Renacer

Capítulo II Mentiras

CAPITULO II

Mentiras

"La verdad es bella, sin duda, pero las mentiras también lo son"

(Ralph Waldo Emerson)
 

Estaba ahí frente a mí, mirándome directamente a los ojos. Era el Edrian que conocía, y me recordaba, ya nada más importaba, no estaba sola.

-¿Qué has hecho? – Inquirió Mikael asustado a mi lado.

-¡Edrian! – Grité cuando al fin pude encontrar las fuerzas. Pero él no me miraba a mí, sino a un punto inexistente más allá de mi cuerpo. Su rostro palideció de una forma fantasmagórica y su mano se cernió sobre el cisne de papel con fuerza, hasta dejarlo destrozado, y lo arrojó al suelo.

-¿Qué sucede? – Pregunté confundida, sin atreverme a quitar la mirada de la figura que ahora se alejaba, dando grandes zancadas, lejos de mí.

-Te dije que no podías intervenir – Mikael estaba más nervioso que nunca y no dejaba de mirar a los lados – Has usado tus poderes. Te lo advertí, ahora vendrán los rastreadores.

-¿Quiénes?

-¡Debemos volver ahora mismo! – Exclamó tomándome de la mano.

-¡No! – Grité al mismo tiempo que me soltaba del agarre – No voy a ningún lado sin Edrian. ¡No entiendo qué salió mal!

No tuve tiempo de reaccionar. Mikael me tomó entre sus brazos fuertemente, en un abrazo casi asfixiante, mientras una energía que nunca había sentido, más potente que un estallido, me alejaba de aquel lugar a la velocidad de la luz. No pude ver por última vez el rostro de Edrian antes de ser arrastrada a aquel abismo luminoso que lo confundía todo.

Caí de rodillas cuando soltó el abrazo. La cabeza me daba vueltas, no me acostumbraba otra vez a la oscuridad que me rodeaba. Alcé la vista poco a poco, cerrando y abriendo fuertemente los ojos, apartando los restos de la luz cegadora que me había envuelto hacía solo segundos.

-¿Dónde estamos? – Pregunté mareada -¿Qué sucedió?

-¿Qué sucedió? – Espetó en tono irónico - ¡Que rompiste las reglas! ¡Eso fue lo que pasó!

-No lo entiendo...- Aquello no debería haber ocurrido de esa manera, no tenía sentido, Edrian debía decir mi nombre y entonces yo podría mostrarme. ¿En qué me había equivocado? - ¿Qué hice mal?

Mikael me miró encolerizado, de una forma que no iba con su personalidad. Su rostro, siempre en calma, estaba siendo deformado por la ira, y toda iba dirigida a mí.

-Te dije que no debías intervenir – Dijo tratando de calmarse – Nunca debí haber accedido, todo esto es mi culpa.

-Lo siento...- Dije avergonzada.

-Las disculpas no valen de nada ahora, es muy tarde.

-¿Muy tarde, para qué?

-Para la tierra, para los humanos – Respondió sin mirarme a los ojos.

-Edrian...

-¡Edrian es un error! – Exclamó enojado – Y ahora no podemos volver.

¿No podemos volver? ¿A qué se refería? ¿A que no podríamos volver al cielo o a verlo a él?

-Los rastreadores nos están buscando, reconocieron nuestra energía – Dijo Mikael.

-¿Qué son los rastreadores?

-Demonios inferiores que se nutren de la energía de los cuerpos – Explicó, aunque seguía sin darme la cara – Mientras más fuerte sea la energía de un ser, más fácil lo consiguen. Utilizaste parte de tu poder al darle ese papel a Edrian, y los guiaste directo hacia nosotros.

-No fue mi intención... - Dije tratando en vano de excusarme – Pero... lo que tú hiciste...Utilizaste mucho más poder que yo...

-Pero nos llevó lo suficientemente lejos como para que no puedan rastrearnos.

Tenía muchas preguntas en mi cabeza, pero la única que seguía latente y me causaba más temor era la de regresar. No podía volver al cielo, no ahora que lo había visto, no cuando por fin había logrado que me recordara.

-Hace un momento dijiste que no podíamos volver – Comenté lentamente observando cada una de sus expresiones, tratando de encontrar un indicio que delatar lo que de verdad significaba aquella frase.

-Tu pequeño experimento ha logrado atraparnos en la tierra.

-¿Quieres decir que no volveremos al cielo?

Mi cuerpo temblaba de emoción al escuchar aquellas palabras. No podíamos volver, podría recuperar a Edrian.

-Sería demasiado peligroso.

-¿Entonces, qué haremos?

Una pequeña esperanza comenzaba a tomar forma dentro de mí, no creía posible que Mikael me dejara libre para hacer lo que quisiera, pero podría renunciar a mis alas en cualquier momento y alejarme de todo para volver con Edrian. Solo era cuestión de encontrar el momento perfecto.

-No podemos permanecer en la tierra tal cual como estamos.

-¿A qué te refieres?
 

***  
 

ALa posesión requería del consentimiento del recipiente, es decir, del cuerpo humano que desearas habitar, y no era exactamente denominado posesión, era más bien una canalización o fusión. Y conseguir ese consentimiento no era una tarea fácil. La mayoría de los humanos no deseaban ser el receptáculo de ningún ser desconocido.




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