"Reloj de Arena"

•Introducción•

Su larga túnica negra, parece silbar cuando pasa lento por el suelo de mármol blanco del "Silentium".

Apenas roza el piso, mientras parece levitar con cada paso, que no se oye siquiera.

Medita lento, y sin prisa mi petición, sopesando cada detalle en lo más mínimo.

Gira lento, hacia mi, el lugar donde deberían estar sus ojos, se fijan en mi, y supongo que me observa, es difícil saberlo cuando un calavera te observa.

El blanco hueso del cráneo reluce bajo las luces espectrales del lugar, y las estrellas puestas en las paredes parecen parpadear por un instante.

El lugar donde deberían estar los labios comienza a moverse, pero no emite sonido alguno, en vez de eso una voz acaricia mi mente, de la manera en que el cuchillo de un asesino acariciaría la carne de su víctima. 

"¿Hijo rebelde de lunol, quien te ha mentido para que creas que yo puedo cumplir tus caprichos cada vez que se te antoje?".

Ese nombre de nuevo, "lunol", siglos y aún sin saber que significa.

- ha pasado mucho tiempo Señor Muerte, y pensé que era hora de una nueva visita, ¿ que más puedo decirle ? - sonrío, mostrando una hilera de blancos dientes, obteniendo nada más que un soplo de aire frío calar mis huesos.

El aire se vuelve más frío a cada instante, el Señor Muerte, va hirviendo en enojo, y mi carne comienza a temblar de a poco.

"No juegues conmigo Aaron Lunol, no debes jugar con la muerte".

Se acerca lento hacia mi, logrando que mis vellos se levanten por completo. Intento dar un paso hacia atrás, pero mi cuerpo se encuentra en una especie de sueño, no se mueve ni un centímetro, y permanece tiritando al igual que una hoja en otoño.

Levanta su brazo despacio, mientras logro ver de cerca las cavidades donde deberían estar sus ojos. La manga de su túnica negra cae, dejando ver los huesos blancos de su brazo, unos huesos que nunca estuvieron cubiertos ni de carne, ni de nervios, ni de piel.     

"Ambos tenemos una cuenta que saldar y lo sabes".

Un dedo huesudo y blanco, se desliza lento por mi mentón, logrando que un escalofrío suba por mi columna vertebral.

Si pensaba que su rostro era horrible, sus manos lo eran aún más. Parecían arañas blancas, moviéndose rápidas pero lentas al mismo tiempo.   

Con su mano huesuda, sujeta mi mentón, encerrando por completo mi quijada y dejándome solo capaz de ver el negro orificio donde deberían estar sus ojos.

"Estoy esperando".

Susurra en mi mente, al igual que una serpiente, el latir de mi corazón retumba en mis oídos y mi carne tiembla cada vez más.

- Lo sé, y así será muerte, no esperaras en vano. - susurro lento, sintiendo como mis fuerzas van desapareciendo de a poco.

"Ya fueron demasiados siglos".

- Todo valdrá la pena cuando tenga a Kendall conmigo, cada siglo valdrá la pena. - mis ojos van siendo cada vez más pesados, y mi respiración cada vez más lenta.

"Arriesgas demasiado por esa rubia de ojos azules, pierdes el tiempo, el amor es un desperdicio".

Muerte suena extrañamente calmado en mi mente, pero sé bien, que arde en rabia.

- El amor no es un desperdicio Muerte, es todo lo que tengo. - susurro, cerrando los ojos.

"Es tu ultima oportunidad Lunol, si no lo consigues, vendré por ti y perderás tu vida, para siempre".

- es un juramento, así será. - susurro con las últimas fuerzas que me quedan, si no fueran por los poderes de Muerte al mantenerme de pie, ya hubiera caído en el piso.

"Esta vez, ni tus padres podrán salvarte de mi Lunol, duerme bien muchacho".

Y a pesar de escuchar eso último e intentar conseguir fuerzas para levantarme y preguntar por mis padres, Morfeo me llevó al más allá.

   




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