Relatos De Terror Y Misterio

No se suelten las manos.

 La reunión tuvo sus motivos. No tenía deseos de involucrarme, y aquí estoy participando de la sesión.  

 

En medio de la mesa las manos fueron tomadas, mientras aquella dama vetusta invoca las palabras adecuadas. En principio no había respuesta. El problema fue cuando la única luz del cuarto se consumió. Percibió Frank, un cosquilleo en el cuello. Gélido como el ambiente. Luego el tamborileo en medio de la mesa y la voz ronca de la pitonisa que suplicaba mantener la calma. No se suelten las manos por ninguna razón. Una luz se formó en medio de la plataforma. La figura demacrada de algo tan horrendo hizo presencia, se dijo Will. No se suele dirigir la palabra, confesó la pitonisa. Solo la observación en medio de la redonda base con un augurio siniestro. El susto fue tal, que uno de los participantes se desprendió deseando huir ¡No! ¡No! Deben soltarse las manos. Nuestro difunto esta aquí, y puede maldecir la noche. Anne restó ello, abandonar el trance en sus pasos, se resbaló y el suelo abrió su boca tragándosela en partes. El sabor de la muerte y gritos, entumeció los huesos de Clark. Sus piernas temblaban y en una mirada fija la mitad de su rostro parecía derretirse. Luego fue el turno de la médium que no encontraba las palabras justas en su muda expresión; su cabeza golpeó la mesa varias veces rajando la madera. El intento de escapar fue inútil, la mesa era una cárcel y pronto se fue apagando la luz. Aún me tiene atrapado éste lugar y la mesa sigue allí intacta. No quería involucrarme y me trajeron. Los participantes suelen inmiscuirse en los asuntos que no comprenden, y le doy su merecido. Allí en el otro mundo tontos sobran.




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