Reloj

La cita

    8:50, Tomas llega al colegio sin saber cómo, pues su mente en el transcurso del camino estaba en otro lado. Al encontrarse en la entrada de la escuela nota que no hay muchas personas, después de todo aún es temprano; busca a su amigo Jack esperando que haya llegado. Caminando por los pasillos, es sorprendido por una fuerza en su espalda que lo somete contra el suelo, así que intenta colocar sus manos en el mismo para amortiguar la caída; sus rodillas tocan el piso y su mirada está dirigida hacía sus manos; su reloj se resbala de su bolsillo izquierdo e inocentemente lo recoge para colocarlo en su lugar. Al girarse, nota que la fuerza provocadora de su previa caída era perteneciente a Jorge que se encontraba junto a su compañero de crímenes.

    —¡vaya! Parece que me tropecé con alguna basura —dice mientras mira hacia el suelo en la ubicación de Tomas—. Espero tengas mi dinero. Me ahorrarás el trabajo de golpearte.

 —está bien, no quiero problemas —responde Tomas mientras hace señas de ¡para!—, —saca un billete de su bolsillo derecho—. Tomas se levanta y le entrega el dinero.

    —es todo lo que tengo.

 —por ahora —responde el malhechor con gesto intimidante—. Luego te buscaré por más, deberías agradecer que te estoy advirtiendo.

Y sin más, se va mientras choca su hombro contra el de Tomas.

    —¡vaya! Menudo problema, lástima que lo mío no sean los golpes, sino haría que se arrepintiera -sonríe en silencio—. Y ahora ¿Dónde estará Jack?

En ese momento logra observar a Jack acercarse por el pasillo, al parecer apenas llegaba.

    —¿qué haces ahí de píe? —dice Jack mientras camina en dirección a Tomas, faltándole metros para llegar— ¿pensando en cómo hablarle a Vale? —sonríe—.

 —pues Jorge que me ha robado. Hay que hacer algo con ese. Me dieron ganas de golpearlo, pero no quería tener la cara rota al hablarle a Vale —dice en tono sarcástico—.

    —si claro, no tienes posibilidad —recalca Jack— Pero hay muchas formas de vengarse de él, ¿sabes? Podríamos... no sé, ¿tirarle huevos a su casa? —dice mientras se ríe—, O pincharle la rueda de su moto; creo que ese último es una buena opción.

 —buenas ideas, pero de nada serviría; si hubiese una opción que impidiera sus futuros crímenes, podría ser. Por ahora sólo quiero pensar en lo que le diré a Vale. Le hablaré después de la clase.

   Tomas y Jack se dirigen a la clase de matemáticas; que, a su vez, comparten con Valentina. Al llegar, toman asientos; son los primeros en la clase. Siguen los demás estudiantes, y mezclados entre ellos "la hermosa Vale". Que camina con su morral y un libro en uno de sus brazos, posición recta, poco forzada; una naturalidad hermosa.

    —chico despierta, que no es la primera vez que la ves —le interrumpe Jack con unos chasquidos de dedos—, entrometiéndose en la vista de Tomas y su espléndida concentración para observar a Valentina.

 —sólo estoy observando el panorama, no es para tanto.

   Pasan las horas. Son las 11:00, el timbre que finaliza la clase se escucha. Por alguna extraña razón ese timbre hizo que se le acelerará el corazón a Tomas; bueno, tal vez la razón era obvia y es que era hora de atreverse a hacer algo que no había hecho nunca.

   Se arma de valor, y como cazador a su presa se acerca a valentina quien aún se encontraba en su asiento: sentía el tiempo volverse lento, un claro ejemplo de la relatividad. Los sentidos se agudizan, eso explica por qué puede escuchar los latidos de su corazón, el pulso incrementa junto con la circulación sanguínea que incluso le sonroja. Una vez llegado a escasos centímetros de ella, luego de recorrer un camino donde el espacio parecía curvarse junto con el tiempo y la gravedad aumentaba el peso de su cuerpo. Dice: Hola.

    —hola... Jack, ¿cómo estás? —Y sonríe desde su asiento—.

 su cabello rubio estaba suelto, como cascada reflejaba un leve brillo, junto con uno de sus mechones que se encontraba por delante de su hombro.

    —sabes... Valentina, me gustaría... conocerte. Me preguntaba si podríamos, salir... a comer algo o no sé... lo que quieras. De paso conocerte... conocernos. Sé que es inesperado —toma un poco más de confianza, se tranquiliza un poco—, sin embargo, y sólo si también tienes el mismo deseo —hace un gesto con las manos—, me gustaría que eso se pudiese dar, ¿qué dices?

  El corazón de Tomas volvió a dispararse como quien pisa el acelerador de un Bugatti Chiron Sport, o al menos así de rápido lo sintió.

   Esperaba una respuesta, y sentía que las próximas palabras que iba Valentina a decir eran extremadamente importantes, estaba seguro que estar frente a un tribunal y esperar una palabra decisiva de un juez quien diría si queda libre o va a pena de muerte, hubiese sido más fácil.

 —pues, no sé, he tenido mucho trabajo. —responde Valentina imparcialmente—.

   Esas palabras Tomas las percibió demasiado lento, como si cada una por separado fuese una oración, mientras su ánimo decaía entendiendo el tan discreto pero evidente rechazo.

 —pero, ¿qué te parece si el fin de semana salimos? —recalca Valentina—.

   La sonrisa e indiscutible felicidad de Tomas poco disimulada, sale al resalto, para con una respuesta inmediata responder...




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