Era una noche envuelta en oscuridad, donde ni una sola alma se aventuraba. Solo podía vislumbrar la tenue luz de un faro distante, mientras una voz infantil contaba lentamente: "1, 2, 3, 4". A pesar de la soledad, el susurro resonaba a mi lado, como si una presencia invisible estuviera respirando en mi oído.
Cuando la voz alcanzó el número cuatro, un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar la palabra "Cuckroatch". Una figura femenina emergió de las sombras, con un vestido que parecía flotar en el viento, pero sus extremidades inferiores se retorcían en formas grotescas, semejantes a las de un insecto.
Avancé con cautela hacia la figura, mientras la voz comenzaba a contar de nuevo: "1, 2". Mis pasos resonaban en la quietud de la noche, pero cada vez más cerca de la figura, el aire se volvía más pesado, más opresivo.
Al pasar junto a la mujer, la voz susurró una vez más: "3, 4... Cuckroatch". Entonces, me encontré cara a cara con otra figura femenina, pero esta vez su aspecto era aún más perturbador, con ojos oscuros que parecían reflejar el vacío de la noche y extremidades que se retorcían como las de un insecto en la oscuridad.
Continué avanzando, pero con cada paso, el número de figuras aumentaba, cada una más similar a un insecto que la anterior. Sus ojos brillaban con una malévola inteligencia, y sus cuerpos se retorcían en formas imposibles mientras me rodeaban en un círculo ominoso.
En algún momento, el ritmo de la voz cambió, volviéndose más lento, más siniestro: "1... 2... 3... 4..."
Cuckroatch
El mundo pareció detenerse en ese momento, mientras el horror de lo desconocido se cerraba sobre mí, envolviéndome en una oscuridad infinita.