Relatos De Terror Y Misterio

Los reptiles

 

El planeta tierra es un misterio dentro de otro, y otro. Alan se introduce por un orificio de la cueva en donde con Jonás y Stef planearon el trabajo de extraer suficiente en Oro como para convertirse millonarios. Será un gran negocio comenta Alan, será una gran inversión. Las excavaciones perforaron lo que no debían. A la tribu del inframundo no le gusta que usurpen sus tierras, y el hombre es bastante negligente cuando de respeto se trata. Jonás fue el primero, al encontrar uno de los empleados mineros en partes, o eso piensa Alan. Jonás ahora es comida de los reptiles.

 

- ¡Vamos Stef!.

 

- No puedo entrar.

 

- ¡Vamos! ¡Debemos salir de aquí!

 

- ¡Ahh! ¡Auxilio! ¡Alannn!

 

Alan al voltearse desde el hoyo veía como la cosa devoraba la carne de su amigo. Luego otra especie humanoide se acercaba llevándose un brazo. En su mano la cabeza de Jonas con unos ojos brillantes que iluminaban el macabro destello de la muerte.

 

Alan comienza a introducirse más y más en un agujero que se reducía, intentando escapar. Hizo unos metros y no pudo percibir que lo siguieran. Llegó a un punto en donde del otro lado se podía vislumbrar una salida. Generó el esfuerzo suficiente hasta llegar al final. Su cabeza se asomó, pero era tan estrecho aquel sitio que su cuerpo se había comprimido, atorándose. Con lento y sumiso andar una criatura tímida se acercó a él. Olfateó su adrenalina; el estudio del miedo era tan preciso. Alan cerró sus ojos para no ver lo peor. La transpiración se transportaba por todo su ser. La criatura titubea y se escapa. Se sintió a salvo. Movió un poco su cuerpo. Estaba a la mitad de poder salir del agujero. Respiró hondo, y consiguió abrirse de allí. Al salír volvió a respirar una bocanada de oxigeno. A unos metros la salida. Comenzó a arrastrarse cuando la verdad fue evidente. Parte de sus extremidades estaban aún en el orificio. Los reptiles no tardaron en consumir esa carne. El dolor apenas era perceptible. Y la figura de aquel animal que se acercó antes, ahora regresaba. Cerró los ojos una vez más, al abrirlos, la bestia masticaba su cabeza.

La cueva se selló de forma misteriosa con un cartel de precaución.




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