Relatos de Una Noche ~verano~

Sobrepesca

            Por la mañana, a mi hermano se le ocurrió la gran idea de ganar dinero hoy, un día de descanso. «Trabajo, trabajo y más trabajo… ¿es que no se cansa de tanto trabajar?» pensé. Sabía que teníamos que mantener a nuestra familia, pues nuestros padres ayudaban con el negocio en la ciudad, pero había que descansar también, ¿no?.

            Éramos una familia de pescadores desde hacía mucho tiempo, pero a mi madre le aburría la idea, así que decidió abrir un restaurante… ¡pero de pescados…, y en la playa!... Yo ya no podía soportarlo, y quería renunciar para mi décimo octavo cumpleaños, pues ya seré un adulto y debo comenzar a hacer cosas que a mí me gusten; como iniciar y centrarme en los estudios universitarios, por ejemplo. Pero por ahora ese era mi trabajo, y eso le hacía feliz a mis padres y a mis otros hermanitos… pues claro, ellos solo debían estudiar y salir a divertirse con sus amigos, mientras mi hermano mayor y yo nos partíamos la espalda, las manos y, de vez en cuando, la cabeza, en el barco pesquero familiar.

            Cierta persona molesta, mi hermano mayor, me levantó de la cama antes del desayuno. Me pidió entonces que fuéramos de pesca. Yo le dije que no, que me dejara dormir, que aún estaba cansado, que dejara dormir a los peces, inventé como excusa. Que ya habíamos pasado toda la semana pescando, y que me había quedado estudiando hasta tarde para presentar el examen de admisión de la universidad que se haría en semanas próximas. Luego insistió con que le diría a nuestros padres que quería dejar la pesca. Chantaje, claro… pero eso no me importó, y le dije que no molestara más. Pero ahí no se detuvo y me arrastró, diciéndome que me compraría lo que quisiera en algunas semanas cuando nos dieran la mesada ―que era una bastante alta por lo bien que trabajábamos―. Se vistió y dijo que me esperaría en el barco después del desayuno, mientras se acercaba a la puerta para abrirla. Al agarrar el pomo y girarlo me pidió que por favor, por favor… ―sí, dos veces―, lo ayudara solo por esa vez. Luego salió de la habitación y cerró la puerta.

            Ya era tarde para comer y habían llamado a desayunar hacía poco. A mis padres se les demoró la comida. Sirvieron apurados y comimos en familia; mis padres, mis cuatro hermanos y yo. Luego salí a “pasear”. Me gritaron que no tardara, que teníamos que salir. No les presté atención, ya que no podía ignorar el hecho de saber que mi hermano estaba esperándome en el barco, porque eso era seguro. Quizás se enojaría conmigo si no lo ayudaba, y eso me molestaba. También estaba el hecho de que podría comprarme lo que quisiera… ese pago era una tentación. Y como la universidad costaba un poco, pero más del presupuesto que me ganaba, pensé en que sería la oportunidad perfecta… pero aun así dudaba en cada paso que daba a través del muelle.

            Mi hermano preparó todo para salir, ignorándome. Cuando llegué, ya había subido al barco, y me esperaba con una gran sonrisa.

            ―¡Gracias! ―gritó desde el borde mientras se acercaba a la escalera principal izquierda del barco― ¡Sabía que no me dejarías morir! ―exclamó un poco más alto al alejarse. Era una expresión que usaba mucho cuando sus reproches, atajos, sobornos, pagos… funcionaban.

            Intenté convencerlo, una y otra vez de que no debíamos zarpar sin el permiso de nuestro padre, ya que él siempre nos decía que debíamos descansar cada cuarto día, pues los peces tenían que tener algún tiempo para reproducirse.

            ―¡Vamos! ―gritó eufórico con una sonrisa―, no es que hayamos pescado mucho estos últimos días ―respondió sonriendo ante mis quejas y la de nuestro padre.

            ―Sabes que si se entera no nos dejará subir al barco por varios días, aunque cierre el negocio ―le mentí para intentar convencerlo. Nuestro padre jamás cerraba las puertas, aún si debía él salir a pescar toda la madrugada y volver al restaurante para el medio día. Incluso hubo una vez que no durmió por dos días y atendió a los clientes por la noche. Ese día fue el más largo de la temporada. Pero ya de eso han pasado varios años…

            ―Si le traemos el suficiente pescado para mañana… ―refutó y subió a la cabina de capitán por la escalera, abriendo luego la puerta de seguridad, para tomar el timón―, ¡seguro nos perdona y nos da un adelanto de la paga! ―gritó para que lo escuchara, y encendió el motor―. ¡Vamos, ayúdame por esta vez! ―pidió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.