Relatos Macabros

El silencio de Ravenswood

Emily condujo por la carretera serpenteante que llevaba a Ravenswood, un pueblo que no había visto en más de una década. La niebla densa y la lluvia constante creaban una atmósfera opresiva, como si el propio pueblo estuviera tratando de mantenerla alejada.

Después de años de vivir en la ciudad, Emily había decidido regresar a su pueblo natal para cuidar a su abuela enferma. La noticia de la enfermedad de su abuela había sido un golpe emocional, pero también una oportunidad para enfrentar su pasado.

Al entrar en el pueblo, Emily sintió una sensación de nostalgia. La calle principal parecía igual que siempre, con sus tiendas y restaurantes familiares. Sin embargo, había algo diferente, algo que no podía explicar.

Emily se detuvo frente a la casa de su infancia, una casa de madera con un porche amplio y un jardín descuidado. La casa parecía más pequeña de lo que recordaba, pero la sensación de nostalgia era intensa.

—¿Emily?— llamó una voz desde la puerta.

Emily se dio la vuelta y vio a su abuela, sentada en una silla de ruedas, con una sonrisa débil en su rostro.

—Abuela...— Emily corrió hacia ella y la abrazó. —Bienvenida a casa, Emily— dijo su abuela, con una voz débil pero cálida.

Mientras ayudaba a su abuela a sentarse en el sofá, Emily notó algo extraño en la habitación. Un viejo reloj de pared que siempre había estado en silencio ahora tic-tacaba con un ritmo irregular.

—¿Qué pasa con el reloj, abuela?— preguntó Emily. —No sé— respondió su abuela, con una mirada confundida—. Empezó a funcionar de nuevo hace unos días.Emily sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo no estaba bien en Ravenswood.

De repente, el reloj se detuvo. El silencio fue absoluto. —¿Emily?— llamó su abuela, con una voz apenas audible. —¿Sí, abuela?— respondió Emily.

—No salgas de noche— dijo su abuela, con una mirada seria.—¿Por qué?— preguntó Emily.

Pero su abuela solo sacudió la cabeza y se quedó en silencio.

Emily se quedó intrigada por la advertencia de su abuela. ¿Por qué no debía salir de noche? ¿Qué peligro acechaba en la oscuridad de Ravenswood?

Después de cenar, Emily ayudó a su abuela a acostarse y se sentó en el porche a contemplar la noche. La lluvia había cesado, pero la niebla aún envolvía el pueblo como un manto.

De repente, escuchó un ruido extraño en la calle. Un ruido de pasos, ligeros y rápidos, que parecían provenir de todas direcciones al mismo tiempo. Emily se estremeció.

—¿Quién anda ahí?— llamó, pero no hubo respuesta.

Los pasos cesaron tan repentinamente como habían comenzado. El silencio era absoluto.

Emily se levantó y entró en la casa, cerrando la puerta detrás de ella. Se sentó en el sofá y trató de leer un libro, pero no podía concentrarse.

La noche parecía tener una vida propia en Ravenswood.

De repente, el reloj de pared volvió a tic-tacar. Emily se levantó y se acercó a él. El ritmo era irregular, como si estuviera tratando de transmitir un mensaje.

—¿Qué quieres decirme?— preguntó Emily en voz baja.

El reloj se detuvo de nuevo.

Emily se sintió frustrada y asustada. ¿Qué estaba pasando en Ravenswood?

En ese momento, escuchó un golpe en la puerta. Emily se levantó y se acercó a ella, pero no había nadie.

—¿Abuela?— llamó, pero su abuela dormía profundamente.

Emily se quedó en la puerta, escuchando la noche. Y entonces, escuchó una voz.

—Emily...— llamó la voz, débil y lejana.—¿Quién eres?— preguntó Emily.

Pero la voz se desvaneció en la noche.

Emily se quedó en la puerta, tratando de escuchar de nuevo la voz. Pero la noche estaba en silencio.

—¿Abuela?— llamó Emily, pero su abuela seguía durmiendo.

Emily se sintió confundida y asustada. ¿Quién había llamado su nombre en la oscuridad?

Decidió investigar y salió de la casa, cerrando la puerta detrás de ella. La niebla envolvía todo, haciendo que fuera difícil ver más allá de unos pocos metros.

Emily caminó por la calle principal, llamando en voz baja:

—¿Hola? ¿Quién está ahí?

No hubo respuesta.

De repente, escuchó un ruido detrás de ella. Se dio la vuelta, pero no vio nada.

—¿Quién eres?— preguntó de nuevo.

Una figura emergió de la niebla. Era una mujer, con un vestido largo y oscuro, y el rostro pálido.

—Soy Sarah— dijo la mujer, con una voz débil—. Tu amiga.

Emily se quedó atónita. Sarah había sido su mejor amiga en la infancia, pero había desaparecido misteriosamente hace años.

—Sarah...— dijo Emily, tratando de abrazarla.

Pero Sarah se retiró.

—No tienes tiempo— dijo—. Debes encontrar la verdad.—¿Qué verdad?— preguntó Emily.—Sobre Ravenswood— respondió Sarah—. Sobre lo que pasó aquí.

Sarah desapareció en la niebla, dejando a Emily con más preguntas que respuestas.

¿Qué había pasado en Ravenswood? ¿Por qué Sarah había desaparecido?

Emily regresó a la casa, decidida a investigar más.

Al entrar, vio que el reloj de pared tic-tacaba de nuevo.

—¿Qué quieres decirme?— preguntó Emily.

El reloj se detuvo.

Pero Emily sabía que no estaba sola en Ravenswood.

Emily se sentó en el sofá, tratando de procesar lo que había pasado con Sarah. ¿Qué verdad había que encontrar en Ravenswood?

De repente, escuchó un ruido en la habitación de su abuela. Se levantó y se acercó a la puerta.

—¿Abuela?— llamó.—Emily...— respondió su abuela, con una voz débil.

Emily entró en la habitación y se sentó en la cama.

—Abuela, ¿qué pasó en Ravenswood?— preguntó.

Su abuela la miró con una expresión seria.

—No debes buscar la verdad, Emily— dijo—. Es peligroso.—Pero Sarah me dijo que debía encontrarla— insistió Emily.

Su abuela suspiró.

—Sarah...— dijo—. Ella no debió volver.

—¿Qué quieres decir?— preguntó Emily.

Su abuela se sentó en la cama y comenzó a hablar en voz baja.

—Hace años, Ravenswood era un pueblo próspero. Pero algo cambió. La gente comenzó a desaparecer. Y luego...—



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En el texto hay: terror paranormal

Editado: 22.09.2024

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