Renacer

Capítulo V

Capítulo V 

Desconsuelo: 

 

Bastián 

 

La rutina se fue formando al pasar de las semanas y el miedo de que no despierte nunca más es cada vez más real, para que negar lo obvio. Tengo miedo, no quiero perder a mi esposa; ahora se suma otro dolor, porque tampoco quiero perder a mi bebé. 

 

Sin mentir, siento que los minutos son horas y las horas son días, así que, los días parecen meses para mí. Cada día llego a la habitación de Alex y la veo ahí, en la cama sin moverse; cada vez más pálida y delgada, aunque le crezca la panza, sigue viéndose tan débil. 

 

Cada noche cuando me toca acostarme en nuestra cama, que hora se siente demasiado vacía. Paso horas intentando dormir, pero mi mente no deja de maquinar escenas de lo que habría pasado si no hubiese sido un idiota. Sé que si Alex estuviera aquí estaría diciéndome que no debo culparme, que las cosas pasan por algo y los accidentes no se predicen, pero me es inevitable no hacerlo. 

 

A veces somos tan idiotas que no notamos lo felices que somos y dejamos pasar los pequeños momentos pensando que son insignificantes, como algo que no vale la pena, pero lo cierto es que esos pequeños y estúpidos recuerdos son los primeros que vienen a ti cuando algo pasa, y lo digo por experiencia, porque mi cerebro ahora no deja de rememorar una y otra vez cosas mínimas, momentos que no creí importante, pero definitivamente lo son todo en este instante. 

 

No creo que alguien pueda entender como deseo poder ver sus hermosos ojos una vez más, oír su voz, escuchar cómo me dice nuevamente: te amo. 

 

Pero la realidad es una perra malvada, que no deja de darme paradas en el culo. En estos momento todo se ve tan lejano, cada día se base en una rutina idiota que me empeño en seguir; trato de pensar en que esto solo es momentáneo, que por mi estupidez no voy a perder lo más valioso que me ha dado la vida, pero aunque intento ser positivo una vocecita en mi cabeza repite una y otra vez que Alex no va a despertar, y es por mi culpa. 

 

Definitivamente, las noches son una tortura; mi mente se empeña en acribíllame y me hace caer en un pozo sin esperanzas. Cada día me es más difícil levantarme de ese pozo y tener mente positiva solo imaginarme que ya no me abrazara cada noche, o que no me sonreirá cada mañana, me parte el corazón. 

 

Es increíble lo que puede hacer el miedo en un ser humano; siempre me he caracterizado por ser un hombre fuerte que a pesar de lo que esté pasando a su alrededor no se derrumba, que es capaz de tomar el control de la situación y buscar una solución, pero en este momento no soy ese que solía ser, ahora el miedo me domina y el sabor amargo de que todo se va ir a la mierda por mi culpa me consume, no sé cómo tomar el control, y es porque sencillamente en este momento no puedo tomarlo, esto no lo decido yo, lo decide el destino. 

 

Tengo pánico de que el destino sea un maldito conmigo. 

 

Nunca en mi vida he llorado tanto como en estos meses, a veces solo estoy comiendo y las lágrimas recorren mi rostro por si solas, me siento como un fracasado. Detesto sentirme débil e inútil y en este momento soy ambas cosas; odio no tener el dominio de la situación, y maldita sea, sí que odio esta silla de ruedas que solo me recuerda aquella horrible noche de navidad que quiero olvidar.

 

Han pasado cuatro meses y medio desde el accidente, han sido casi cinco meses de agonía y si aún me levanto por las mañanas es porque debo estar al lado de mi mujer y mi hijo, si ella está luchando por su vida en una cama yo debo estar a su lado aunque sea apoyándola, ya que no puedo hacer nada más. 

 

Hoy como todos los días mi madre me trae hasta la puerta de la habitación donde Alex está internada, ella no puede detener su rutina, ha empezado a trabajar para poder ayudarme a mí, con mi nuevo estado, y a su vez a mi chiquita. Sé que no debería, ni es su obligación hacerlo, pero sinceramente se lo agradezco, en este momento no puedo pensar en nada más que estar a su lado la mayor parte del tiempo que me sea posible. 

 

Es tanta la rutina que los médicos y enfermeras me saludan al llegar al hospital; agradezco la amabilidad, pero honestamente me gustaría nunca haber tenido que conocerlos, o por lo menos no en estas circunstancias. 

 

Cada día cuando llego, al frente de la habitación de Alex, me toma un par de minutos tomar fuerzas para entrar. La imagen que encuentro a diario es desgarradora para mí, y aunque intente ser fuerte duele cada segundo. 

 

Así que tomo una bocanada de aire y mentalmente cuento hasta diez, una vez termino no lo pienso mucho más y entro a la habitación, para así empezar las actividades que me he empeñado en hacer diariamente.

 

Me es reconfortante intentar hablar con ella cada día, aun no pierdo las esperanzas de que se despierte y conteste a una de mis preguntas; la fe aún sigue presente cada que le cuento sobre nuestras anécdotas más lindas juntos, y quizás por escucharlas desee volver a mi lado nuevamente. 

 

Diario cuento algo diferente, de hecho tengo planeado mañana hablar sobre nuestra boda, fue un día maravilloso, lleno de sonrisas y momentos perfectos que ahora se ven como si hubiese pasado hace miles de años.

 

Luego de darle un baño con toallas húmedas vemos su película favorita; el romance nunca ha sido lo mío, pero Alexandra lo amaba y sé que adoraba esta película con su corazón. Me recuerda la vez que dijo que le encantaba como él la conquistaba cada día, y que creía que alguien que hacía eso amaba de una manera muy pura. 

 

《Deseo poder seguir conquistándote cada día por el resto de mi vida chiquita》. 

 

Su película favorita acaba, y por alguna extraña razón desde esta mañana siento un nudo en la garganta y justo ahora se intensifica, creo que es porque deseo hacer todo esto, pero en casa a cambio estamos en este maldito hospital y ella lleva meses sin abrir los ojos. 



#40119 en Novela romántica

En el texto hay: intriga, drama

Editado: 06.01.2022

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