Renacer

Capítulo IX Castiel

  CAPITULO IX

Castiel

ANA

 

Todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte.
(Jean Anouilh)

 

 

Cientos de personas a nuestro alrededor se quedaron en silencio al ver la gran puerta abrirse para nosotros.

-¡La Porta Santa!* – Exclamaban varios al unisón.

No sabía lo que significaba, pero algo me decía que aquella puerta no solía abrirse muy a menudo. Entramos en el corredor y las rejas volvieron a cerrarse a nuestra espalda, los guardias tomaron nuevamente sus respectivas posiciones inmóviles. Un hombre vestido con una larga sotana negra y un extraño sombrero a juego se reunión con nosotros enseguida.

-Bonna cera, Camarlengo* – Saludó Mikael con una leve inclinación de cabeza.

El hombre asintió a su vez.

-Benvenuti. Castiel ti aspeta*.

*(La Puerta santa, abierta y cerrada por el Papa sólo en ocasión del año jubilar.) *(Buenas tardes, Camarlengo)*(Bienvenido. Castiel lo espera)

Lo seguimos a través de un largo pasillo al aire libre. Un par de curas nos saludaron en el camino con una leve inclinación de cabeza. Entramos por una gran puerta a la izquierda y nos adentramos en otro largo pasillo, éste techado y completamente solo. Unas cuantas lámparas de luz tenue lo iluminaban desde la parte superior de las paredes, alcé la mirada para contemplar el alto techo abovedado sobre nosotros.

-Intenta no quedarte atrás – Sugirió Mikael volteando la mirada para contemplarme. El camarlengo seguía caminando impasible.

Llegamos al final del corredor, una enorme puerta de roble tallada con lo que parecían ser retazos de oro fino y plata, con tres cerraduras distintas una encima de la otra, nos bloqueaba el paso. El camarlengo introdujo una llave en la cerradura superior y la giró levemente a la derecha, un suave click retumbó en el pasillo, introdujo otra llave dorada, mucho más grande que la anterior, en la segunda cerradura, esta vez la giró dos veces hacia la derecha, otro click.

La tercera y última llave, de apariencia rustica y antigua, de un oxidado color bronce, colgaba del cuello del camarlengo. Con sumo cuidado, como si se tratase de un tesoro incalculable, la introdujo en la tercera cerradura y le dio la vuelta completa. Un sonido metálico, como de engranajes moviéndose sin parar, comenzó a sonar en toda la habitación y al final la puerta se abrió lentamente.

Ante nosotros se presentaba una habitación circular, las paredes cubiertas por un antiguo empapelado aterciopelado de un intenso color dorado, con diversas formas  sobrepuestas delimitadas por un fino hilo plateado,  cientos de libros de apariencia antigua llenaban los estantes a su alrededor, en el centro se encontraba un escritorio rectangular forjado en hierro dorado con cinco libros abiertos sobre él, la silla estaba de espalda a nosotros y otras dos vacías frente a él.

-Castiel – Dijo la voz del camarlengo a mi derecha.

La silla se giró lentamente para descubrir a un hombre alto y moreno, de un cabello de intenso color negro, nariz afilada y recta, cejas prominentes, labios delgados y unos intensos  y penetrantes ojos azules. Castiel era un ángel, estaba completamente segura de ello.

-Benedictus qui venit in nomine Domini* - Saludó Castiel con una sonrisa en los labios.

-Supongo que esperabas mi visita – Dijo Mikael dando un paso hacia delante.

El camarlengo se despidió con una media reverencia y cerró la puerta a su espalda dejándonos solos.

-La noticia de vuestro descenso es bien conocida – Dijo Castiel señalando las dos sillas situadas frente al escritorio – Per favore.

Tomamos asiento. Castiel bajó la vista un momento al libro sobre el escritorio, pasó una de sus páginas y leyó en silencio por unos segundos.

*(Bendito el que viene en nombre del Señor)

-¿Alguna vez habéis leído el evangelio de Lilith? – Inquirió sin levantar la mirada del texto.

Mikael asintió, yo no tenía idea de lo que estaban hablando.

-Tengo que admitir que es bastante interesante – Dijo dirigiéndose a Mikael – En especial su teoría del Génesis, la creación del Universo – Tomó el libro entre sus manos y prosiguió a dar lectura al texto - " En el principio fue la oscuridad. Una densa, ilimitada negrura, enlazaba los siete vértices del universo. Nada existía fuera de lo Que No Tiene Forma. Y la oscuridad palpitaba con el primer suspiro. Y la oscuridad engendró a los primeros seres, hijos de lo Que No Tiene Forma. Los hijos de la oscuridad y de lo Que No Tiene Forma alzaron su voz. El Universo escuchó por vez primera a las Criaturas de las Tinieblas. Este mundo fue elegido también por otro Ser. Él se nombró a sí mismo el Creador. Nacido de la oscuridad, se rebeló ante ella. Así, el velo fue rasgado. Y el Espíritu del Ser se movía sobre las aguas. Mientras en los siete vértices la oscuridad sintió por vez primera el dolor. Rebelándose a las profundidades internas, al no-principio y no-fin, se declaró principio y fin. Y dijo: "Hágase la luz". Por siempre la oscuridad había albergado a los hijos de la oscuridad y de lo Que No Tiene Forma. Pero la luz alteró al Universo por siempre. El Universo fue violado con resplandores. Estos fueron nombrados Estrellas. El fuego fue creado. Fue creado el dolor. Fue creado el principio y el fin. La muerte y la vida. El bien y el mal. La noche y el día. Amor y odio. Verdad y mentira. Alfa y omega" – Apartó la mirada del libro y nos observó detenidamente – Lilith culpa al Creador por la incorporación de los humanos a este mundo, ellos trajeron la desdicha, el dolor, la mentira, el fin – Suspiró profundamente – No cabe duda de que muchos piensan como ella una vez lo hizo. ¿Quién pobló la tierra primero?, ese siempre ha sido un tema muy debatido – Tomó el libro nuevamente y retomó la lectura - Flores surgieron del cadáver de la Nada; Seres llegaron a la tierra para pervertir los suelos, ríos y montañas. Y estos seres crecían y se consumían unos a otros. Depredadores atacaban a los débiles. De esta forma el Creador estableció su caos en el Universo y en la Tierra. Las Criaturas de las Tinieblas no pudieron oponerse al Caos, pues el Caos lo abarcó todo hasta el infinito.  Y este desorden fue llamado belleza.  En el séptimo día el Creador descansó. Las Criaturas de las Tinieblas, ante el Caos de la luz, se habían replegado sobre sí mismas, buscando en su oscuridad interna, pues en ella aún había sabiduría. Y la oscuridad de las Criaturas de las Tinieblas renació en el séptimo día, mientras el Creador descansaba. Las profundidades internas volvieron a comunicarse con las profundidades externas. El dolor no pudo ser borrado, ni la alegría, ni el amor, ni el tiempo, ni la muerte. Aunque las Criaturas de las Tinieblas son intemporales, habrán de tener un fin. Como tendrá el caos. Pero el fin es la apertura a nuevos ciclos – Hizo una pausa en la lectura y sonrió mientras se reclinaba en el respaldar de su silla – El mismo Génesis proclamando el inminente final del mundo, el apocalipsis "Pero el fin es la apertura a nuevos ciclos" – Repitió - ¿Sabes a lo que se refiere, Mikael?
Por primera vez aparté la vista del interlocutor para observar a Mikael. El arcángel se revolvió incomodo en la silla, pero respondió a su pregunta.




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