_____________ estaba acurrucada en la esquina de su sofá en la oscuridad, mirando el resplandor en la pared de los faroles cuando alguien comenzó a golpear a su puerta con suficiente fuerza para mover las fotos en el hall de la entrada. Con el ceño fruncido, ella salió de la manta con fuerza a su alrededor. No necesitaba esto. Ya se sentía bastante mal por lo que había sucedido en el club y no podía hablar con Harry. Ahora, algún enloquecido maniático estaba golpeando a su puerta.
¿Acaso no tenía suficientes problemas? Tenía que encontrar la manera de decirle a Harry, explicarle y disculparse con él. Sólo podía rezar para que él la perdonara. No sabía lo que haría si no lo hacía.
—¡_____________! —Quien estaba en el pasillo gritó.
Dejó caer la cabeza sobre sus rodillas. Era evidente que su vecino estado ebrio. Ella no quería defenderse esta noche.
Los golpes continuaron luego se detuvieron de repente. Casi de inmediato, el teléfono de su casa sonó. Ella lo ignoró, también, hasta que la máquina lo recogido. —_____________. Abre la puerta. Ahora.
—¿Harry? —Ella saltó de la cama tropezó con la manta y se tambaleó hacia la puerta. La abrió luego casi la cerró de golpe otra vez al ver la cara lívida de su amante. Él entró antes de que ella pudiera moverse y cerrar la puerta de golpe para que ella encendiera la luz del techo.
—Yo sólo quiero que me contestes un par de cosas. Quiero saberlo por ti. ¿Fuiste a El Calabozo?
Ella lo miró fijamente, su estómago se hundió en el suelo. Por la expresión de su cara, él ya lo sabía. El pánico se apoderó de ella. Ninguna cantidad de disculpas iba a solucionar este problema. ¡Ella debería haberlo sabido mejor!
—¿Dejaste que alguien te diera una nalgada?
—Fui allí... —susurró ella. Las lágrimas inundaron sus ojos y no podía verlo claro. ¿Cómo podía explicarle lo que había pasado? Que hubiera estado allí ya era bastante malo.
La ira visiblemente emergía de él, pero lo que quedaba era peor. —Pensaba mejor de ti, _____________. Creí que sabías que eras mía.
—Lo siento —exclamó ella— Yo no...
Él la cortó con un tajo de su mano a través del aire.
—No. —Harry negó con la cabeza— No puedo hablar contigo ahora mismo. Incluso no puedo verte ahora mismo. Necesitaba que te comprometieras conmigo… como yo lo estaba contigo. Y me mostraste que no podía ser. —Él sacudió la cabeza y ella sintió como si su mundo se estuviera partiendo. Los dedos de él pasaron por el pelo y lanzó un suspiro cansado hasta los huesos— He estado viajando durante veintidós horas, pero yo tenía que ver si esto era verdadero.
—Harry, no lo entiendes —le rogó. Harry abrió la puerta y salió. Ella lo siguió— No entiendes lo que pasó. Escúchame.
Sus profundos ojos verdes la traspasaron. —Ya sé lo que pasó. No necesito los detalles.
Y sin dejarla hablar, se fue. Él acababa de dejarla. Y _____________ sabía que habían terminado. Para siempre.
Rota, volvió a entrar.
Mañana, ella le suplicaría.
***
Pero cuando la mañana llegó se encontró incapaz de hacer frente, a verlo y a su rechazo. Llamó al trabajo para decir que estaba enferma ese día. Y el siguiente. Y el siguiente. Y en esa última noche, decidió que iba a renunciar. Tan infantil como pudiera parecer a un extraño, nunca sería capaz de tener suficiente de Harry para enfrentarse a él, hablar de trabajo compatible con él como si nada especial hubiera pasado entre ellos.
Harry se sentó en su oscura oficina, bastante seguro de que nunca había sido más miserable. Ni cuando había tenido varicela a edad adulta, ni cuando perdió su último trabajo por la incompetencia de alguien. Ahora, se sentía desolado.
A pesar de que tenía los músculos cansados cuando por fin llegó a casa un par de noches atrás, no había podido dormir. La visión del rostro herido de ______________ lo había atormentado, y sabía que sucedía algo más. Algo que se le había escapado. Justo lo que no sabía.
La desesperación de ella le tocó la fibra sensible una vez que dio un paso atrás para pensar. ¿Qué era? ¿Qué estaba pasando? Fuera lo que fuese, no podía seguir enfadado con ella. Débil como algunas personas podían pensar, tan débil como podría haber considerado a otro hombre en la misma situación, la necesitaba demasiado para renunciar a ella. La amaba.
Tan pronto como se permitió ver más allá de su traición y recordar lo importante que era ella, casi regresó a su apartamento. Casi. Pero él no era tan débil. Esperaría por ella. Ella vendría a él. Era importante para ambos que ella lo hiciese.
Tres días había esperado. Durante tres días, ella lo había evitado. Harry lo tenía que haber hecho. Esta noche, él iría a su casa, la azotaría hasta su sumisión y la follaría durante la próxima semana. Y luego, dejaría muy claro que ella era suya, y solo suya y sería mejor que no permitiese que nadie más la tocara. Nunca.
De pie, tomó su chaqueta y luego se dirigió a la puerta.
Luchando contra la depresión que la había asolado durante los últimos días, ______________ estaba en su escritorio en la oscuridad parcial con la luz del atardecer iluminando lo suficiente para ver los objetos personales que pretendía recoger. Mañana por la mañana, llamaría a personal y se iría. Esta noche, quería recoger sus cosas así no tendría que regresar después de que Harry lo supiese. Él la odiaba de todos modos, así que ella no entendería que le importase. Probablemente sería un alivio para él ver que se marchaba, y ella no quería ver eso en sus ojos.
—______________.
Ella saltó con el sonido de su dura voz y miró con aire de culpabilidad al verlo de pie en la puerta de su oficina. Su voz no revelaba nada más que su mando normal, y las sombras le tapaban la cara.
Probablemente mejor. Ella no quería ver su disgusto o decepción o enojo. Ella había estado viviendo con eso en sus recuerdos los últimos días.
—En mi oficina. Ahora —dijo, y sin esperar a que ella obedeciera, volvió a entrar y encendió la lámpara de su escritorio.
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Editado: 22.09.2022