Me gustaría tocarte el alma como si tu pecho tuviese las cuerdas de una guitarra que necesita afinación para dejar escapar el dolor.
Acariciar tu sonrisa con la yema de mis dedos y sentir que el mundo gira envuelto en tus supiros de paz en ese momento.
Dejaría mi vida en tus manos, pero tengo miedo a hacerte daño, déjame la tuya que yo la curo.
Me faltan palabras para poder expresarte cuanto me sanas con una de tus sonrisas ladeadas.
Me dejaré llevar por todas tus miradas y disfrutaré perdiendome en ellas como si de la nada se tratase.