Relatos de terror

Hay un niño en las miperas

Las horas pasaban demasiado lento en el hospital, mis ojos se cerraban involuntariamente y podía sentir mi cuerpo demasiado pesado. Es un hecho que tomar los turnos de la noche es demasiado cansado, mi trabajo se desempeña en recorrer los pasillos de todo el blanco edificio asegurando que todo vaya en orden, aunque creo no poder seguir con mi duro trabajo debido a mi cansancio.

Recorro los pasillos donde pocas personas se asoman, sentados en las naranjas bancas de espera con expresiones de preocupación o tristeza, seguramente aquellos negativos sentimientos eran causados por algún pariente hospitalizado aquí. Los pocos meses que llevo laborando como guardia de seguridad he visto demasiadas tragedias, como varias personas pierden a sus seres más queridos e incluso en medio de esa inmersa tristeza he tenido que intervenir yo para trata de calmar a aquellas personas que llevadas por la tristeza y cegados por la ira actúan de manera agresiva hacia muchos doctores o enfermeras que dan la noticia de la perdida.

Unos gritos me sacan de mis pensamientos poniéndome alerta, trato de dirigirme lo más rápido que puedo hacia el pasillo que emite los escandalosos gritos para ver qué es lo que ocurría, al girar la esquina de uno de los corredores me encontré a una señora de rodillas en el suelo gritando de dolor con la cabeza agachada y su negro pelo cubriendo su cara que probablemente estaba mojada por lágrimas, a unos pasos atrás de ella había un señor que aparentaba tener más de unos cuarenta años, sentado en el suelo del pasillo apegando la espalda en la pared y llorando sin consuelo.

-¡No! ¡Porque el!-Exclamaba dolida aquella señora-¡Señor, llévame a mí y devuelve a mi hijo!

Entendí la situación y decidí que la enfermera que los atendía los tratara de calmar, otras personas curiosas pasaban por aquel sitio tratando de disimular para ver qué es lo que había ocurrido, talvez los gritos desesperados fueron los que guiaron a tanta gente hasta aquel sitio. Después de unos segundos más en el suelo ambos se levantaron para que la enfermera los guiara adentro del cuarto donde se encontraba su difunto hijo.

-Mauricio-Escuche atrás mío, al girar me encontré con Sam, uno de mis compañeros de vigilancia.

-Hola Sam ¿Qué ocurre?-Pensaba que necesitaba mi ayuda con algo.

-Cora me ha dicho que has estado en vigilancia desde las tres de la tarde y que has decidido toma también el turno de noche.-Cora era la secretaria que se encargaba de los turnos de radiografías, siempre me he llevado muy bien con ella y supongo que mientas paseaba por los pasillos de mi planta se dio cuenta de mi cara de cansancio.

-Sí, llevo trabajando desde las tres de la tarde y ahora son…-Levanto mi muñeca derecha para permitirme ver la hora en mi viejo reloj negro-…Es la una y media de la mañana.

-Hombre, llevas más de diez horas trabajando.

-Lose, pero creo que el dinero de las horas extra valdrá la pena.-Comencé a caminar alejándome del pasillo donde hace poco la señora se lamentaba de la pérdida de su hijo.

-¿Cuál es tu hora de salida?-Sam se dispuso a seguirme en la caminata, si alguien se da cuenta que él no está supervisando su área creo que esto nos podría traer problemas a los dos.

-Salgo a las cuatro de la madrugada.-Sam me mostro una mueca de sorpresa.

-¿Vas a estar trece horas trabajando?

-Si-Le agregue a mi respuesta un bostezo involuntario, me encontraba realmente cansado.

-¿No quieres ir a descansar un momento en las miperas de ginecología?-Me sorprendió su pregunta, pues las miperas son cuartos de descanso pero no para los guardias del hospital.

-Sabes bien que en ese lugar solo pueden ir a descansar las enfermeras y los médicos internos.

-Sí, pero a veces también nos turnamos entre los guardias que vigilan en la noche para ir a descansar un momento ahí-Sam me había revelado algo que no tenía idea, esta es la primera vez que me he quedado a vigilar en las noches, sin embargo siempre he tenido la idea de que las miperas era solo para el descanso exclusivo de otros puestos con un cargo de responsabilidad más grande.

-¿A nadie le molesta?-Pegunto con curiosidad, tampoco quería incomodar a los médicos o enfermeras que merecían descansa en aquella sala, incluso podría recibir algún comentario de incomodidad por parte de alguno de ellos y podrían reportar sobre mi pequeño descanso a mi superior.

-No, incluso ellos mismos son los que nos preguntan si queremos ir un momento a descasar en el cuarto.

-¿Estás seguro Sam?

-Sí, créeme

-¿Y quién vigilara mi área?

-Le diré a Diego que se pase por aquí ya que él y Agustín están supervisando el mismo lugar.



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En el texto hay: fantasmas, miedo, relatoscortos

Editado: 16.01.2019

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