Reluctant Heroes

Prólogo

Cuando te prohíben algo, deseas aún más ese algo. Da igual lo que te digan que no cesarás en tu empeño. No podemos evitarlo. Es algo que van en contra de todas las leyes de este mundo. Pero, como dice el dicho, la curiosidad mató al gato, aunque en este caso no era un gato, sino una niña de unos seis o siete años la que, haciendo oídos sordos a sus prohibiciones, subida a una escalera se estiraba intentando alcanzar un libro.

La pequeña llevaba días insistiendo en que quería leerlo, mas nadie se lo permitía. Y eso era algo que no lograba comprender. ¿Por qué no podía leerlo? Incluso había consentido que alguien se lo leyese (tal vez pensaran que con su cerebro de seis o siete años no entendería de qué iba la historia). Incluso así se negaron, por lo que no tuvo más remedio que colarse de noche en la biblioteca y leerlo por su cuenta. Lo cierto es que alcanzar el libro fue una tarea fácil, no obstante, no contaba con que pesara tanto. El grosor del libro, la postura en la que se encontraba o tal vez fue la escalera, quién sabe, el caso es que terminó en el suelo. Al menos el libro también había bajado.

Estaba muy emocionada. Le dolía el cuerpo de la caída, pero ¿qué era el dolor comparado con la idea de tener en sus manos el libro que tanto anhelaba? Sus padres se enfadarían (en especial su madre), mas eso es algo que vendría después. Nada ni nadie estropearía su momento de lectura. Que ingenua era, ¿verdad?

Normalmente cuando se cae un libro como aquel (más una niña) hace cierto ruido. Un ruido que no pasó desapercibido para un tipo que no conciliaba el sueño.

-¿Por qué sabía que tenías que ser tú?- el tipo entró y se quedó apoyado en la puerta de la biblioteca sonriendo amablemente a su hermana pequeña- ¿Qué haces aquí? ¿Te has hecho daño? Es tarde… Deberías descansar….

Su semblante se torció serio al ver que su hermana sujetaba aquel libro. Se acercó a ella y se agachó hasta estar a su altura.

-Pequeña, ya lo hemos hablado. Puedes leer cualquiera menos ese que tienes.

-¿Por qué? ¿Qué hay de malo en que lo lea?

-No es un libro para ti.

-¿Por qué no? He leído ensayos de Altair y los entiendo a la perfección. ¿Acaso este libro es más complejo que las teorías de Altair o de cualquier otro filósofo? Por lo que sé este libro no es más que una historia de fantasía y aventuras… Una especie de cuento. Quiero leerlo. Soy una niña y los niños leen cuentos.

Nadie diría palabras así con la seriedad con la que las dijo aquella niña. A pesar de su seriedad, provocaron la risa en su receptor.

-¿Sabes qué hablas muy bien para tu edad?

-En eso me parezco a mamá- respondió sonrojada y rehuyendo la mirada graciosa de su hermano.

-¿Tantas ganas tienes de leerlo que te atreves a desafiar a mamá?

-Sí.

-Pues léelo. Yo no se lo diré a nadie. ¿Y tú?

La niña sonrió y se lanzó a los brazos de su hermano. Este aceptó gustoso el abrazo.

-¿Sabes qué eres el mejor hermano mayor del mundo entero?

-Algo había oído.

Se separó de su hermano y cogió el libro.

-Me lo llevaré a mi habitación. Cuando lo terminé lo volveré a poner en su sitio.

No pudo dar más de tres paso seguidos por culpa del libro. Como he dicho antes, pesaba mucho. Y como ella ha dicho antes, su hermano era el mejor de todos.

-Así no llegarás nunca tu habitación. Trae, yo te lo llevo. Por cierto, ¿qué te parece si lo leemos juntos?

Recostados en la cama y, tras haber cerrado la puerta con llave, abrieron el libro.

-¿Estás preparada, El? Te advierto que esta historia no es ningún cuento de niños. Empieza así: “Si quieres que esto sea….




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.