Relatos Paranormales

PARTE 3: Conquistarme

LA CHICA DE LA CHAQUETA, PARTE 3

“Conquistarme”

NARRADOR OMNISCIENTE

La desesperación y la incertidumbre son dos cosas presentes al momento de tomar una decisión; el simple hecho de tener más de una opción hace que la mente se pierda entre lo que se debe y lo que se quiere hacer. Y eso Ámbar lo sabía mejor que nadie… Sobre todo después de esa madrugada de verano, con la puesta del sol, anunciando la gran temperatura.

Pero todavía no es momento de contarte que es lo que en realidad le pasó a Ámbar. Ahora es el momento de indagar su mente, la mente de la chica que volvió a la vida, al menos por un plazo de tiempo.

—¿A dónde, señorita? —preguntó el taxista, un hombre de mediana edad, con una barba incipiente y ojos cansados.

Ámbar le dio la dirección sin apenas mirarlo, su mente en otra parte, en Gael, en lo que significaba haberlo visto por primera vez y en todo lo que pasó antes de hablar con el chico de ojos azules por última vez. Todavía seguía sin entender la mayoría de lo que sucedió, pero al mismo tiempo estaba muy contenta.

Sintió un cosquilleo en la nuca, una advertencia sutil que ignoró. Los primeros minutos transcurrieron en silencio, con el sonido del motor del taxi como único acompañante, pero Ámbar comprendía muy bien lo que tenía que hacer, porque como les dije, ella ya pasó por el momento de desesperación e incertidumbre, ella ya había tomado una decisión.

Y entonces ocurrió.

Un estruendo, un chirrido de llantas contra el asfalto, y de repente todo se torció. El taxi derrapó con violencia, chocando contra un poste al borde de la carretera. El impacto fue brutal. Los vidrios estallaron como pequeñas estrellas fugaces, y el cuerpo de Ámbar se sacudió con el golpe, pero de alguna manera, no se lastimó.

En el asiento delantero, el taxista no había tenido la misma suerte. Su cabeza descansaba sobre el volante, el cuerpo sin vida.

Ámbar lo miró durante un largo segundo. Sabía lo que había pasado. Lo había sentido en el instante en el que se subió al taxi y lo confirmó con ese cosquilleo en la nuca. Se inclinó hacia adelante y le cerró los ojos al hombre con suavidad. Su expresión era de una profunda tristeza, pero no había lágrimas.

—Lo siento tanto... —susurró la chica de ojos azules, su voz apenas un hilo de sonido. Las palabras quedaron flotando en el aire denso del amanecer. No había nadie para escucharla.

Sabía que eso tenía que pasar. Volver al mundo había tenido un precio. Un precio que alguien más debía pagar. Sabía que era injusto, sabía que lo odiaría siempre, pero no podía cambiarlo.

—Tenía que ser así... —continuó, acariciando el volante manchado de sangre, un gesto casi ritual, como una despedida final—. No quería que fueras tú, pero no tengo elección.

El cielo, teñido de tonos naranjas y rosados, anunciaba un nuevo día. Pero para el hombre que yacía en el taxi, la oscuridad ya había caído. Ámbar salió del coche sin mirar atrás, caminando hacia el horizonte. Sabía que la cuenta apenas comenzaba a cobrarse.

Unas horas antes…

El hombre miró a Ámbar, sin poder comprender cómo es que de repente le urgía la necesidad de ir arriba, de estar en paz. Pero entonces entendió a la chica, notó como su alma estaba débil y que su tiempo de estar en entre los cielos y el infierno se estaba acabando.

—Está bien —le dijo el hombre con capa negra —Pero vas a tener que darme algo a cambio.

—No puedo darte mi alma, quiero llegar a arriba y para eso necesito cumplir lo que no pasó esa noche.

Supo perfectamente que si no le otorgaba esa oportunidad su alma pasaría a ser otro tipo…

Un alma en pena.

—Entonces, me darás otra alma a cambio y yo te ayudaré a cumplir lo que no se pudo cumplir.

La chica de ojos grises dudo un momento, pero finalmente aceptó su destino, ella ya no formaba parte de este mundo, al menos no del todo, ya quería descansar y olvidar todo lo que sufrió hace un año.

—¿La que yo elija?

—No, la que yo elija.

Ella dudó un momento, luego miró sus manos muy pensativa.

—Vamos, nena. No tengo todo el tiempo del mundo… Prometo ser piadoso y no llevarme a nadie que tú quieras.

Ámbar cerró los ojos unos segundos, analizando la situación profundamente.

—¿Me ayudarás a cumplir mi objetivo si lo haces?

—Por supuesto, tratos son tratos.

Finalmente Ámbar aceptó, el hombre de capa negra sostuvo su muñeca y en ella apoyó su dedo índice, Ámbar sintió como un cosquilleo se desplegaba por la zona y cuando el hombre la soltó vió los tres símbolos grabados en su muñeca.

Una flor de color verde…

Un corazón rojo…

Y una estrella azul…

—La flor verde representa tu cuerpo, una vez que cambie a color negro, vas a poder a empezar tu misión. El corazón representa a tu mente, ese está a cargo del propósito por el que sigues aquí, una vez que lo cumplas, se volverá negro.

Ámbar continuó contemplando los tres símbolos en su muñeca, mientras que el hombre le explicaba con la mirada puesta sigilosamente en ella.

—¿Y el rojo? —preguntó la chica de ojos grises.

—El rojo representa a tu alma, se supone que es la última en apagarse una vez que me la entregas. Pero como tu no lo harás, se apagará una vez que obtenga el alma de la persona en cuenta de la tuya.

Ella asintió, escuchando las reglas, todavía un poco culpable, mientras trazaba los dedos sobre el “tatuaje” que llevaba en su muñeca.

Cuerpo.

Mente.

Y alma.

Finalmente la conversación terminó, dejando en claro a Ámbar todo lo que debía hacer para cumplir lo que no se cumplió esa misma noche, hace un año. Antes de irse, insistió en que la persona que iba a entregar su vida por la de ella sea una que no valga la pena, o que esté en soledad.

Decidida a enfrentar al destino, luchar por descansar y atenerse a las consecuencias de sus anhelos. Ella salió llena de nervios y entonces el primer símbolo, aquel que representaba su cuerpo se apagó, indicando que todo acababa de comenzar.




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