Todo empezó cuando una gran ola de niebla apareció de la nada, me cubrí los ojos ya que llego tan rápido que el viento rompió varias ventanas.
Al abrir los ojos me encontré en un lugar desconocido, parecía una feria.
El cielo era rojo y lava se filtraba del suelo. Los gritos angustiados se escuchaban desde las profundidades.
Me encontraba en uno de los vagones que recorrían por la feria.
Los vagones son una mezcla extraña de trenes y carritos de montaña rusa, estaban custodiados por muñecas con tenebrosas sonrisas.
El sonido de pisadas monstruosas resonaba en la distancia, pero me oculté entre las cosas dentro del vagón donde me encontraba, temblando de terror mientras las pisadas se escuchaban pasando justo a un lado hasta alejarse.
Llegó el punto en el que los vagones se iban separando y sus puertas se abrían una por una, hasta que eventualmente llegó mi turno.
Escapé a toda prisa, pero tropecé con los objetos que había utilizado para esconderme.
Me levanté de un salto y corrí con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
Al doblar en una esquina me encontré con una horrible criatura. Su piel ardía como la lava y sus ojos vacíos me observaban fijamente.
Si dudarlo, ataqué con un palo de metal que estaba en el piso, no logre hacerle ni un solo rasguño, pero pude ganar tiempo para huir, y esconderme.