Relatos eróticos

EPÍLOGO

La boca de María arremetió contra la suya nuevamente, besándolo de una forma que lo hizo gruñir contra sus labios ahora hinchados. El vestido azul que le sentaba a la perfección ya estaba estorbando demasiado. Con una velocidad que cualquier hombre envidiaría, la despojó de él. Y con una rapidez aún más sorprendente, él se desnudó por completo.

—Estamos en un ascensor. —dijo ella.

—No importa. —aseguro Harry.

—¿Si regresa la luz? —pregunto con miedo.

—Correremos el riesgo. —insistió él.

—Esto es de locos.

—No… es mi fantasía. —sonrió.

No les importaba estar en el piso de un ascensor, sólo dentro de ellos estaba la necesidad de sentirse y quererse. Conectarse hasta lo más profundo.

Las manos de Harry recorrieron ávidas cada parte de ese delgado cuerpo que muchas veces imaginó poseer, y que ahora, se haría realidad. La expresión que surcaba el rostro de María lo llenó de placer y disfrute. Sus gruesos dedos masculinos rozaron la curva de sus pequeños, redondos y apetecibles senos, provocando que los rozados pezones de la chica se irguieran al instante.

«Tan hermosa. Tan perfecta» pensó Harry.

—Hazza… —El susurró ronco que  María proclamó lo alento, más no deseaba ser rápido.

Besó sus labios con una dulzura desbordada, asegurándose de saborear cada centímetro de ellos, ¡era exquisita! Sus manos continuaron trazando caminos por la tez de su cuerpo; pasando por su plano abdomen, su vientre… 

La vio a los ojos, y en ellos pudo observar esa misma mirada con la que él la detallaba desde hacía tanto tiempo.


La vio a los ojos, y en ellos pudo observar esa misma mirada con la que él la detallaba desde hacía tanto tiempo.

—Estamos encerrados en un ascensor… —insistió ella, con su respiración notablemente acelerada.

—¿Nos detenemos? —Pregunto. Pero sabía la respuesta desde mucho antes de que María negara con la cabeza. —No tienes idea de lo mucho que he deseado este momento. María , yo…

—Nunca te vi como mi hermano… —Con esa oración, María quiso dar a entender que desde hace mucho también deseaba ese momento. Que él debió haberse dado el valor de confesarse, y exclamar con besos como los de ese instante, lo mucho que deseaba estar con su persona… Porque para ella, era exactamente igual.

—Porque no soy tu hermano. —La exclamación fue acompañada por una caricia en la parte intima de la joven. La cabeza de la castaña se arqueó hacia atrás, exponiendo su cuello a los labios insasiantes de Harry. 

La humedad que percibía Harry en aquella zona lo hicieron gemir quedadamente. Intensificó la caricia, mientras su lengua debatía con la de María una vez más.

—Harry… —Sus dientes mordisquearon el lóbulo de su oreja antes de regresar nuevamente a sus pechos. Su mano ascendía otra vez por la textura suave de su vientre. Gimió al sentir las blancas y delgadas piernas de la joven enroscarse en torno a sus caderas para atraerlo hacia sí.

—María… —Gimió aún más fuerte al percibir la parte más húmeda y sensible de la joven rozar su erección. Ella realizaba lentos movimientos circulares, sin llegar a penetrarse por completo. Aquella danza lo volvía loco. Disfrutaba de cada roce con un deleite inigualable. Y el hecho de que estuvieran en un lugar poco apropiado para disfrutar de aquel momento pasional, lo excitaban aún más.

«El cuerpo de María , sus gemidos, su sudor, sus besos, su aroma tan delicioso… toda ella, es mía, por fin es mía, sólo para mi» pensó Harry.

—María ... te amo —confeso. Miró su rostro sofocado, sus labios hinchados, sus mejillas sonrosadas. Sentía sus delicados senos presionarse contra su pecho; su respiración acelerada, entremezclando sus alientos, creando una sola fragancia adictiva y deliciosa.

¡Tanto tiempo queriendo decírselo! ¿Debía ser de aquella forma? ¿A punto de conectar sus cuerpos de la manera más placentera posible, sobre su chaleco en el piso de un ascensor?

—Este es un escenario poco común para declararnos… —Los movimientos de su cadera continuaban lentos. Sonrió ante la mirada intensa y lujuriosa de Harry, justo antes de atraerlo hacía ella para besarle con desenfreno. —Pero, yo también te amo Harry Styles, siempre lo he hecho.

Y sólo bastaron aquellas palabras para hundirse en ella con profundidad. Los gemidos de ambos escaparon altamente de entre sus labios, exclamando sus nombres. Las embestidas que Harry daba para llegar más y más dentro de ella iban acelerando el ritmo poco a poco. El sudor de sus cuerpos se entremezclaba. Besó el blanco y suave cuello de María , mientras ella se dedicaba a acariciar con vehemencia la espalda de él. Mordisqueo una pequeña parte de su piel al sentir las palmas de la joven hacer presión en su trasero. Se hundió aún más en su interior, pensando en cómo había sido posible que hubiera aguantado tanto tiempo sin siquiera besar los dulces labios de María… y lo imperdonable era el no haberse dado cuenta de que ella sentía lo mismo por él. ¡Pudo disfrutar de aquel jugoso manjar desde hace mucho!

Entre gemidos y jadeos, se aseguraron de repetirse aquellas palabras que tanto los llenaban. La tibieza y humedad del cuerpo de María lo transportaron a lugares más allá de la realidad. En su mente sólo estaba ella y él, haciendo el amor tan maravillosamente, sin importarles estar en medio de un ascensor sin electricidad… al contrario. Muchas fantasías surcaban en la mente de Harry cuando observaba a María y no podía decir que nunca se imaginó haciéndola suya dentro de un ascensor.

—Harry… —Ella lo besó cuando sintió el orgasmo muy cerca. María apretó contra él, sintiendo llamas ardientes avivarse en cada parte de su ser.

—María… —Se desplomó sobre su cuerpo cuando sintió su esencia liberarse en su interior, su parte más sensible contraerse junto a la de ella; su olor transpirado penetraba en su nariz. No había sido como muchas veces lo soñó, no… ¡Había sido mucho mejor!




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