Relatos De Terror Y Misterio

El bosque

El viejo se puso serio cuando nos contó aquella historia. El paisano se había ido a vivir solo en el bosque para tomar calma de su espíritu. Una anestesia de la vida entre personas. Le explicaron que lo raro abunda en las orillas de las lúgubres ramificaciones de la naturaleza. No presto atención, y se instalo en una carpa como refugio de viajeros, y a la primera noche presintió con sus sentidos los ruidos de lo desconocido que tan intensos transformaron su sueño en una guardia al pánico tan fiero. Al otro día volvió a sus quehaceres, estaba insumido, y negado a retirarse de ese sitio. La oscuridad que se le vino, y las sombras desde la luz del fogón parecían que bailaban en trios. La siluetas se veían y el hombre del refugio salió valiente a cazar aquellas alimañas bichas que dicen que asustan. No había nada mas que la mirada de las ramas vetustas y pasadas. Otra noche sin dormir que le hacia temblar el alma. Otra vez de día y su cabeza creaba espectros de los arboles sin vida. Feos, orgullosos, y parados ahí a la expectativa. Querían verlo rendido, y tomar su esencia para ellos mismos. Era la locura producida por el miedo, y la falta de cerrar los ojos un momento. La última noche era la tercera y la vencida, ya fatigado y extenuado ni a las sombras, ni a los estallidos hacía caso, y se plancho en el suelo cerrando los ojos. Tuvo una pesadilla maléfica en la cual el era parte de una planta seca con raices en lo mas hondo. Ya de día, la carpa se puede ver ahí vacía y abandonada cuenta el viejo frunciendo el ceño con su mirada. Hay un captús grande con la marca de la pobre figura de un rostro durmiendo. Allí una cruz para espantar a las yerbas malas que acechan a los viajeros ineptos.




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