Relatos del Bosque Rojo

Fortuna y doncellas

Cuando dicen que estoy en el camino equivocado, no puedo hacer más que reírme. ¿Qué saben ellos de seguir el buen camino? Mejor que dejen de criticarme y empiecen a hacer algo productivo por sus vidas, para ver si así empiezan por fin a comprarse vestimenta decente y dejan de lucir esos trapos harapientos.

Tendré que comenzar por comentar un poco la historia de cómo me gané mi fortuna con trabajo duro y honesto. Para ver si al fin entienden ellos lo que es ser exitoso en la vida. Bien, hace más o menos veinte años que me había graduado, y estaba al fin listo para encontrar un oficio en la sociedad, por lo que decidí mudarme a otro estado y empezar mi vida allí como mesero en un restaurante. Nunca antes había tenido un trabajo, ni siquiera para pagar mis estudios, porque mis padres siempre me lo dieron todo, así que me costó acostumbrarme a aquel ritmo de vida que era nuevo para mí. Al cabo de dos semanas, sin embargo, me encontré completamente aclimatado, y volví a ser el chico más responsable sobre la faz de la tierra. El único inconveniente de aquel primer trabajo, era esencialmente, que era temporal, por lo que después de un año de estar manteniéndome con aquel sueldo mínimo, pasé a buscar algo que de verdad me hiciera feliz, pero por sobre todo, que me convirtiera en un hombre exitoso.

El mundo del tabaco estaba creciendo de una manera insospechada, así que no pude evitar poner mi ojo encima de este, viendo qué tipo de oficios podía llegara a ejercer dentro de aquellas exitosas empresas, me aventuré a probar algo nuevo, pero de nuevo, terminé con un oficio de segunda dentro de una fábrica que me generaba incluso menos ingresos que mi anterior trabajo.

Pero entonces un día me guardé uno de aquellos pequeños cigarrillos en el bolsillo, porque quería averiguar de qué materiales estaban hechos y cual era es secreto tras su abrumador éxito en el mercado. Al trabajar en el departamento de empaquetado, no me fue difícil hacerlo. Una vez arribado a mi pequeña casa de ese entonces, procedí a cortarlos por la mitad con un cuchillo. ¿Qué era eso que parecía hojas secas trituradas en su interior? Me tomó mucho tiempo averiguarlo, porque nadie que yo conociera lo sabía, y no era apropiado preguntarle nada acerca de estos a mis superiores, así que un día, cuando fui a donde el médico, le mencioné al señor que yo aún desconocía de que estaban hechos los cigarrillos. “De tabaco” me contestó.

“¿Pero esa no es otra forma de decir cigarrillo? Le pregunté, confundido.

“No… el tabaco es una planta”. Me había quedado sorprendido por su respuesta, así que después de otras tres semanas de explotación laboral, al fin pude robarme un par de cigarrillos más, para así comprobar que, efectivamente, lo que había en su interior eran los restos de una planta seca de color café.

Ya había prendido algunos a lo largo de mi vida, pero como no me hacían particular gracia, nunca me los acababa, y terminaba por tirarlos al tacho de basura. Pero en aquella ocasión logré notar algo que hasta ese momento había ignorado por completo, cuando acerqué uno de aquellos pequeños cilindros a mis labios, pude sentir como algo en el papel hacía que se sintiera desagradable aspirar.

Lo que hice entonces, fue quitarle el papel y empezarlo a frotar con mis pulgares, era demasiado grueso. ¿Tendrían todas las marcas el mismo problema? Para contestar a esta pregunta tuve que salir a conseguir en diversos sitios, diferentes tipos de cigarrillo, y efectivamente, al sacarles la envoltura de papel, pude comprobar que todos tenían siquiera medio milímetro de grosor de más.

Aquel descubrimiento supuso el inicio de mi verdadera vocación en la vida, pero como aún no lo descubría, seguí por lo menos tres meses más trabajando en aquella fábrica, lamentándome por no tener mejor suerte en la vida.

Entonces llegó el verano, y el calor dentro de la fábrica se hizo insoportable, por lo que decidí que no querría trabajar más allí en aquellas condiciones tan deplorables.

A la mis empleadores no les importó en lo absoluto mi decisión, por lo que me dejaron ir sin reprocharme nada, sin embargo, antes de despedirme del todo de aquella gente, se me ocurrió hacer un último trato con ellos.

 “¿Qué es lo que quieres?” Me preguntó aquel señor regordete, cuya función era sentarse a pesar en ideas para innovar el producto, pero la verdad es que no había hecho ningún cambio significativo en todo el tiempo que había trabajado ahí. Era mi oportunidad perfecta para negociar mi idea.

“¿Cómo que el papel es demasiado grueso? ¿Y tú qué sabes de papeles de cigarrillo para venir a decirme eso?” Me preguntó cuándo le revelé el inconveniente que tenía, no solo con su producto, sino también con la competencia.

“Bien, pero si no resulta el cambio, no te voy a dar ni un centavo”. Me contestó al final, cuando le logré convencerle de que reducir el grosor del papel era la mejor decisión que podía tomar. Habíamos llegado al acuerdo de que si mi idea funcionaba, él me daría mil dólares por mi aporte. Por supuesto, sin revelar que había sido yo el de la iniciativa.

No transcurrió ni un mes hasta que aquella marca de cigarrillos empezó a ser la número uno en ventas de todo el país. Cuando me enteré de la creciente popularidad de aquel logo entre los fumadores, entonces supe que mi sugerencia había dado en el clavo. Recibí mis mil dólares como había acordado con aquel tipo, e impresionado por mi acierto, no tardé en probar si corría la misma suerte en otros campos.

Una panadería necesitaba de empleados, y apliqué para ello.

Cuando me di cuenta de que les hacía falta una mejor presentación a los panes, no tardé en comunicárselo, y después de probar en aplicar mis sugerencias, empezaron a vender como nunca antes lo habían hecho. ¡Una vez más había acertado! ¿Era acaso suerte, o de verdad tenía yo un ojo águila para la innovación?

Tenía que probarlo de nuevo, pero esta vez no me uniría a la empresa como tal, sino que, desde la posición de cliente me dedicaría a darles las recomendaciones. Me dirigí para ello a unas agencias periodísticas en las que esperaba encontrarme con la gente indicada para negociarles mis ideas.



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En el texto hay: tragedia, flores, aventura misterio

Editado: 24.02.2021

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