Desperté sobresaltado por los gritos que resonaban en la oscuridad, cientas de voces angustiadas que cortaban el silencio de la noche. La angustia se propagaban como un virus, llenando el aire con un frenesí de miedo y desesperación.
Un hombre desconocido se acercó a mí con urgencia, sus ojos desorbitados reflejaban el terror que también sentía en mi interior. Me instó a tomar todas las armas que pudiera encontrar, advirtiéndome que era cuestión de vida o muerte.
No había tiempo para cuestionar, solo para actuar. Los pasillos de la torre estaba inundada de armas, como si estuvieran dispuestas para una batalla infernal. El suelo estaba cubierto de pistolas, cuchillos y rifles, golpes metálicos y voces que no dejaban espacio para pensar.
Mientras me equipaba, pensaba en el origen de este caos y confusión. No sabía qué estaba sucediendo ni cómo había llegado allí, solo sabía que necesitaba sobrevivir.
Los monstruos emergieron de las sombras, seres horribles con piel escamosa y ojos vacíos que parecían observar tu alma.
Los gritos de la gente llenaron el aire mientras la carnicería comenzaba, el sonido de los disparos mezclándose con los aullidos de dolor.
Me uní a la huida, disparando a los monstruos mientras corría por pasillos interminables que se conectaban como un laberinto sin salida. La oscuridad llenaba el lugar, ocultandome de los monstruos
Cuando la noche se desvaneció y el amanecer arrojó su débil luz sobre la torre, me di cuenta de que estaba atrapado en un ciclo interminable. Cada intento de escape solo me llevaba de regreso al mismo punto de partida, a la cima de la torre, donde el horror aguardaba pacientemente.