Relatos en cuarentena

31/03 - Muerte - "Si yo no existiera... el mundo sería igual..."

Una luz me encandiló y aparecí acostado en mi cama. La helada pero suave sábana tocaba mi transpirada fría piel, mientras que la frazada caída sobre la extensa alfombra de mi habitación tapaba mis zapatillas. Arriba mío, unos tablones del soporte de la cama marinera en la que descansaba mi hermano. Mi cuerpo estaba “integrado” al colchón, pero el despertador estaba comenzado a sonar de manera muy ruidosa. 6 AM, hora de ir al colegio.

Llegaba la batalla más esperada del día, la batalla de levantarse de la cama sin quedarse dormido.

A pesar de todo el esfuerzo que estaba haciendo para despegar mi espalda de mi suave colchón, no podía. Estaba simplemente pegado a la cama. Respiré hondo, tomé impulso agarrándome con las manos de los tablones que estaban arriba mío y, en un movimiento rápido, caí al suelo, evitando golpearme contra los tablones que estaban sobre mí, pero lastimándome de igual forma con la escalera que utilizaba mi hermano para subir a su cama. En el momento que caí, me sentí totalmente ligero, como si hubiese quitado un gran peso de encima mío. En fin, tomé la fuerza necesaria, me levanté del suelo y me acerqué a la biblioteca donde se encontraba mi celular cargando. Habrían pasado ya casi 6 minutos de que tardé de salir de la cama, ya que la canción “Look what you made me do” (la cual era la canción que tenía de despertador y se repetía cada vez que terminaba) duraba aproximadamente 4 minutos y estaba en la mitad de la segunda repetición de la canción. En esa parte de la canción, decía:

 

“The world moves on, another day, another drama, drama (El mundo sigue adelante, otro día, otro drama, drama)

But not for me, not for me, all I think about is karma (Pero no para mí, no para mí, todo lo que pienso es en el karma)

And then the world moves on, but one thing's for sure (Y luego el mundo sigue adelante, pero una cosa es segura)

Maybe I got mine, but you'll all get yours (Tal vez tengo el mío, pero todos obtendrán el suyo)”

Personalmente, era una frase con la que me identificaba mucho, pero tampoco tenía mucha relevancia para mí. ¿Quién diría que luego sería algo tan relevante?

En fin, deslicé el dedo sobre el celular para desactivar el despertador, pero el celular no paró. Simplemente siguió sonando. Lo volví a intentar varias veces, pero el táctil no captaba mi dedo. Extraño. Intenté prender la luz, pero el apagado y encendido de la habitación estaba duro como roca, haciendo imposible que pueda encender el foco de la habitación y observar qué era lo que estaba fallando en el celular. A pesar de eso, pensé que solo no le estaba embocando a la tecla y estaba tocando el plastiquito duro que está arriba y abajo de la tecla. Pasé por la puerta, la cual estaba abierta y pude distinguir por su iluminación que la luz del baño estaba encendida y había alguien adentro. Esperé en frente de la puerta para pedir ayuda a mi mamá, a quien pude reconocer por sus sonidos dentro del baño. Cuando la puerta se abrió, me corrí a un costado para no estorbar el paso y dije:

“-Buen día, ma”

Sin embargo, no hubo respuesta. Ella había terminado de tomar su pastilla y regresó directo a su cama.

No la juzgaba, ya hacían 2 días seguidos que dormía poco: Primeramente, se quedó hasta las 1 de la madrugada esperando que le dé una respuesta sobre a qué hora salía el micro de vuelta de Luján (ya que había participado en la peregrinación a Lujan con unos amigos y teníamos que avisarles a nuestras madres a qué hora nos pasaran a buscar) y luego se despertó 4:30 AM para buscarme, durmiendo un total de solo 4 horas entre sábado y domingo. Después de esas pocas horas de descanso, había estado estudiando toda la tarde de domingo y quedándose hasta las 01:20, acompañándome a mí, mientras que escribía un cuento para los interbandos de lengua 2019, ya que me avisaron a las 21:30 (osea, tarde) que había que llevarlos hechos. En fin, el hecho era que ella estaba agotada y tenía todo el derecho de seguir su camino a su cama, solo que me parecía raro que actuara así. Pero bueno, fue cuestión de menos de medio minuto en que apareciese mi papá en el baño. Yo estaba apoyado a una de las paredes de mi habitación. La música del despertador había dejado de sonar hacer rato por su límite de tiempo y todo se encontraba en puro silencio. A pesar que tenía las expectativas bajas de poder asistir completamente en los interbandos (refiriéndome a poder participar en Hándbol - Vóley) por mi cansancio, sentía que tenía el cuerpo listo para competir a todo motor. “Será la emoción” pensé, al mismo tiempo en el que mi padre se acercó a mi habitación, tocó la tecla de luz y dijo:

-Arriba!!! Vamos que se hace tarde

-Acá estoy, pa - dije, pero pareció no escucharme. - ¡PAPÁ!

En ese momento, miré a mi cama y ahí estaba yo, recostado y pálido, con un poco de baba cayendo de mi boca.

Me quedé paralizado… No comprendía nada… Si yo era yo… ¿Quién mierda era ese? ¿Estoy en viaje astral o algo así?

 

En ese momento, mi papá entró en la habitación y empezó a mover a mi “otro yo”, el cual estaba inerte, totalmente cubierto de transpiración y con la piel más pálida que la misma nieve. Papá corrió hacia su pieza y mamá apareció con él. Estaban asustados, se notaba en su respiración… Mamá corrió al teléfono, mientras que papá seguía sacudiendo el cuerpo de mi otro yo. Me acerqué a él e intente gritarle, pero no había caso… no me escuchaba… no me veía…

En ese momento, logré comprender totalmente la situación y me eché a llorar....

No podía ser cierto…

Estaba muerto y yo solo era el alma de mi cuerpo, la desfusión de un cuerpo muerto y un alma que siguió adelante… Algo como un fantasma o espíritu… un alma en pena...

Mamá volvió a la habitación y empezó a sacudir mi “otro yo”...

Al rato, llegó una ambulancia y entre los médicos y mis padres, subieron mi cuerpo arriba de la camioneta. No logré subir, por lo que me quedé adentro de casa. Mi hermano seguía durmiendo en su cama. Arriba suyo, podía ver una nube de vapor… Era un sueño y podía ver desde ahí todo lo que pasaba en su subconsciente. Me acerqué a la nube, pero esta me succionó y entré en otro mundo, en el sueño de mi hermano. En este mundo, estaba David, a mitad del pasillo de su colegio. Yo paré frente suyo, lo abracé y le dije al oído, con una voz llorosa: “Voy a estar bien. Cuida a las chicas (las caniches de nuestra casa) y a papá y mamá. No tengas miedo a nada.”



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En el texto hay: ficcion, cuentos cortos, cuarentena

Editado: 24.06.2020

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