“Fayna se despertó muy temprano, a eso de las 6 de la mañana, como cada día. Se vistió con sus ropas de secretaria y salió hacia su trabajo. Trabajaba en una oficina donde atendía el teléfono y los asuntos de un abogado. Al mediodía tenía un pequeño almuerzo en un restaurante que estaba en la esquina de su trabajo. El mozo ya conocía los gustos de Fayna y le traía una ensalada de palta con un bife a la plancha. Al menos era lo que comía tres veces a la semana. Luego se retiraba a una plaza y leía alguna novela romántica o de fantasía con el tiempo de descanso que le quedaba. Después volvía al trabajo y ya para la tarde regresaba a su departamento. Le daba de comer a su gato y luego ella cenaba. A eso de las 10 de la noche el cuerpo de Fayna se incendiaba y se hacía ceniza, de la cual renacía al siguiente día.”
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Editado: 06.05.2019