Rellenita de amor

Capitulo 5; Revistas

Hanna.

Me levanto de la cama apenas suena la alarma. Salgo de mi habitación para caminar al baño, me ducho y, cuando termino, vuelvo a la habitación con la toalla enrollada en el cuerpo. Voy directamente al armario y tomo un conjunto deportivo. Lo dejo en la cama para terminar de secar mi cuerpo, me coloco el conjunto y luego me siento en el tocador.

Me hago una coleta alta y me coloco protector solar. Me levanto y me abrocho la riñonera en mi cintura para colocar un poco de dinero, el teléfono y mis documentos.

Voy a la cocina y desayuno un café junto a un refuerzo. Cuando termino de desayunar, tomo las llaves de la casa y salgo. Me coloco los auriculares y comienzo a trotar.
Después de un largo rato trotando, ya estoy bastante sudada, con mucho calor y sed, así que camino a un kiosco de Doña Pepa que está por la zona para poder descansar y comprar una botella de agua.

—Hola, buenos días, Hanna —dice Pepa sonriendo cuando llego.

—Buenos días, Doña Pepa, una botella de agua, porfis —digo devolviéndole la sonrisa.

—Claro, Hanna, enseguida —dice para ir a buscarla. Mientras espero que me la traiga, veo a mi alrededor, dándome cuenta de que, aunque es temprano, el cielo está despejado y los rayos del sol brillan intensamente filtrándose por las hojas de los árboles. Mi mirada se posa en una revista que se encuentra en el exhibidor, llamándome mucho la atención.

—Aquí tienes —habla Pepa, y la vuelvo a mirar dándome cuenta de que ha dejado la botella de agua en el mostrador. La tomo y bebo un poco para volver a dejarla donde se encontraba. Camino al exhibidor y me coloco mis lentes para tomar la revista y así poder verla mucho mejor. Veo al hombre que me ha chocado, él está todo sucio de pastel y me reconozco de espaldas.

Abro rápidamente la revista para ver la primera página y me encuentro tres fotos más de lo que ha sucedido ese día. Comienzo a leer y dice que yo era su amante y le hice todo ese escándalo porque él no aceptó tener una relación seria conmigo. No puedo creer que también hayan colocado la dirección de la cafetería. Tomo todas las revistas para dejarlas en el mostrador.

—¿Te las llevarás todas?

—Sí, ¿cuánto sería todo? —pregunto y ella comienza a contar las revistas.

—Son las siete revistas más el agua, entonces serían treinta dólares —responde y abro mis ojos como platos por lo poquito caro que es.

—Bueno... está bien —abro la riñonera para quitar el dinero. Ella me entrega el vuelto y tomo las revistas para tirarlas al bote de la basura—. No las tomes de la basura y las vuelvas a vender —digo mirándola a los ojos y señalándola con mi dedo índice, haciendo que ella suelte una risa nerviosa.

—Claro que no, Hanna —dice y vuelvo a tomar las revistas de la basura.
—Por las moscas —digo mostrándole las revistas. Tomo la botella del mostrador y me despido de Doña Pepa para comenzar a caminar y llegar a casa.

Cuando llego a casa, dejo todo lo que llevo arriba en el recibidor junto a mis zapatos para no ensuciar la casa y camino directamente al baño para volver a ducharme, pero esta vez sí lavo mi pelo. Salgo del baño una vez que termino de ducharme, voy a mi habitación y me visto con ropa de andar por casa. Me siento en la cama y tomo mi teléfono para mandar un mensaje al grupo de WhatsApp que tengo con las chicas, diciéndoles que vengan a casa urgente.

Ato mi pelo en un moño alto para caminar a la cocina. Cuando llego, me coloco el delantal y comienzo a preparar el nuevo pastel que tengo pensado implementar en la cafetería.

—¡Voy! —grito cuando escucho el timbre sonar. Lavo mis manos y las seco para caminar rápido a la puerta—. Pasen, pasen.

—¿Cuéntanos qué ha sucedido para que nos hayas pedido que vengamos tan urgente? —pregunta Isla una vez que se quitan sus zapatos y entran.

—Acompáñenme a la cocina a terminar de preparar el pastel y preparar café, y luego les cuento —digo y vamos a la cocina. Ellas se encargan de preparar el café y yo termino de darle los últimos retoques al pastel.

Cuando terminamos de prepararlo todo, llevamos el café y el pastel al living. Dejo el pastel en la mesita del centro para caminar al recibidor y tomar las revistas. Vuelvo a donde están las chicas y veo que ya están tomando el café y comiendo pastel.

—¿Está rico el pastel? —pregunto mientras me acerco a la mesa para cortar un pedazo de pastel para mí.

—Sí, está delicioso, ¿lo aplicarás en la cafetería? —dice Ava con su boca llena y asiento contenta por saber que está rico.

—Por eso —contesto, señalando con la cucharita con la que estoy comiendo el pastel las revistas que están arriba de la mesa. Ella toma una y la mira con el ceño fruncido—. Mira la página uno —le digo y ella pasa la portada. Pasan varios segundos y veo que ella abre más y más sus ojos. Ava toma también otra revista y comienza a mirarla.

—¿Hanna Martinez, qué es esto? —pregunta mirándome y me encojo de hombros—. ¿Cómo se han atrevido a decir que eres la amante de ese hombre y publicar la dirección de la cafetería? Tenemos que demandarlos por difamación e invasión a tu privacidad —dice Is, sonando bastante molesta.

—Bueno, por lo menos no has salido fea en las fotos —habla Ava y la volteamos a ver con reproche y ella se encoge de hombros—. Que no me miren así, se imaginan salir en una revista que la verán miles de personas y salir fea, pero ese no es tu caso Hanna, has salido preciosa.

—Calla, Ava, no ves que han colocado la dirección de la cafetería y eso puede causarle problemas —dice Isla.

—¿Qué problemas? Que las ventas aumenten. Las personas son tan chismosas que son capaces de leerse todos los libros de la biblioteca y comprar toda la cafetería con tal de escuchar el chisme —responde, y la verdad creo que está exagerado un poquito o eso quiero pensar.

Quiero pensar que las personas no harían eso y que mañana será un día rutinario y muy tranquilo.




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