Estoy mareada por aquel estruendoso ruido, todo da vueltas y apenas puedo mantenerme en pie. Oh, me pregunto qué sucede a mi alrededor. ¿Será que explotó una bomba o se cayó un edificio? No lo sé. Las nauseas y la inestabilidad provocan que caiga de rodillas a aquel frío piso de parqué, mi piel se eriza y puedo sentir como la sangre abandona mi rostro. Trato de pedir ayuda, pero aquel sonido sigue presente en la habitación que tanto había construido en mi interior, una donde todo era perfecto hasta ahora.
¿Qué demonios me ataca? Quiero silencio y sentirme bien, pero por más que suplique no se detiene. Es un grito tan desgarrador que me está rompiendo en miles de trozos de vidrios. Mi palacio de cristal que tanto había defendido y prometido que no abandonaría se está destruyendo. Las pequeñas piezas comienzan a rasgar una venda. ¿Qué es esto? Al parecer todo lo que veía no era real o simplemente una idealización de un mundo perfecto, cosa que es imposible de que exista, porque el mundo es imperfecto. Sí, es perfectamente imperfecto.
Nuevamente un chillido desgarrador que me lleva a poner las manos sobre mis orejas, cosa que no fue suficiente. Quiero que se detenga para que el silencio reine por unos instantes que puedo atesorar para componerme de esta sorpresa. Mudez es lo que deseo ardientemente para esa voz. Poco a poco mis ojos comienzan a ver con claridad para darme cuenta de que todo había sido destruido, lo que lleva a que intente nuevamente escuchar en aquella ruina. Ante la quietud logro componerme y me levante con dificultad para entender qué había sucedido. Los escombros habían levantado un fino polvo, el cual se iba disipando para dar cuenta de que la perfección falsa se había ido.
Siempre pensé que si todo estaría bien si todas las cosas se mantenían bajo mi control e idealizando a aquellos que tanto quiero, cuan equivocada estaba. Las lágrimas comienzan a caer y el dolor en mi pecho comienza a superar al ruido de antes. Me comienzo a preguntar qué hice mal, pero por más que buscaba respuesta la única palabra que resonaba en mi mente era la perfección. Sí, eso solo me estaba alejando de la imperfección silenciosa que compone todas las cosas del mundo.
Hay silencio y una visión más clara, es complejo entender del todo mi equivocación. No, soy responsable de esa destrucción interior, esa es mi realidad. Yo fui la que provocó el ruido de derrumbes del castillo de cristal. De cierta forma, poco a poco el silencio me da la certeza de que fue lo mejor, ya no más mentiras susurrantes que crean ideas erróneas. Si bien aquella afonía era el símbolo de la catástrofe que llegaba en forma de dolores en mi pecho, estoy agradecida de aquel grito que tanto ensordeció mi ser. ¿Pero quién fue? Miro a todos lados y no hay nada.
Solo queda decir gracias a las circunstancias que me dan silencio en este instante… Ya no más idealizaciones infantiles que solo traerán heridas. Gracias grito desconocido.