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Ambos estaban en la enorme habitación de Nathan, y ella ya le había explicado porque en realidad la primera quermes solo era una falsa reunión donde los maestros obligaban a los padres a comprometerse en la educación de sus hijos y no solo tirarles toda la responsabilidad a los profesores.
La habitación de Nathan también cambio un poco desde que ella llego, ahora estaba un poquito menos macabra y algo puso un juego de mesa en el centro, gracias a eso ya no tenía que sentarse en la alfombra.
Mientras hablaban Joule llenaba el único libro que había traído, Nathan ojeaba un libro enorme y el pequeño ratón los miraba con tristeza mientras comía. Nathan lo había castigado confiscando su muñeca por intentar morderlo, aunque esa era probablemente una venganza por correr con él en su espalda.
El gordo ratón nunca dejo de mirarlos ni de parecer miserable en ningún momento.
-¿Cuántos cupones tienen los demás? –pregunto Nathan al cual le intereso el tema de la quermes.
-¿Por qué quieres saberlo?
-¿Puedes comprar algo con tres cupones?
-Pero también puedes comprar cosas con dinero…
-Si puedes comprar las cosas no tiene sentido que se porten bien.
-Supongo…
-La mayor parte de los niños no lleva tanto dinero y si se portan bien comen gratis, por eso el sistema funciona.
Los niños miraron a Thomas y luego lo ignoraron, el uno porque no quería hablar con él y la otra porque no sabía que decirle, una costumbre que se estaba arraigando en ambos con fuerza.
-No deberían hacer eso… -los regaño pero ninguno entendió a qué se refería –Nathan me comento que lo abrazaste cuando te encontró, es un poco gracioso…
-El quiere decir inquietante.
-Como suelen expresar sus emociones en esta parte del mundo. Eso es algo que dejamos atrás hace mucho tiempo.
Joule los miro a ambos unos segundos, entendía que la expresión corporal era diferente en cada país pero no sabía que llagaba al punto de que un simple abrazo llegaba a ser digno de mención. Además lo que hizo estaba justificado, después de pensarlo un poco, y al ver la sinceridad con la que la trataban, decidió ser sincera.
-El viento.
-…
-Soplaba muy fuerte, tanto que no podía abrir los ojos y mis oídos zumbaban… luego parecía que alguien estaba diciendo algo, como el fuego y un bebe llorando, era demasiado fuerte y me escondí, además parecía que alguien se acercaba pero no lo comprobé. A Nathan lo abrase porque al inicio creí que era alguna cosa fea, pero solo era él.
-¿Me estas insultando?
-En realidad no, tú eres muy bonito.
-No empieces.
-¿Nada más?
Joule negó con la cabeza y miro al ratón triste con pena.
Thomas le dio una mirada que parecía expresar tristeza y algo más, suspiro y medito todo lo que le dijo.
-Ya es demasiado tarde, es mejor que vuelvas a casa temprano, no queremos que te metas en problemas, pero si ocurre algo no dudes en venir a la mansión en cualquier momento.
-Él tiene razón –fue todo lo que dijo Nathan antes de cerrar su libro –retírate un momento.
Joule le hizo caso sin preguntar, guardo sus cosas y salió, el ratón también la siguió después de recuperar su muñeca con un movimiento veloz que a duras penas pudo seguir. Afuera el ratón dejo de prestarle atención y comenzó a cantar y bailar con la muñeca.
Ambos estaban en una pequeña sala de descanso, y mientras veía al ratón bailar, una de las mujeres que trabajaba en la mansión salió de entre las sombras, con su susurro bajo pero perfectamente entendible le pidió su mochila, recordándole que ahí metió a un animalejo que había intentado morderla.
Joule no pregunto mucho y se la paso, la mujer solo susurro unas palabras y su mochila se elevó durante unos segundos y luego cayo, rejuvenecida, como el día en la que se la compraron.
Luego metió dentro una delicada caja blanca y le colgó la mochila en la espalda, para cuando Nathan bajo las escaleras, el vals que el ratón cantaba y sonaba de fondo era la tonada perfecta que acompañaría a una princesa.
Pero no expreso ese pensamiento en voz alta.
Llevaba un abrigo marón de cuero que aunque era demasiado elegante no llegaba a ser excesivo, luego sacaron una capa rosada de su tamaño de quien sabe dónde y se la pusieron.
Ambos salieron corriendo, despidiéndose con un grito.
La noche de san Vicente era helada, al punto que todas las personas que se encontraban en las calles en ese momento caminaban rápido, intentando llegar a sus casas para resguardarse. Nathan y joule corrían juntos por las calles soltándose información.
-Aún siguen sin encontrar nada en el poso, llamaron a todos los que pudieron pero el que lo hizo limpio todo muy bien, incluso les fue difícil encontrarlo para empezar
-¿Y tampoco encontraron a los perros?