el reflejo del miedo

Sofía siempre había sentido una conexión especial con las casas antiguas. Le encantaba la forma en que los ladrillos parecían susurrar historias del pasado, y la manera en que las ventanas parecían mirar hacia adentro, como si estuvieran observando secretos.

Así que cuando su familia decidió mudarse a la casa de campo que habían heredado de un tío lejano, Sofía se sintió emocionada. La casa era antigua y enorme, con habitaciones que parecían laberintos y ventanas que parecían trampas para la luz.

Pero lo que realmente llamó la atención de Sofía fueron los espejos. Había espejos por todas partes, en cada habitación, en cada pasillo. Algunos eran antiguos y empañados, mientras que otros parecían nuevos y brillantes.

Sofía se sintió atraída por los espejos, como si estuvieran llamándola. Se acercó a uno de ellos y se miró. Su reflejo la miró de vuelta, con ojos que parecían decir algo que ella no podía entender.

De repente, Sofía sintió un escalofrío. Se dio la vuelta y vio a su madre detrás de ella, sonriendo.

"¿Qué pasa, cariño?", preguntó su madre.

Sofía se encogió de hombros. "Nada", dijo. "Solo me gusta la casa".

Su madre asintió. "Sí, es una casa muy especial", dijo. "Pero debes tener cuidado. Hay cosas que no entiendes".

Sofía se preguntó qué quería decir su madre, pero no preguntó. Solo se dio la vuelta y siguió explorando la casa, con los espejos observándola cada paso del camino.

Sofía trató de olvidar lo que había visto en el espejo, pero no podía sacudirse la sensación de que algo estaba observándola. Decidió explorar más la casa, esperando encontrar algo que la distrajera.

Mientras subía las escaleras, notó una puerta que no había visto antes. Estaba escondida detrás de una cortina, y parecía no haber sido utilizada en mucho tiempo.

Sofía abrió la puerta y encontró una habitación pequeña y oscura. El aire estaba lleno de polvo y olía a moho. En el centro de la habitación, había un espejo antiguo, cubierto de telarañas.

Sofía se acercó al espejo, sintiendo una sensación de déjà vu. De repente, el espejo se iluminó, y Sofía vio una imagen borrosa detrás de ella.

Se dio la vuelta, pero no había nadie allí. Cuando se volvió hacia el espejo, la imagen se había desvanecido.

Sofía se sintió confundida y asustada. ¿Qué estaba pasando en esa casa? ¿Quién o qué estaba detrás de esos espejos?

Sofía decidió investigar más sobre la historia de la casa y los espejos. Fue a la biblioteca y encontró un libro antiguo sobre la historia de la familia que había vivido en la casa.

Mientras leía, descubrió que la familia había sido conocida por su interés en la espiritualidad y el ocultismo. Habían utilizado los espejos como herramientas para comunicarse con el más allá.

Sofía se sintió escalofriada al leer sobre las prácticas ocultas de la familia. Se preguntó si los espejos todavía estaban siendo utilizados para algo similar.

De repente, escuchó un ruido detrás de ella. Se dio la vuelta y vio a una figura sombría parada en la puerta de la biblioteca.

La figura se acercó a Sofía y le susurró: "Los espejos no mienten. Reflejan la verdad que no quieres ver".

Sofía se sintió aterrada y trató de correr, pero la figura la detuvo. "No puedes escapar de la verdad", le dijo.

Sofía trató de liberarse de la figura sombría, pero esta la sujetaba con fuerza. De repente, la figura desapareció, y Sofía se encontró sola en la biblioteca.

Confundida y asustada, Sofía trató de regresar a su habitación. Pero al pasar por el pasillo, se dio cuenta de que los espejos la estaban observando. Cada reflejo parecía mostrar una imagen diferente, una verdad oculta que Sofía no podía entender.

De repente, los espejos comenzaron a romperse, uno por uno, como si algo estuviera saliendo de ellos. Sofía se sintió aterrada y trató de correr, pero los pedazos de vidrio la rodeaban.

En medio del caos, Sofía vio una figura emergiendo de los espejos. Era una mujer con ojos negros y una sonrisa cruel.

"Yo soy la verdad que no quieres ver", le dijo la mujer a Sofía. "Y ahora, eres mía".

Sofía salió de la casa, pero no podía sacudirse la sensación de que los espejos todavía la estaban observando. Decidió investigar más sobre la historia de la casa y la familia que la había construido.

Descubrió que la familia había sido conocida por su habilidad para crear espejos mágicos, que podían mostrar la verdad y revelar secretos ocultos. Pero también descubrió que la familia había sido consumida por su propio poder y ambición.

Sofía se preguntó si ella también estaba condenada a sufrir el mismo destino. ¿Podría escapar del legado de los espejos, o estaría atrapada para siempre en su reflejo?

Sofía descubrió que la única manera de escapar del legado de los espejos era destruir el espejo original que había sido creado por la familia. Pero al intentar hacerlo, se dio cuenta de que estaba atrapada en un bucle temporal.

Cada vez que intentaba destruir el espejo, era transportada al pasado, donde veía a la familia creando el espejo y condenándose a sí mismos. Y cada vez que regresaba al presente, el espejo se reconstruía solo.

Sofía se dio cuenta de que estaba condenada a repetir el mismo ciclo por toda la eternidad. La trampa del reflejo la había atrapado, y no había escape.

Sofía se dio cuenta de que no podía escapar del legado de los espejos. Cada vez que intentaba destruirlos, se reproducían y la atrapaban en un bucle sin fin.

En un último intento desesperado, Sofía se miró en el espejo y vio su propio reflejo distorsionado. Con un grito de desesperación, se lanzó contra el espejo, rompiéndolo en pedazos.

Pero al hacerlo, Sofía se cortó con los pedazos de vidrio y se desangró hasta morir. Su cuerpo cayó al suelo, rodeado de los pedazos del espejo.

La casa quedó vacía, pero los espejos seguían observando, esperando a su próxima víctima. Y en el espejo roto, se podía ver el reflejo de Sofía, congelado en el momento de su muerte.