hable más. Cuanto más la escuche, más la va a oír.
Le pregunté qué sabía.
Ella bajó la mirada.
—Ela vivía en tu apartamento. Desapareció en el 84. No encontraron su cuerpo. Dicen que la pared la tragó.
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Pasaron días sin dormir.
La voz me seguía, aun con el televisor encendido o la radio al máximo.
Hasta empezó a responderme antes de que hablara.
Yo pensaba algo… y ella lo contestaba.
Una noche dije en voz alta, sin querer:
—Quiero irme de acá.
Y Ela respondió, desde todos los rincones:
—No podés.
La bombilla parpadeó, el aire se volvió espeso.
El espejo volvió a empañarse.
Esta vez decía:
“No fue mi culpa.”
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Fui a buscar los archivos del edificio.
En el registro encontré una nota del 5 de agosto de 1984:
> “Inquilina Eladia Moreira. Reportada desaparecida tras una discusión con su pareja. Último registro de agua corriente a las 3:20 a.m.”
Las tres y veinte.
La hora exacta en la que siempre escuchaba los ruidos.
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Decidí enfrentarla.
Esa noche la esperé.
A las tres y veinte, el espejo comenzó a empañarse otra vez.
Tomé el marcador y escribí sobre él:
“¿Qué querés de mí?”
Del otro lado, como si otra mano escribiera, apareció la respuesta:
“Que me mires.”
Y entonces la vi.
El reflejo se deformó.
El vidrio tembló y, por un instante, una figura femenina se dibujó detrás de mí: cabello largo, piel pálida, ojos huecos.
—¿Por qué estás acá? —pregunté.
—Porque vos abriste la puerta.
El espejo se agrietó.
La luz se apagó.
Y del muro, detrás mío, salió una voz múltiple, como si mil bocas hablaran al mismo tiempo:
—Todos los que escuchan… se quedan.
Sentí que algo me tiraba hacia el vidrio.
Luché, grité, pero el reflejo me imitaba con un segundo de retraso, como si no fuera yo.
Hasta que logré soltarme y corrí hacia la puerta.
Cuando la abrí, el pasillo estaba vacío, pero las paredes… respiraban.
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Me mudé al día siguiente.
No volví nunca más.
Pero a veces, cuando me afeito frente al espejo o me lavo los dientes, el vapor deja ver una palabra que aparece sola:
“Gracias.”
No sé si Ela se fue, o si me sigue.
Solo sé que, cada tanto, a las tres y veinte, escucho un leve golpe en la pared,
como si alguien todavía intentara salir.
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Editado: 08.10.2025