Relojes: Corriendo

3

-Eso es algo que no necesitas saber -le dijo Thomas con voz suave –pero gracias a eso estarán demasiado ocupados como para causarle problemas a Nathan, afortunadamente no está solo.

-Mi padre lo apoya.

Joule los miro y proceso todo en su cabeza.

-Entonces solo necesitan que alguien guie un poco a Nathan y lo ayude a integrarse en la ciudad para que pueda cumplir la misión que le encargaron.

-Exactamente –dijo Francisco feliz.

Joule fue brutalmente sincera -¿No pueden… buscar otro nefilim? Alguien extrovertido que se adapte mejor además, como dices, en San Vicente nunca ha pasado nada, es el lugar más tranquilo de la tierra… si tiene que cuidar la ciudad no tendrá que hacer mucho.

-Eso… -balbuceo Francisco confundido y ofendido –eso es algo que alguien como tú no va a poder entender, y respondiendo a tu primera pregunta, simplemente porque no hay más nefilims aquí, e incluso si los hay, Nathan los rechazaría.

-¿Entonces porque…? No, si no quiere ayuda… lo más probable es que no quiera ni verme. Siempre estás diciendo que él es terco y da miedo. Y yo… no tengo experiencia con personas así.

-Ella tiene un punto -se burló Thomas haciendo resoplar a Francisco.

-¡Conozco a Nathan mejor que nadie! Si lo dejan solo o hará algo estúpido por orgullo o intentara pasar desapercibido para hacerlo más “fácil”, pero solo lograra asustar a los demás y no puedo quedarme a ayudarlo. Además no tuvimos tiempo para encontrar a alguien más y tú estabas literalmente a la mano en el momento oportuno.

-No creo que sea de mucha ayuda… conozco bien san Vicente, pero solo hablo con pocas personas, lo mejor es que encuentren a alguien más sociable. No podría ayudarlos aunque quisiera… enserio no puedo.

-Tengo que admitir que tienes razón, pero llegado a este punto y con todo lo que escuchaste solo tienes la opción de aceptar o tendré que pedirle a Thomas que te de algo para “arreglar” el problema. Además tú eres…

-¡Francisco!

Joule debía asustarse con sus palabras, pero en su lugar se asombró de todo lo que Francisco estaba dispuesto a hacer por su primo. Su mal humor disminuyo rápidamente por eso.

-¿Tu… quieres mucho a tu primo?

-Ese no es el punto aquí…

-Lo entiendo –en realidad no entendía la situación, pero si lograba entender que Francisco solo quería ayudar a Nathan –pero… es una gran responsabilidad, incluso si lo intento… no creo que logre hacer mucho.

Después de que se le escapo esa frase el rostro de Francisco comenzó a brillar, por suerte fue detenido por Thomas.

-En realidad si es una responsabilidad enorme, pero a pesar de lo que parece no van a estar solos, todos los adultos de san Vicente ya están alerta, y de mi parte siempre intentare protegerlos de lo que sea que se les atraviese.

Thomas parecía sincero con su mirada suave que armonizaba en su rostro digno, Joule casi estuvo a punto de decirle que sí.

Luego comenzó a entrar en pánico al darse cuenta de que a pesar de que nunca acepto, ellos hablaban y la miraban como si en realidad ya hubiera aceptado.

-Pero Francisco ya hablo demasiado de cosas muy importantes, si alguien se entera el mayor perjudicado ser Nathan, y Francisco también será castigado por su padre.

-Si mi tío se entera, Francisco también terminara encerrado.

Cuando los tres miraron hacia la escalera Nathan estaba ahí, no lucia tan principesco porque estaba sentado en uno de los escalones con la barbilla apoyada en su mano y su rostro solo mostraba aburrimiento y enojo. Y la escalera que solo parecía de adorno en realidad llevaba una puerta modesta que se camuflaba con en la pared.

Ni Francisco, ni Thomas, peor aún Joule, se molestaron en disimular su sorpresa.

-Me sorprende -dijo en un perfecto español sin ningún acento, a diferencia de los otros dos -que te unas a mi tonto primo para intimidar a una niña de nueve años, Thomas.

Cuando hablo acentuó el nueve, los dejo saber que había escuchado la mayor parte de la charla.

Thomas se disculpó en silencio y Nathan se puso de pie, sus movimientos eran confiados, haciéndolo ver genial.

-Va a cumplir diez… en algún momento.

-Ese no es el punto.

-Escuchar a escondidas es un feo habito, uno que no deberías hacer querido primo.

-Cállate Francis.

-¿Cuánto escuchaste?

-¿Cuánto crees?

-… ¿Todo? Sé que dije muchas cosas sobre ti, pero ten por seguro que todo lo dije con cariño.

A pesar de que se veía enojado Nathan no le hizo nada a su primo aparte de mirarlo mal, luego puso sus ojos en ella unos segundos antes de volver a hablar -Sorprendentemente ella parece la más cuerda y tu ni siquiera puedes convencer a alguien menor que tu -se burló -hare mi trabajo bien sin la ayuda de nadie y les hare tragarse sus palabras -sentencio antes de darse la vuelta, listo para irse -si sigues metiendo tus narices le diré al tío.



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En el texto hay: infancia, infantil, magi

Editado: 20.02.2021

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