2.2.- Confidente por accidente
«Antes de empezar la ayudantía, Mariana le hizo una pequeña encerrona a Claudio que lo dejó descolocado y las sospechas corrieron en tanto acabó la hora. Yo desaparecí del mapa para irme a casa y así dedicarme al trabajo de los musulmanes, al mismo tiempo que me puse a ver el tema del ensayo que tendría que hacer para la primera nota en Geografía. La mitad de la mesa del comedor estaba repleta de libros tanto como lo había estado en las vacaciones mientras escribía mis historias y componía la fuga, pero pronto estuve inmerso en otro mar de dudas sobre ambos trabajos y decidí llamar a la ayudante.
- ¿Aló? –contestó ella.
- Hola, Mariana –saludé-. ¿Cómo estás?
- Bien –aclaró la garganta-. ¿Y tú?
- Bien –respondí. Tengo una pregunta respecto al trabajo que dio la profesora. ¿Hay límites en la cantidad de palabras en las demás preguntas a parte de la definición con quince líneas máximo?
- No hay límites –respondió.
- Ah, genial –suspiré-. Respecto del ensayo, estaba por ver la geografía humanista pero con lo que explicaste en la ayudantía me quedé con la política, recién voy a ver el tema pero no sé a dónde enfocarme.
- Mmm… –pensó un momento-. ¿Has encontrado algo? ¿O recién revisando?
- De la política, recién ahora voy a ver porque acabé de cenar –reímos juntos.
- Muy bien, aliméntese antes de estudiar –aclaró la garganta-. Ya, busca y si no encuentras te ayudo yo. Hablemos un ratito mañana a ver qué puedes trabajar y hacia dónde dirigirás el ensayo. ¿Te parece?
- Sí, gracias –me alivié.»
- Hablemos un ratito mañana –la niña me daba unos suaves codazos-. Si que tuviste oportunidades.
- ¿Captaste que era por trabajo y no era una cita? –me refregué los ojos.
- Tú y tú frasecilla de “la misión siempre es primero” se pierden momentos muy provechosos –alzó la mirada-. ¿Y qué era la geografía política?
- Básicamente se remitía a estudiar la organización territorial de un país –expliqué-. Por ponerte un ejemplo cercano, estudian la efectividad de la regionalización en Chile y por qué ha sido tan necesario crear más y más regiones conforme van surgiendo algunos sectores como Arica-Parinacota, Ñuble o Los Ríos.
- ¿De ahí se originan los mapas políticos que me hacen calcar en el colegio? –ladeó la cabeza.
- No precisamente –reí-. Los geógrafos crean los mapas según la perspectiva, los que trabajan la teoría de la geografía política solo estudian y cuestionan el sistema desde el cual se organiza un país o región.
- Ah –sonrió-. Ahora quiero saber tu teoría de porqué Mariana no te dio bola.
Ambos reímos.
«Tras la llamada me volví al comedor para seguir trabajando y en eso Diana me llamó para coordinar el trabajo de los geógrafos musulmanes, decidiendo entregarlo dentro del día siguiente para dedicar tiempo al ensayo y presentación del próximo martes, ante lo cual decidí llamar de nuevo a Mariana.
- ¿Aló? –contestó.
- Hola, Mariana –aclaré la garganta-. Perdón por llamar de nuevo, es que, haciendo el trabajo de las preguntas que dio la profe y hablando con Diana, queremos ver la posibilidad de entregarlo dentro de mañana. ¿Te parece si conversamos por el tema de la geografía política mañana? Si es que te pillo por ahí en la universidad o por acá.
- Sí, no hay problema –contestó-. Que les quede bonito el trabajo.
- Si los dos somos bonitos. ¿Cómo no va a salir algo igual? –me paralicé en tanto lo dije.
Mariana se largó a reír.
- Solo porque son mis estudiantes, diré sí –no dejaba de reír.
- Ah oh… –tragué saliva-. Hablé demasiado.
Ella seguía riendo.
- Mucha risa usted –traté de pasar del fallo-. ¿Dónde quedó el profesionalismo?
- Aún no tengo mi título –hizo una suerte de risa malvada.
- Me sorprende su respuesta –no pude evitar sonreír pese a ponerme firme-. Yo, con o sin título, guardaría la compostura de igual manera… Pero bue, el que habló de más fui yo.
- ¡Perdón! Ella, la señora compostura –dijo-. Pero si somos compañeros, hay que tener una relación dinámica.
- Aha, mira la posibilista –reí-. Pues yo sí la guardo, que sin querer se me salieran un par de cosas es distinto…
Ya había metido la pata y, pensando en que ella ya había notado algo tras mis palabras, creí que era mejor reconocer el fallo.
- Bueno, te voy a decir un secreto, pero espero seas discreta… –tragué saliva-. Es que me gusta Diana.
- ¿Qué? –se sorprendió-. ¿De verdad?
Acabé refregándome el ojo derecho.
- Es linda ella, además inteligente –dijo.
- Pero tiene novio –apreté los ojos-. Supe ayer.
- Buh –se lamentó-. Pero no está muerta.