Dos sujetos desconocidos se encontraban detrás de la chica. Uno de ellos era de aspecto delgado y algo decaído a diferencia del otro, quien era un tipo algo más robusto y corpulento. Ambos iban vestidos con ropas algo simples, pero desprendían un aura de inquietud que pondría incómoda a cualquier persona sin importar de quien se tratara, hecho que hizo que el joven aventurero se pusiera en guardia de forma instintiva apenas notó su presencia de esos dos.
Y bien que lo había hecho, pues el más fornido se acercó hacia la muchacha, quien había permanecido distraída en ese instante, ignorante ante el peligro debido a la repentina aparición del aventurero, suceso que la había tomado por sorpresa.
Una vez a su lado, tomó un hacha grande con sus dos manos, la alzó en el aire y se dispuso a propinarle un fuerte golpe con la clara intención de matarla, cosa que había sido motivo suficiente para que el chico interviniera de inmediato antes de que fuera demasiado tarde para la pobre, lanzándose al ataque para defenderla.
El arma del joven realizó un movimiento fugaz y repentino, haciendo un tajo diagonal en el aire que no sólo logró cortar a su objetivo, sino que también quemó su pecho gracias al fuego que envolvía la afilada hoja de acero que llevaba en mano, causando una terrible herida y una quemadura que ardía con un dolor atroz, lo que detuvo de inmediato el ataque del hombre.
Los gritos no se hicieron esperar y unos lamentos ahogados inundaron de golpe el aire antes tranquilo, rompiendo con la serenidad del bosque y la paz que había reinado hasta hace unos pocos segundos. Los alaridos agónicos del sujeto llegaron a los oídos de la muchacha, quien había abierto los ojos y contemplaba anonadada, extrañada y asustada aquella escena casi surreal que estaba ocurriendo frente a sus ojos en ese momento, intentando procesar todo lo que estaba pasando.
El hombre encapuchado, quien cayó al suelo luego de recibir de lleno el impacto, se retorcía de un lado a otro como un animal malherido, gruñendo y jadeando mientras soltaba insultos y maldiciones de todo tipo a diestra y siniestra en contra del chico, llevando sus manos hacia la herida de la cual emanaba un olor a ropa y piel chamuscada en un intento desesperado por detener el suplicio que ahora lo aquejaba de forma tan terrible. El hacha que había portado hasta hace un instante yacía tirada a su lado, esperando en silencio a que su dueño la tomara de nuevo para reanudar la matanza.
Su compañero, quien lo observaba con una expresión de asombro después de verlo aterrizar de bruces sobre el pasto que todavía estaba húmedo por el rocío, alejó la vista de aquel pobre diablo y se dispuso a centrar su atención en el extraño que había aparecido de la nada para atacarlos sin aviso alguno, sólo para mirar con sorpresa y también con terror a la figura del muchacho yendo hacia él a paso rápido y con la punta su arma en llamas dirigida hacia su corazón.
Temiendo correr el mismo destino que su desafortunado colega, dio un paso hacia atrás para crear algo de distancia entre ambos y poder conseguir una oportunidad para contraatacar, preparando las dagas que llevaba en sus manos para tratar de causarle aunque fuera un pequeño corte, pues el más mínimo roce de sus armas haría que el veneno con el cual estaban impregnadas lo dejara paralizado en cuestión de segundos, oportunidad que aprovecharía para rebanarle el cuello de lado a lado, haciendo que se desangrara como un miserable cerdo del matadero.
Mientras que su amigo prefería hacer alarde de la fuerza bruta y de golpes cargados de potencia, él prefería un estilo algo más sigiloso y rápido, haciendo uso de brebajes tóxicos y artimañas ingeniosas para así sorprender a sus objetivos y enemigos por igual, pues no muchos se esperaban que sus pequeñas y punzantes amigas estuvieran contaminadas con ponzoñas de efecto veloz y preciso. Una simple cisura era todo lo que necesitaba para asegurarse el éxito y algunos Talises de oro en el bolsillo.
Una vez que se deshiciera de ese entrometido, podría poner su atención de nuevo sobre la chica a la cual tanto trabajo, esfuerzo y semanas les había costado localizar a ambos. Después de todo, ella era la razón por la cual estaban ahí en ese condenado bosque enrevesado en primer lugar.
Esperó hasta el último momento para esquivar el ataque, evitando la hoja ardiente de su adversario, quien había realizado una estocada con mucha fuerza hacia el frente con la intención de no sólo apuñalarlo, sino que también de quemarlo al igual que había hecho con su compañero. Anticipando su muy evidente plan, le fue bastante fácil evadir el golpe y, ahora que su guardia había quedado al descubierto, era su turno de atacar. Sujetó con gran firmeza sus dagas y se lanzó con todo para perforar el costado derecho de su abdomen que ahora había quedado al descubierto, esbozando una sonrisa engreída ante el inevitable desenlace de esa pelea. Una vez que sus armas hirieran su piel, la victoria sería suya, al igual que todas las cosas de valor que llevara.
Sin embargo, su siniestra mueca de triunfo se esfumó de inmediato de su cara cuando vio al extraño poner la palma de su mano libre frente a él. Acto seguido, pequeñas llamas salieron disparadas hacia su dirección, chocando con su cara y haciendo que cerrara sus párpados por instinto, lo que hizo que todo se fuera a negro por un breve instante mientras que una incómoda sensación de ardor aquejaba su rostro chamuscado.
Trató de abrir los ojos para no perderlo de vista, pero su visión era algo borrosa y le dolía tan sólo intentar mantenerla firme. Las lágrimas no se hicieron esperar y comenzaron a brotar de sus ojos enrojecidos, nublando aún más su visión ya bastante empobrecida. La rabia lo invadía de pies a cabeza y el deseo de matar crecía dentro de su pecho con cada segundo que pasaba.
Editado: 02.05.2025