Presiona el botón rápidamente y se entera de que no pasa nada, bueno, ya él sabía eso; sin embargo, no perdía las esperanzas de que tuviera alguna utilidad.
—¡que inútil! —exclama mientras arroja el reloj dejándolo encima de la cama—.
Una vez se cambia de ropa; ya vestido, toma el celular y le escribe a Jack, quien es su mejor amigo: Ya llegué a casa ¿y tú?
Para luego recibir un mensaje en respuesta: Igual. ¿listo para hablarle mañana a Valentina? jaja, sí claro; ni siquiera puedes abrir la boca.
—ya verás que sí.
Tomas deja el móvil en el escritorio, abre la puerta mientras de reojo observaba al reloj... y sale. Empieza a bajar las escaleras y se encuentra con su mamá que salía de la cocina.
—¿qué haces mamá? ¿apenas terminas la cena?, lo siento por llegar tarde es que...
—¿de qué hablas Tomas? Llegaste a la hora indicada —interrumpe su madre, para luego proceder a la mesa de comedor—.
—¿hora indicada? —se pregunta—.
Tomas mira su reloj de muñeca y se da cuenta de que eran las 17:25. Había llegado muy rápido, aún no se explica cómo pudo pasar, pues la última vez que vio la hora eran las y 20; fue en aquella casa. Y el camino es más largo que sólo 5 minutos.
—bueno, seguro vi la hora mal aquella vez —piensa haciendo referencia a cuando estaba en la casa misteriosa—.
Camina hasta la mesa para cenar: es de 4 puestos; y con su mamá, su hermana y él, queda un puesto vacío.
La pequeña Nícol de 14 años entra a la casa; se encontraba en la terraza. Sin embargo, Tomas no la vio cuando entró por estar distraído.
—hermano, ¿cuándo llegaste? —abre los ojos de sorpresa— Estuve sentada allá fuera y en ningún momento te vi entrar.
—pues que distraída estabas Nícol —gesto de confusión—, hasta entré a paso lento. ¿Qué hay de comer mamá? —Pregunta mientras dirige su mirada a su madre quien se encuentra de pie con una bandeja tapada, lista para servir.
—Sándwiches —responde la mamá con una suave sonrisa—.
Al concluir la cena, y luego de conversar un tiempo en familia, Nícol y Tomas se van a sus respectivas habitaciones.
luego de Tomas encontrarse en su habitación, empieza a pensar en el extraño suceso que ocurrió hoy: la casa misteriosa, el reloj; y ¿cómo explicar el extraño suceso de haber llegado a su casa tan rápido?, contando con el tiempo que pasó en su habitación, podría decirse que llegó a su casa en un instante; Sin duda es una locura pensar en esa posibilidad.
Tomas recoge el teléfono de su escritorio para escribirle a Jack.
Tú: bro, hoy tuve un día muy extraño.
Jack: ¿sí?, por lo menos tu vida ordinaria tuvo un poco de emoción.
Jack: ¿estás más motivado para hablarle a Vale? Llevas intentándolo un año.
Tú: Que sí, que sí; mañana si es definitiva, ya verás.
Jack: bueno, entonces : si la invitas a salir, te doy ese sticker que tanto querías; sino me das esa moneda de doble cara que está muy buena para engañar jaja.
Tú: sólo piensas en las bromas eh, está bien. Apostaré porque sé que ganaré. Mejor ve alistando ese sticker.
Y con ese mensaje, deja el celular en la mesita de noche que se encontraba al lado de su cama, para luego acostarse.
Se encuentra pensando en Valentina, mientas observa hacía arriba, con mirada perdida y sus dos manos entrelazadas por detrás de la cabeza. —¿Qué podrá estar haciendo?
Casi al instante escucha un sonido proveniente de afuera; se asemeja a un pájaro estrellándose contra una ventana. Decide levantarse para ver, camina hasta la persiana para luego abrirla y con el dedo pulgar e índice haciendo una apertura, cuela su ojo derecho. Puede observar una bandada de aves viajando hacía una misma dirección de forma perpendicular con respecto a la carretera, —como si escaparan de algo—. Esto atemoriza mucho a Tomas; sin embargo, la curiosidad le invade. Son demasiadas aves, podría compararse con una oleada. Algunas se estrellaban contra ventanas.
—¿qué estará pasando?
Luego de observar por 2 minutos, un poco extrañado. Decide mejor acostarse e irse a dormir, con la esperanza de que el próximo día sea un poco más "normal" ... (pasan las horas) ...
Ya es de día, suena la "fastidiosa" alarma que estaba programada para las 6:00; mientras que estira su mano intentando alcanzarla —manteniendo los ojos cerrados—, con un poco de fastidio, la apaga, para luego darse media vuelta, acomodarse la cobija y suspirar. Tiene la intención de seguir durmiendo. En eso tocan la puerta... (sonido de la puerta) ... es la mamá.
—vamos Tomas, arriba que a las 9:00 tienes clase.
—¡ya voy!... mamá —acentuando un tono de susurro en la última palabra—.
De sólo pensar en hablarle a Valentina, Tomas quería que las horas se congelaran para no tener que ir a la escuela; pero, eso no es posible, —al menos hasta donde él sabe—. Se baña, se cambia, para ir a la escuela. Mientras está en su cuarto, observa el característico reloj que había encontrado un día antes; se encuentra en el suelo, cerca de la cama, —al parecer se había caído—. Decide levantarlo y llevarlo consigo, pues quería mostrárselo a su amigo.