Reliquias con Alma

En Paz

Los medios de noticias matutinas se enardecen ante una nueva historia que conmociona al pequeño pueblo donde vivo.

Una joven ha desaparecido, y la policía se dispone a ingresar al domicilio del principal sospechoso, que se resiste a fuerza de disparos.
Hace tiempo se produce una cadena de desapariciones sucesivas en la localidad, en cada noche de gibosa menguante.
Por muy raro que parezca, este patrón fue descubierto por el reconocido detective Johnston, que al ver los reportes con una diferencia aproximada de 28 días entre cada uno pudo dar con esta situación.
Actualmente, el sospechoso al que intentan aprehender es un hombre de cabello castaño, de alrededor de 30 años, amante de la astrología y el Tarot.
El detective pudo conectar esta última pista por un recorte del periódico, del día que iniciaron las desapariciones, el cual llamó su atención.
Bajo el título de "Qué esperar en los días de luna menguante", el artículo comenzaba así:
"En esta fase va disminuyendo la energía y se carga de agresividad la atmósfera entre las personas. Estos días se subraya el componente de la resistencia. Buscar trabajo en estos días es poco aconsejable y las iniciativas tomadas por estas fechas difícilmente logran resultados positivos. No se encuentra colaboración, se tropieza con obstáculos."
Rápidamente, comenzó a buscar en la sección de empleos de los días anteriores, llamando a cada empleador y solicitando información de los postulantes. Descartando así aquellos que coincidían con los días de gibosa, pudo dar con algunos individuos que rápidamente fueron interrogados y hallados inocentes, y dada la resistencia del actual sujeto, no quedan demasiadas dudas.
Personalmente, y sintiéndome identificada con las víctimas, puedo saber con seguridad que es él.
Encuentro particular el sentimiento de sentirme de esta manera, con sensaciones extracorporeas que se funden con los sonidos de los gritos y tumultos generados. Las personas claman fuertemente mientras las explosiones sordas se van perdiendo en la noche que comienza a acechar. Hace mucho frío.
El dueño de la casa no cede, y los oficiales heridos se alejan de la escena entre quejidos. No hay muertos por el momento... Al menos no mas de los que ya ha habido hasta ahora.
Los disparos del interior del modesto edificio comienzan a detenerse mientras el atrincherado hombre exclama que ya no está armado.
Con cautela, el detective Johnston comienza a acercarse a la casa, mientras las fuerzas especiales ingresan y reducen al tirador.

El interior hace tiritar los dientes, y la oscuridad es solo interrumpida por velas de colores colocadas sobre estanterías polvorientas, y por una luna llena que se desliza por las ventanas.
El detective comienza a analizar los cuadros, y nota con escalofríos que las imágenes son de las víctimas, pintadas con expresiones de terror con la gibosa menguante asomando en cada esquina, todas ellas con la misma ropa, y con sus extremidades extendidas, atadas con hilos dorados en las lunas.
Hace mucho frio...
Mientras se sigue investigando el lugar, unas marcas en la pared llaman la atención del perspicaz Johnston, quien rápidamente, y con ayuda de otros oficiales empuja la sección y descubre una habitación con refrigeradores encendidos y cerrados con candado.

Por fuera, los medios apremian y se agolpan para cubrir los eventos.
Los detalles que lentamente comienzan a filtrarse son revelados, incluso la identidad del sospechoso y acontecimientos de su vida. Una vida difícil, dicen. Excluido por la sociedad, defienden.
Por dentro, la tenebrosa realidad esta a punto de salir a la luz.
Mientras tanto, la gente del poblado analiza la situación a través de la televisión, mientras cena con sus familias.
En otra parte, los seres queridos de las jóvenes desaparecidas están al pendiente de la situación, con los corazones llenos de esperanza por sus hijas, sus hermanas, sus nietas...

Con las herramientas apropiadas, las neveras comienzan a ser abiertas y un nudo en la garganta se hace el protagonista de ese instante entre todos los presentes.
Allí está Julia, desaparecida el 5 de noviembre de 2020; en el siguiente, Daphne, desaparecida el 3 de febrero de 2021; y Rachel, Lucy, Ema, Stacey...
Una a una, las encuentran. Finalmente las encuentran.
Once refrigeradores abiertos, y el número doce no ofrece ningún descanso. El cabello claro de la última joven desaparecida se asoma entre algunas bolsas, y el vestido celeste que me regalo mi madre en la noche que fui a visitarla es lo único que cubre mi rostro maltratado.

Pero a mi no me importa. No me importan los oficiales. No me importa el asesino. No me importa el frio ni me importa la gran perla brillante que ilumina el cielo y que ya ha perdido toda simbología. Eso ya no importa en absoluto...

Lo único que importa es que me han hallado, y que por fin puedo estar en paz. Finalmente estoy en paz.




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